Decenas y decenas de artículos advirtiendo sobre ello, sobre la irresponsabilidad fiscal que se acometía, sobre las consecuencias que traerían, sobre el electoralismo de los políticos, amplificada por el populismo. En definitiva sobre el cuento de la hormiga y la cigarra, del que había que aprender.
No será porque no se les ha advertido de todo ello, precisamente en pico de ciclo, y se ha seguido gastando (y generándose déficits) pese a impuestos récord como si no hubiera un mañana, advirtiéndoseles que cuando vinieran las vacas flacas, e iban a venir por uno u otro motivo, no habría cartuchos y las consecuencias serían mucho más dramáticas.
Irresponsables es poco. Y eso era preocuparse por la gente realmente, pensar en el ciudadano, tener sentido de Estado, ser solidario (y no ellos al hipotecar sobremanera a futuras generaciones o las de hoy en mayor cuantía con todo lo que ello conlleva) y la importancia de la austeridad pública (aquí se ha practicado en esencia la privada) y de no dilapidar recursos (y lo hacían a manos llenas los del mantra del consumismo).
Ahora se pretende una vez más culpar a terceros (Alemania, Holanda, que llevan años preparándose, y ajustando cuentas y advirtiendo de la necesidad de que todos hicieran lo mismo). Aquí jugábamos a incumplir los acuerdos, incumplir las cuentas y exigir más laxitud y aumentos del déficit, gastando más y más y aumentando la deuda pública.
Cuando llega el invierno, resulta que no tenemos provisiones, y tendremos que ser rescatados por la Unión Europea como ya asume Sánchez (PSOE), y por supuesto, sin tomar medida alguna de adelgazamiento del sector público, recayendo la crisis sobre el sector privado (empresas, pymes, autónomos, trabajadores...), que son las que tienen que mantener dicho sector público absolutamente sobredimensionado.
Y es que desde algunas casas de análisis se estima que el PIB en España caerá alrededor del 20% en el segundo trimestre, con millones de parados y un déficit superior al 10% por el mes de parón de la actividad económica. Y si el cierre se alarga, será todo aún peor. De hecho, podría ser incluso peor el remedio que la enfermedad, como bien comenta Philip Thomas, profesor de gestión de riesgos en la Universidad de Bristol.
Javier G. Jorrín informa sobre el incremento del déficit en 2019 (antes de que pasara nada relacionado con el coronavirus).
No será porque no se les ha advertido de todo ello, precisamente en pico de ciclo, y se ha seguido gastando (y generándose déficits) pese a impuestos récord como si no hubiera un mañana, advirtiéndoseles que cuando vinieran las vacas flacas, e iban a venir por uno u otro motivo, no habría cartuchos y las consecuencias serían mucho más dramáticas.
Irresponsables es poco. Y eso era preocuparse por la gente realmente, pensar en el ciudadano, tener sentido de Estado, ser solidario (y no ellos al hipotecar sobremanera a futuras generaciones o las de hoy en mayor cuantía con todo lo que ello conlleva) y la importancia de la austeridad pública (aquí se ha practicado en esencia la privada) y de no dilapidar recursos (y lo hacían a manos llenas los del mantra del consumismo).
Ahora se pretende una vez más culpar a terceros (Alemania, Holanda, que llevan años preparándose, y ajustando cuentas y advirtiendo de la necesidad de que todos hicieran lo mismo). Aquí jugábamos a incumplir los acuerdos, incumplir las cuentas y exigir más laxitud y aumentos del déficit, gastando más y más y aumentando la deuda pública.
Cuando llega el invierno, resulta que no tenemos provisiones, y tendremos que ser rescatados por la Unión Europea como ya asume Sánchez (PSOE), y por supuesto, sin tomar medida alguna de adelgazamiento del sector público, recayendo la crisis sobre el sector privado (empresas, pymes, autónomos, trabajadores...), que son las que tienen que mantener dicho sector público absolutamente sobredimensionado.
