lunes, 10 de diciembre de 2018

Los frutos de 40 años de socialismo en Andalucía: atraso económico, paro tercermundista y despilfarro público

José María Rotellar analiza los frutos de 40 años de socialismo en Andalucía. 

Artículo de Libre Mercado: 
Chaves y Griñán acompañaron a Díaz en su toma de posesión | EFE
Los andaluces votaron el pasado domingo 2 de diciembre en las elecciones al Parlamento regional, y lo hicieron con un mensaje claro: expulsar al PSOE y a la izquierda de la Junta de Andalucía, donde han permanecido desde el inicio de la autonomía andaluza, iniciada en 1982.
El resultado ha sorprendido, sí, pero muy gratamente, pues muestra que una mayoría de andaluces se ha cansado de un partido que ha gobernado la región como si de su cortijo particular se tratase, con una extensa red clientelar tejida y múltiples afiliados del PSOE empleados en puestos de altos cargos y de confianza del Gobierno andaluz. Se ha cansado de la corrupción del caso de los ERE's, y se ha cansado de que los socialistas hayan querido mantener una región en el furgón de cola de la economía española para poder tener controladas voluntades con su política de subvenciones y derroche abundante de dinero público.
Los socialistas, que han gobernado siempre en Andalucía, han hundido a dicha región, la han arruinado, han cercenado, una vez sí y otra también, sus posibilidades de progreso. Es una región que ha recibido más de 100.000 millones de euros de los fondos europeos, equivalente a dos tercios del PIB andaluz y a casi tres presupuestos y medio del Gobierno regional, y los ha malgastado y dilapidado. No han sabido aprovechar sus fantásticos recursos naturales ni el talento de las personas con las que cuenta; sólo han pensado en regar con dinero público distintas actividades improductivas, de manera que cuando se acababa el dinero, se acababa la actividad económica.
Los resultados están ahí para poder compararlos sosegadamente. Como siempre han gobernado los socialistas en dicha región de manera ininterrumpida, hasta el punto de que es la única región en la que no ha habido nunca ninguna alternancia en el Gobierno, los éxitos o fracasos de estas casi cuatro décadas de autonomía andaluza son responsabilidad completa del PSOE, de nadie más en cuanto al diseño de la política aplicada, especialmente la económica. Y, como muestran los datos, no ha habido éxitos, sino un gran fracaso económico provocado por la política económica aplicada por los socialistas.

