viernes, 1 de mayo de 2020

En 1830, la semana laboral en el Occidente industrializado promedió unas 70 horas. Desde entonces…

Y es que efectivamente, lo que ha conseguido el capitalismo, a partir de la revolución industrial es lo que ni en los mejores sueños del socialismo se habría alcanzado. 
El capitalismo, a raíz de la libertad empresarial, el libre mercado, los contratos voluntarios, la división internacional del trabajo, la globalización, la propiedad privada, la seguridad jurídica...permitió disparar la productividad, y la capitalización de la economía, fruto del ahorro y la inversión que promovieron, íntimamente correlacionada con el desarrollo de las innovaciones tecnológicas que permite consolidar.

Es precisamente este aumento de la productividad y la capitalización de la economía lo que permite abaratar el capital (instrumentos, robótica, herramientas...) en relación a la mano de obra, lo que aumentó el nivel salarial de las masas, su poder adquisitivo (capacidad de producir mucho más por mucho menos y adquirir muchos más bienes de consumo) y la producción por unidad de mano de obra, permitiendo hacer muchísimo más en una misma unidad de tiempo (ejemplo lo que hace un tractor con una persona en una hora, que si lo hace esa misma persona por su cuenta). 
Es decir, permitió hacer mucho más sin la necesidad de trabajar ni remótamente las horas de antes. No solo eso, sino que permitió liberar a las familias del trabajo realmente duro durante jornadas inacabables solo para poder subsistir, lo que liberó con el tiempo del trabajo infantil a las familias (solo trabajando los padres podían alimentar a toda la familia), permitió incrementar la comodidad, el aumento del ocio (ya no vives para trabajar sino que trabajabas para vivir), disparando además la esperanza de vida y los años no dedicados a trabajo, mejoró las condiciones del trabajo (con creciente mecanización y robotización de las tareas más arduas y arriesgadas, y más relacionadas con el trabajo físico de antaño), la liberación de la mujer y su verdadero empoderamiento (dejó de depender del hombre para poder vivir, una independencia que se produce conforme las instituciones capitalistas permiten el desarrollo económico -aquí, aquí por poner dos ejemplos) ampliamente impulsado por las innovaciones capitalistas .
Y es que es gracias al capitalismo (aunque los socialistas se pretenden apropiar de la bandera feminista, como anticapitalista) que precisamente la mujer tenga un rol cada más importante en el mercado laboral. Como indicó Steven Horwitz: En primer lugar, la innovación tecnológica lentamente comenzó a producir artefactos que ahorraban tiempo de trabajo en la producción hogareña. En segundo lugar, el crecimiento económico liderado por la economía de mercado incrementó la demanda de empleo (incluyendo el empleo de mujeres) y continuó elevando el poder de compra de los salarios.” Es decir, gracias al crecimiento de la economía de mercado, cada vez es menos necesaria la presencia de una persona que esté permanentemente en el hogar, por lo que la idea básica de un hombre en el mercado y una mujer en el hogar va perdiendo sustento, y liberó a éstas de la necesidad de casarse para obtener un mejor sustento económico.
Y lo mismo sucedió con los salarios capitalistas y el proceso de industrialización, como demuestra en su ensayo Wendy McElroy, que les dotó de independencia económica y les empoderó.

En 1830, la semana laboral en el Occidente industrializado promedió unas 70 horas. Para 1890 eso cayó a 60 horas. 30 años después, la semana laboral en las sociedades avanzadas era de 50 horas. Hoy en día, las personas en sociedades avanzadas trabajan menos de 40 horas por semana.
HumanProgress.org@HumanProgress

No hay comentarios:

Publicar un comentario