sábado, 13 de octubre de 2012

El Gobierno ‘reinventa’ un nuevo IPC para demostrar que la vida sólo sube un 1,4%. (Política, Economía. 930)

Un nuevo ejemplo de la manipulación a la que es sometida el ciudadano por parte del poder político.

Todas las políticas económicas actuales van dirigidas al incremento de la inflación (el impuesto oculto del pueblo), con efectos muy negativos para el poder adquisitivo del ciudadano y su ahorro.

El riesgo de las políticas expansivas (creación de dinero, rescates, bajadas de tipos de interés...) es la subida incontrolada de los precios (creciente inflación) y esto tienen que disimularlo y controlarlo de la manera que sea, puesto que esas políticas le son sumamente beneficiosas a los políticos permitiéndoles la compra de toda la deuda pública que emiten (absolutamente incontrolada ya y creciendo), y que les permite mantener sus políticas de despilfarro y gasto:


"¿Cuánto está subiendo la cesta de la compra? Hasta ayer, jueves, la respuesta era sencilla: lo que diga el Índice de Precios de Consumo (IPC). Ahora, sin embargo, la respuesta no es tan fácil. El Instituto Nacional de Estadística (INE) publicó ayer por primera vez con todo lujo de detalles un nuevo IPC que excluye del cálculo de la evolución de la cesta de la compra los aumentos de impuestos.

El resultado es sorprendente. Según el nuevo índice, los precios subieron en el último año un 1,4%. Es decir, muy lejos del 3,4% que creció el coste de la vida incluyendo la evolución de la presión fiscal. O un 3,5% si se mide la evolución en términos de IPC armonizado (referencia de la Unión Europea).



Hasta ahora el INE publicaba el IPC a impuestos constantes en formato índice con base 100 en 2005, pero ahora ha decidido crear una publicación específica que detalla con precisión la evolución de la inflación como si los tributos no hubieran subido. Y las conclusiones son significativas.

El pasado mes de agosto tanto el IPC ‘normal’ como el IPC a impuestos constantes reflejaban una subida del 2,7% en el último año, pero en septiembre (tras la subida del IVA) se ha producido un vuelco espectacular. En el primer caso, se ha registrado un aumento del coste de la vida de ocho décimas, pero en el segundo lo que se ha producido es un descenso de los precios de 1,3 puntos porcentuales.

Tanta divergencia explica la diferencia entre el 3,5% y el 1,4%. El nuevo índice no tiene en cuenta ni el aumento del IVA ni el crecimiento de los impuestos sobre combustibles, tabaco, matriculación y primas de seguros. Si se excluyen todas estas subidas, los precios se habrían encarecido, como se ha dicho, un 1,4%. Es decir, incluso por debajo de la evolución de la inflación subyacente, que elimina el comportamiento de los elementos más volátiles e imprevisibles de la cesta de la compra: alimentos no elaborados y combustibles. Según el INE, la inflación subyacente ha crecido un 2,1% en los últimos doce meses.


Economía justifica la publicación de este nuevo índice en que durante la última reunión del Comité del Sistema Estadístico Europeo (CSEE), celebrada el pasado día 26 de septiembre, se aprobó el Reglamento de la Comisión de la UE para la elaboración del IPC armonizado a impuestos constantes, que hace obligatorio el cálculo de este indicador para todos los países miembros. Y eso es lo que ha hecho el Gobierno.

¿Subirán las pensiones?

Sucede, sin embargo, que la publicación del IPC a impuestos constantes coincide en el tiempo con el debate sobre si el Gobierno, finalmente, compensará a los pensionistas por el hecho de que el IPC esté subiendo en torno a un 3,5%, frente al 1% que se actualizó a cuenta a comienzos de año.

El Gobierno sostiene que el objetivo del nuevo índice es descontar de la variación de precios la parte que se puede deber a las modificaciones en los impuestos que gravan el consumo. Para ello se mide la evolución del IPC bajo el supuesto de que estos impuestos no han variado desde el momento de referencia. Así, dice Economía, cuando se produce un alza de los impuestos, como es el caso, una tasa de variación mensual negativa del IPC a impuestos constantes indicaría que no todo el aumento de impuestos se ha trasladado al consumidor.

O dicho en otros términos, qué parte del aumento de la presión fiscal ha podido ser absorbida por las empresas para no perder cuota de mercado en un contexto macroeconómico como el actual. Este nivel de desagregación ha permitido, igualmente, elaborar un nuevo índice que no sólo excluye la variación de los impuestos, sino también las subvenciones. Y en este caso el resultado es que la cesta de la compra habría subido sólo un 0,9% en el último año.

Eliminando los impuestos, el resultado es que, por, ejemplo, los alimentos habrían subido un 1,1% en lugar del 2,6% que marca el IPC armonizado, mientras que el vestido y el calzado habría descendido un 2,2%, frente a la subida de dos décimas que refleja el coste de la vida ‘tradicional’.

Fuente: El Confidencial

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