El 'cortijo' andaluz

Dicha política económica del PSOE ha estado basada en un potente gasto público, articulado en múltiples subvenciones, un nivel de impuestos que es uno de los más elevados de España y un intervencionismo feroz en la economía, que son las recetas típicas de la socialdemocracia. Es una forma de entender la política económica, frente a una visión del liberalismo clásico y conservador de impuestos bajos, reformas profundas, menor burocracia y gasto limitado. Es, por tanto, tan legítimo emplear una política económica como emplear otra. Ahora bien, al igual que no hay una única política económica posible, no dan los mismos resultados una u otra.
¿Y qué resultados ha arrojado esta gestión socialista por espacio de casi cuarenta años? Andalucía, ¿está hoy mejor, igual o peor que en 1982? ¿Ha logrado progresar más que la media desde entonces? ¿Ha crecido menos su déficit? ¿Tiene, por tanto, una deuda más controlada? ¿Ha logrado mejorar en su tasa de paro, tanto de manera absoluta como comparada con el resto de regiones? ¿Ha mejorado posiciones en su PIB per cápita, que mide la riqueza de los ciudadanos en una economía? ¿Es mejor su crecimiento económico que el de la media o que el de otras regiones? Veámoslo.
Cuando se celebraron las primeras elecciones regionales en Andalucía, en 1982, la economía andaluza crecía un 3,2%, frente a un 3,1% de Madrid, un 2,3% del País Vasco, un -1% de Cataluña, un 0,1% de Valencia, un 1,9% de Galicia o un 1,6% del conjunto del conjunto nacional; era la cuarta región que más crecía en España.
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Tras estos casi cuarenta años de socialismo, Andalucía crece menos que entonces, un 2,7%, y lo hace menos que Madrid (3,4%), que País Vasco (3,1%), que Cataluña (3,3%) -aunque el independentismo quiere arruinarla-, que Valencia (3,2%), que Galicia (3,1%) y que el conjunto de España (3,1%). De hecho, ahora no es la cuarta que más crece, como en 1982, sino que es la quinta que menos crece.
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Es más, en los años de la crisis, mientras que el crecimiento medio nacional en ese período ha sido del 0,8%, el de Madrid un 1,3%, el de Galicia un 0,7%, el de Cataluña un 0,9%, el de País Vasco un 1%, o el de Valencia un 0,7%, el de Andalucía está por debajo, en un 0,5% de media. De las cuatro grandes regiones en tamaño de PIB, que representan dos tercios del PIB español, Andalucía es la que peor ha evolucionado durante la crisis, pese a recibir tantos fondos estructurales de Europa como el tamaño del PIB valenciano, y haber sido rescatada por el Fondo de Liquidez Autonómica porque los socialistas la convirtieron en una economía insolvente, que no podía financiarse en los mercados. Del mismo modo, también ha crecido menos que la media nacional en dicho período.
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Eso tiene un reflejo en la riqueza de los ciudadanos, que marca la prosperidad de una economía, medida por el PIB per cápita. ¿Ha prosperado algo Andalucía en estos casi cuarenta años? Nada. En 1982, era la penúltima región en PIB per cápita, con 14.133 euros por habitante, y ahora sigue siendo la penúltima, con 18.470 euros por persona, con la diferencia de que la última le ha recortado distancia, y si antes Extremadura -donde aunque haya sido sólo una legislatura, sí que ha habido alternancia- tenía un PIB per cápita 3.234 euros inferior al andaluz, ahora sólo es inferior en 1.208 euros.
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Es más, si en 1982 Andalucía tenía un PIB per cápita que era un 75,36% del PIB per cápita nacional, ahora ha bajado hasta el 73,88%. Es más, debido a ello, ha vuelto a ser considerada región objetivo 1 por la Unión Europea, que encuadra en dicho objetivo a las regiones más atrasadas económicamente.
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De hecho, ese mal comportamiento no se ha replicado en otras regiones o en la media nacional, que han prosperado mucho más que Andalucía. Así, en estos casi cuarenta años, mientras el PIB per cápita nacional ha crecido un 33,3%, el de Madrid lo ha hecho un 49,4%, el de otras dos antiguas regiones objetivo 1, pero donde se ha aplicado una política liberal, como el de Galicia, que ha crecido 42,48%, o el de Castilla y León, con un crecimiento del 37,2%, el de Andalucía lo ha hecho por debajo de todas ellas, un 30,7%.
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Y ese descenso en actividad económica y en riqueza se traduce en una peor evolución del empleo. ¿Qué ha sucedido en estos cuarenta años? Que Andalucía tenía una tasa de paro alta en 1982, un 20,57%, pero inferior a la que tiene actualmente, que es de un 22,85%. ¿Y cuál es su posición relativa respecto al resto? Pues en 1982, pese a su elevada tasa de paro, no era la región con mayor desempleo, pues, por ejemplo, Cataluña la tenía ligeramente más elevada y País Vasco muy cerca de Andalucía.
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Sin embargo, actualmente y tras estos casi cuarenta años de socialismo, Andalucía tiene la mayor tasa de paro de España, con el mencionado 22,85%, mientras que Madrid, País Vasco o Cataluña la tienen cerca del 10%.
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¿Y qué recetas ha aplicado Andalucía en estos casi cuarenta años de socialismo en dicha región? Una política económica basada en un gran impulso del sector público. Así, por ejemplo, pese a tener 65.000 millones de euros menos de PIB que Madrid, el presupuesto de gasto público en Andalucía es 10.500 millones de euros mayor que el madrileño (30.628 millones en Andalucía frente a 20.071 en Madrid).
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Paralelamente, para intentar compensar ese mayor gasto, en Andalucía hay un sistema de impuestos que es uno de los más elevados de España, con cinco puntos más de tipo impositivo máximo de IRPF que en Madrid y un punto más en el tipo mínimo en IRPF que Madrid, el doble de tipo de AJD que en Madrid, impuesto de Patrimonio elevado (no existe en Madrid, o, mejor dicho, está bonificado al 100%), un impuesto de Transmisiones Patrimoniales (el que grava, por ejemplo, la compraventa de viviendas de segunda mano) que llega al 10%, el más alto de España, frente al 6% de Madrid, que tiene el más bajo del conjunto nacional, y, hasta hace poco, el impuesto de Sucesiones más elevado, hasta que por obligación de sus socios de Gobierno tuvieron que reducirlo (aunque sin llegar a la rebaja generalizada de Madrid para los familiares más cercanos), aunque los socialistas mantienen un gravamen alto para las Donaciones, a diferencia de Madrid.
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¿En qué ha desembocado todo esto? En que Andalucía ha incumplido la práctica totalidad de años el objetivo de estabilidad presupuestaria, con importantes desviaciones: 6 décimas en 2009, 7 décimas en 2010, más de 2 puntos de PIB en 2011, 6 décimas en 2012, en 2013 no se desvió, pero porque le concedieron casi 3 décimas más que el objetivo medio -gracias a los déficit asimétricos-, en 2014 se desvió 4 décimas y en 2015 lo hizo en 5 décimas. En definitiva, en los años de crisis, se desvió más de cinco puntos de PIB, es decir, alrededor de 7.500 millones de euros adicionales.
Eso ha hecho que Andalucía tenga una deuda del 21,7% de su PIB, frente al 15,2% que tiene Madrid, cuando al inicio de la crisis Andalucía partía con un 4,8% de deuda sobre PIB frente al 5,6% de Madrid. Así, debido a ese incremento exponencial del gasto público, la deuda en Andalucía ha crecido en casi 17 puntos de PIB frente a los 9,6 puntos que ha crecido en Madrid.
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En resumen, los casi cuarenta años de gestión socialista en Andalucía han supuesto un gasto público tremendo, con cientos de miles de millones de euros dilapidados por el sumidero de subvenciones improductivas, sin saber aprovechar las ayudas europeas, un déficit abultado que ha incumplido los objetivos de estabilidad prácticamente siempre, una deuda exponencial, aceleradamente creciente en los años de crisis por la no contención del gasto, una economía insolvente, que se financia gracias al Fondo de Liquidez Autonómica (FLA), los mayores impuestos de España, uno de los menores crecimientos económicos del conjunto nacional, uno de los menores PIB per cápita regionales, camino de ser el menor, que ha hecho que Andalucía vuelva a ser considerada por la Unión Europea como una de las regiones menos prósperas de Europa, y la mayor tasa de paro del conjunto nacional.
Esos son todos los datos de la economía andaluza en estas casi cuatro décadas, que reflejan la evolución que ha tenido la misma bajo los gobiernos regionales que han gestionado allí, todos socialistas, que han hundido Andalucía. Eso es lo que una mayoría de andaluces ha querido eliminar con su voto en las recientes elecciones para apostar por una política económica liberal, de impuestos bajos, reformas profundas y gasto público limitado, que es la política que, como los datos demuestran, genera prosperidad, crecimiento económico y empleo.

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