sábado, 22 de octubre de 2016

Dinamarca alcanza el pleno empleo. Un análisis de las características de su mercado laboral y sus diferencias con el mercado español, y por qué los resultados son tan distintos

Dinamarca ha alcanzado el pleno empleo tras catorce trimestres consecutivos creando empleo y reduciendo el paro. Qué mejor que analizar el mercado laboral danés y cuáles son las diferencias con el español. 

En España, es común envidiar los resultados de ciertas políticas, pero no querer ni en pintura copiar las causas que los producen. 


En este sentido, el discurso en España siempre ha sido mucho más demagógico y populista (y cada día más) y la economía mucho más intromisiva, con los resultados a la vista (no es de extrañar sabiendo que España es una de las sociedades más anticapitalistas del mundo, como dejó patente la encuesta de Pew Research Global).
Pero para valorar las cosas se trata de teoría económica y resultados e incentivos y facilidades que llevan a ellos, no de palabras huecas pero bien sonantes no para obtener soluciones sino odios y recelos. 

Los argumentos bien conocidos para justificar nuestra rigidez no se mantienen, se demuestran falsos cuando se aplican (¿comparamos desempleo, salarios, facilidad para crear empresas, facilidad para encontrar trabajo, movilidad laboral, flexibilidad, costes empresariales, libertad económica, fraudes...?). 

Pero según los que se autodenominan defensores de los trabajadores y acusan a quien argumente y muestre lo contrario ir en contra del trabajador y ser un "vendido a los intereses de las empresas", España con su regulación tan intromisiva comparada a los países líderes debía ser Jauja, con pleno empleo, sin despidos...Y por supuesto, todos nadando en el dólar. Mientras que por el contrario, dichos países, unos infiernos donde nadie trabaja y los que lo hacen son todos son esclavos cobrando si es que cobraban, miserias... 

Pero sigamos satisfechos mirando a otro lado con las tasas de paro más altas del mundo desarrollado con niveles promedio cercanos al 18% desde el comienzo de la democracia en prácticamente cuatro décadas. 

Podemos por otro lado fijarnos en qué ocurre en Dinamarca, el quinto país con el mercado laboral más flexible del mundo (vaya, eso que nombrarlo en España es hacer una herejía, recibir insultos falaces y todo tipo de improperios relacionados con estar en contra del trabajador...). Pero ese es el nivel aquí en España. 

La flexiseguridad danesa se alcanza por un lado con una economía y legislación que permite una flexibilidad enorme (facilidad para contratar y despedir elevada, para así, las empresas poderse ajustar a las circunstancias de la economía real, y no tener que mantener un peso en costes enorme, una reducción de la competitividad, ajustando costes a ingresos (por menor demanda o menores precios) que provoque el cierre de toda la empresa y no el despido de unos pocos sino el de todos los trabajadores, como ocurrió en España). 

A su vez, no existen salario mínimo interprofesional fijado por el Estado (sí hay salarios negociados en ciertos sectores, lo que es mucho menos lesivo  puesto que las condiciones y características de cada sector son muy dispares y no implica condenar a muchos de ellos sino ajustarse según sus características a cada uno de ellos a unas condiciones salariales), y que implica en muchos casos y especialmente para la mano de obra de poca experiencia y poca cualificación unos costes para la empresa por encima de la productividad marginal del trabajo (es decir, ofrece menos valor a la empresa de lo que cuesta el puesto de trabajo), lo que lleva a pérdidas y a la no contratación por parte de la empresa. Es decir, a un mucho mayor desempleo en la economía, como en España. Y toda esta mayor porción de desempleo implica salarios menores para el conjunto de la economía y una reducción de la productividad general que es la que permite los aumentos salariales. 

De la misma manera, las empresas no pagan cotizaciones sociales (esas que en España se acercan al 30%), lo que implica unos costes empresariales muchísimo menores, lo que lleva a mayores contrataciones y salarios mucho más altos para los trabajadores). 

Finalmente, la indemnización por despido es también mucho menor (y el despido procedente mucho más fácil, lo que reduce el coste del despido). Así, por ejemplo, un trabajador danés que lleve 25 años en su empresa y sea despedido de manera improcedente cobrará una indemnización de seis mensualidades; en España, cobraría o 37,5 mensualidades (si las hubiera devengado antes de la reforma) o 27,5 mensualidades (si devengara esos 25 años después de la reforma). Como comentaba, esta rigidez puede suponer, además considerando que aquellas empresas que quieran hacer esto están ya en problemas económicos, su inmediato cierre y el despido de toda la plantilla por intentar adaptarse a la crisis despidiendo un solo trabajador (como ha ocurrido y ocurre en España). Además esta divergencia implica una sobreprotección en España de los indefinidos ante los no indefinidos o jóvenes que llevan poco tiempo trabajando (y que explica la enorme dualidad de contratos en España con un conjunto de trabajadores inamovibles compensado con una masa de trabajadores precarizados), lo que conlleva unas enormes tasas de desempleo juvenil, mayor tasa de empleo temporal (para intentar escapar de esta costosísima y rígida legislación), mayor rotación laboral (que supone mayores costes empresariales de formación y experiencia), menores contrataciones (no se juegan a que salga mal dicha contratación por el coste que les supone el error)...
A su vez, el despido colectivo es mucho menos estricto que en España (mayor flexibilidad nuevamente y adaptación a la situación económica actual). 


Y por otro lado, la flexiseguridad se consigue con mucha mayor libertad económica, que permite generar una mayor riqueza, capitalizar la economía, aumentar la productividad y ofrecer mayores salarios. Dicha mayor riqueza generada permite al país unas políticas de empleo más activas para facilitar la reincorporación al mercado laboral y de ayuda por ejemplo a los jóvenes y a la mejora de la cualificación del desempleado, con seguros de desempleo entretanto para facilitar la transición a un nuevo empleo (pero sin olvidar requisitos y obligaciones para desincentivar la trampa y la pasividad que de no hacerse se deja de cobrar nada). 

En consecuencia, copiemos lo bueno de un sistema que permite el pleno empleo y evitar así la lacra social que es en España el paro. 



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