Y es que desde algunas casas de análisis se estima que el PIB en España caerá alrededor del 20% en el segundo trimestre, con millones de parados y un déficit superior al 10% por el mes de parón de la actividad económica. Y si el cierre se alarga, será todo aún peor. De hecho, podría ser incluso peor el remedio que la enfermedad, como bien comenta Philip Thomas, profesor de gestión de riesgos en la Universidad de Bristol.
Javier G. Jorrín informa sobre el incremento del déficit en 2019 (antes de que pasara nada relacionado con el coronavirus).
Artículo de El Confidencial:
La ministra de Hacienda, María Jesús Montero. (Efe)
El año 2019 supuso el final del ajuste de las cuentas públicas en España. Según los datos adelantados por el INE, y que revisará el Ministerio de Hacienda a lo largo del día, el déficit público de España ascendió desde el 2,5% de 2018 hasta el 2,7% del PIB (incluyendo ayudas financieras, que en 2019 fueron mínimas), muy lejos del compromiso del Gobierno, que aseguró a Bruselas que lo bajaría hasta el 2%. Se trata del primer aumento del déficit público en España desde el año 2012 y coincide, además, con el primer año completo de gestión del Gobierno de Pedro Sánchez. A lo largo del año 2019, el gasto de las administraciones públicas aumentó en casi 20.500 millones de euros, un 4,1% más que en el ejercicio precedente. Por su parte, los ingresos aumentaron en 17.724 millones de euros, un 3,8% más.
Esto significa que el crecimiento del gasto público fue superior al crecimiento de los ingresos y también al crecimiento del PIB nominal, lo que provocó este aumento del déficit este ejercicio. En términos absolutos, el déficit alcanzó los 33.223 millones de euros, un incremento de 2.728 millones de euros. Malas noticias para el Gobierno en un momento en el que está intentando conseguir que sus socios europeos acepten algún tipo de mutualización de deuda. Ahora países como Holanda o Alemania tendrán más argumentos para justificar que España no aprovechó la fase de crecimiento económico para ajustar sus cuentas públicas. De hecho, siendo uno de los países del euro con mayor crecimiento, no solo no redujo el déficit, sino que lo habría aumentado.
El Ministerio de Hacienda tiene que actualizar estas cifras a lo largo del día, sin embargo estas dos estadísticas tienen que coincidir. Lo que no publica el INE es el déficit público sin ayudas financieras, dato que sí ofrece Hacienda y que es el que sirve como referencia para la Unión Europea. En cualquier caso, hasta noviembre las ayudas financieras eran de apenas 5 millones de euros.
El déficit público había bajado ininterrumpidamente desde el año 2012, el del rescate financiero, aunque a un ritmo irregular en función del calendario electoral y de las presiones de Bruselas. En 2018 este ajuste se redujo significativamente por debajo de los 5.000 millones.
Este aumento del déficit es consecuencia de dos factores. El primero es la escalada del gasto público desde la primavera de 2018, como consecuencia de las políticas de revalorización de las pensiones, del salario de los funcionarios o del aumento de las plantillas públicas. Hasta ese momento, el incremento del gasto público estaba contenido por debajo de los 10.000 millones de euros anuales, desde entonces se disparó hasta el punto de que ese año el gasto aumentó en casi 23.000 millones de euros y en 2019 se incrementó en otros 20.400 millones más.
Por el contrario, los ingresos se frenaron significativamente a partir de la primavera de 2019 coincidiendo con el inicio de la desaceleración económica. El resultado es que si en 2018 los ingresos aumentaron en casi 27.500 millones de euros, en 2019 apenas crecieron en 17.700 millones. Una diferencia de 10.000 millones de euros. El crecimiento de los ingresos públicos de 2019, del 3,7%, fue el menor desde 2016.
Este comportamiento opuesto de ingresos y gastos explica la desviación del déficit a lo largo del ejercicio. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, prometió a Bruselas que España reduciría el desfase de sus cuentas públicas hasta el 2% este año, sin embargo, la realidad es que terminó en el 2,7% del PIB. No solo no se redujo el déficit, sino que aumentó por primera vez en siete años.
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