lunes, 22 de febrero de 2010

Sobre las diferencias de salario entre hombres y mujeres. (Política, Economía. 101)

Estos días todos podemos leer o escuchar noticias sobre las diferencias salariales entre hombres y mujeres, que se repiten cada año.

Así, se puede leer cómo en España el salario medio es un 25,6% menor en las mujeres que en los hombres, si bien este porcentaje varía según quién elabore el informe, pero en cualquier caso pongamos por encima del 20%. Este tipo de noticias se suele comunicar así tal cual sin entrar en un mínimo análisis del por qué, ya que tiene su impacto y justifica algunos ministerios como el de Igualdad, y una vez más, que viva la propaganda.

Bueno, pues vamos a entrar en ello, yendo lógicamente por delante que lo ideal es que hubiese una igualdad entre ambos sexos, como es lógico. Pero voy a intentar explicar primero el por qué es demagógico decir que las mujeres cobran un 25,6% menos que los hombres y me quedo tan contento con la afirmación (porque lleva a percepciones erróneas) y en segundo lugar el por qué de estas diferencias.

En primer lugar, un error muy grave consiste (y es lo que se hace, como indica el INE al dar estas cifras) en coger los datos brutos (según los datos del IRPF y Seguridad Social) y se divide haciendo una media entre el número de hombres y mujeres.
No importa que unos sean ingenieros, profesores o asistentas de la limpieza, lo que ya de por sí, genera diferencias salariales importantes, cuando lo que se debe hacer es ver si existen esas diferencias dentro de una misma empresa, dentro de un mismo sector, en función de la misma edad... ya que depende de cada puesto de trabajo, o convenio colectivo, o la edad desde la que estás trabajando o el grado de peligrosidad...se cobrará una cantidad u otra.
Por ejemplo, se sabido que un trabajador va cobrando cada vez más según ha trabajado más años y se acerca a su edad de jubilación. Por tanto, una persona en un mismo puesto que lleve 50 años trabajando cobrará más que otra que lleve 5 (por incrementos por convenio, productividad...). Por tanto, considerando que la entrada en el mundo laboral de la mujer ha sido mucho más tardía que la del hombre (hace pocas décadas eran amas de casa una gran mayoría, lo contrario que ahora), es fácil entender parte de esta diferencia, ya que ésta, como reconoce el INE en el grupo de edad entre 16 y 29 años, es muy reducida.

Otro elemento a valorar es el número de horas trabajadas por hombres y mujeres, y esto está relacionado con la maternidad. Como indica el informe del INE (http://www.ine.es/prodyser/pubweb/myh/myh09.pdf), los hombres trabajan de media 6,4 horas más a la semana (40, 8 a 34.4 horas en página 40), lo que explica también por tanto, que se cobre más. Esto puede ser explicado en que las mujeres, por desgracia, se dedica más a los hijos y cuidado familiar de enfermos que los hombres, lo cual no debiera ser así, pero lo es, lo que explica parte de las diferencias.

Otro elemento es el tipo de contrato, y es que no es lo mismo trabajar con un contrato a tiempo completo que con un contrato a tiempo parcial, lo que provoca lógicamente diferencias salariales, y los datos indican la existencia de una mayor proporción de mujeres que de hombres trabajando a tiempo parcial, lo que da lugar a que sus ganancias anuales sean inferiores. Esto se podría solucionar con horarios de tipo europeo, que permiten compaginar mucho mejor la vida laboral con la familiar, y de paso mejoraría la baja natalidad actual, un verdadero problema para el sostenimiento del sistema actual de pensiones. Un dato significativo en estos contratos es que entre las personas que tienen un trabajo a tiempo parcial, el 22,1 % de los hombres lo hacen para mejorar su formación, por sólo el 8,5% de mujeres (gráficas de la Página 36 del Informe del INE).

También influye que entre los 30 y los 40 años esta brecha salarial se amplía significativamente debido a la maternidad de la mujer, sufriendo durante ese periodo una congelación de su salario en un momento en el que los salarios de los hombres experimentan su mayor crecimiento, siendo el punto de inflexión de la promoción laboral, como se reconoce desde la propia Agencia Tributaria. Así, en muchas ocasiones, cuando la mujer se queda embarazada, sus contratos se suspenden (lo que significa que no cobran aunque pueden retomar su trabajo una vez se hayan cumplido una serie de plazos).

Otro elemento más es la especialición o el tipo de trabajo. Lógicamente, a mayor especialización o trabajo de mayor riesgo, más retribución. Pues bien, los datos indican que el empleo femenino crece en sectores de muy bajo valor añadido estando empleadas en puestos de escasa cualificación, como señalan los datos del Ministerio de Trabajo (esto, como he comentado antes está cambiando ya que ahora las mujeres poseen una formación más cualificada, algo que no ocurría antes), mientras que hay más hombres en trabajos más especializados con mayor riesgo (plus de peligrosidad) y mejor salario o sin ir más lejos en puestos directivos.

En esta dirección apuntan las declaraciones de la secretaria general de Políticas de Igualdad, Soledad Murillo, quien explicó que la diferencia entre ambos sexos no está en el salario, sino en “los complementos y el tipo de carga de trabajo”.

En definitiva, lo que queda claro es que no es que haya diferencias en la remuneración de un mismo trabajo (y cuando los haya hay que denunciarlo, ya que la ley penaliza este comportamiento duramente), sino que hay trabajos desiguales o puestos diferentes, en los que influyen muchas variables (grupo de edad, tipo de contrato, cualificación, antiguedad, ocupación...), y que después de analizarlas te das cuenta nuevamente de lo fácil que es hacer propaganda y demagogia diciendo las cosas de manera sesgada.

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