lunes, 18 de diciembre de 2017

El mito de la brecha salarial

Diego Barceló analiza el mito de la brecha salarial.
Artículo de Libre Mercado: 
Comiendo con mis cuñados y sobrinos, me sorprendí al ver que mi familia consideraba como un hecho cierto la brecha salarial entre hombres y mujeres. "Lo dice todo el mundo", argumentaron. Yo siempre dudé de la existencia de esa brecha, por una razón muy simple: si las empresas pudieran ahorrar un 25% de sus costes laborales simplemente contratando mujeres en lugar de varones, ¿por qué no lo hacen? La respuesta es porque esa brecha no existe. Veamos.
En primer lugar, tal brecha no puede afectar a los 3,1 millones de autónomos, porque ellos no tienen nómina. Cada autónomo percibe lo que buenamente puede con su actividad. Por otra parte, hay otros 3,1 millones de personas que trabajan en el sector público. En las tablas de retribuciones del personal funcionario se habla de "sueldos", "trienios" y "complementos", pero en ningún sitio se establece una diferencia entre sexos. Es decir que el personal del sector público también está a salvo de la brecha salarial.
Nos queda el grupo de 12,8 millones de asalariados que trabajan en el sector privado. Entre ellos, 3,6 millones tienen un contrato temporal. El Instituto Nacional de Estadística muestra en la Encuesta anual de estructura salarial que en 2015 (último dato disponible), las mujeres y los hombres con contrato temporal cobraron prácticamente lo mismo por cada hora normal de trabajo: 11,92 euros ellas y 12,02 euros ellos. Por lo tanto, tampoco hay entre estos 3,6 millones de trabajadores una brecha salarial.
Entre los 9,2 millones de asalariados del sector privado con contrato fijo (menos de la mitad del total de ocupados), sí se encuentra una diferencia: 14,17 euros/hora las mujeres frente a 16,77 euros los varones. Una mujer cobra, por cada hora de trabajo, 15,5% menos que un hombre. ¿Esto es una brecha salarial? Lo sería si esas horas se refirieran al mismo tipo de trabajo. Es decir, si esa diferencia en el salario por hora correspondiera a un hombre y a una mujer que hacen el mismo trabajo.
El caso es que hombres y mujeres realizan tareas muy diferentes. Por ejemplo, en 2016, un 32% de mujeres trabajó en restauración y tiendas (tareas con salarios relativamente bajos), mientras solo un 15% de los hombres se ocupó en ese tipo de tareas. Un 23% de mujeres realizó tareas elementales (las de salarios más bajos), pero ese solo fue el caso del 13% de los hombres. Un 21% de varones tuvo tareas cualificadas en la industria y la construcción (salarios relativamente altos), pero apenas el 2% de las mujeres tuvo ese tipo de ocupaciones.
Por lo tanto, tampoco hay una brecha salarial entre hombres y mujeres asalariados en el sector privado. Simplemente, realizan trabajos distintos y, lógicamente, perciben salarios por hora diferentes. Que haya algún caso aislado no puede descartarse en un país grande como España, pero desde luego no es la norma general.
Podremos preguntarnos por qué la distribución de tareas entre hombres y mujeres es la que es. Por ejemplo, si se debe a preferencias individuales o si responde a algún tipo de traba para el acceso de la mujer a determinados empleos (no parece que sea el caso general en España, un país donde hay mujeres en todos los puestos de gran responsabilidad: vicepresidenta del gobierno, presidentas de autonomías, líderes de oposición, juezas, presidentas de grandes empresas, etc.).
Lo que no deberíamos hacer es acusar a los empresarios o al "capitalismo salvaje" de una brecha salarial que no existe. Menos aún, inventar controles y nuevas regulaciones para corregir una situación imaginaria. El tema de la "brecha salarial" es una buena muestra de lo mal que se analizan las estadísticas económicas, del poco rigor informativo general y del triunfo, esperemos que no definitivo, de lo "políticamente correcto" sobre la razón y la verdad.

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