viernes, 8 de agosto de 2014

20 falacias sobre Empresa y Política: 1) Empresa creciente, Estado menguante

Carlos Rodríguez Braun muestra 20 falacias muy extendidas entre la empresa y la política. En esta primera entrega, sobre la falacia de que el dominio de la empresa es cada vez más grande, mientras que el dominio y el peso del Estado en la economía es cada vez menor, mostrando a su vez el mensaje que con esto se quiere dar.
Artículo de Expansión:
La relación entre el mundo de los negocios y el de la política es tan intensa como confusa. Dedicaré esta nueva serie agosteña a señalar los errores más frecuentes que padece el análisis de esta cuestión. 
El primero de ellos es tan generalizado que no cabe menos que asombrarse ante su persistencia. En efecto, a derechas, y sobre todo a izquierdas, se repite sin cesar que la política retrocede, mientras que las empresas avanzan. 
Desde la caída del Muro de Berlín, y desde luego no por casualidad, arrecia la noción de que el peso creciente de las empresas en la economía de mercado ha ido arrinconando al Estado. Las palabras neoliberalismo, globalización, privatización, desregulación..., apuntan a denunciar una suerte de anarquía estaticida o de capitalismo salvaje (tampoco es casualidad que nunca se hable de socialismo salvaje), y se ha procurado extender entre los ciudadanos el temor ante lo que se asegura es un inminente desmantelamiento del Estado de bienestar dentro de una aviesa campaña para acabar con lo público. 
Los Estados han crecido 
Nada puede estar más lejos de la verdad. Las economías de buena parte del mundo han crecido, sí, pero los estados también, de modo que su peso no ha disminuido en ninguna parte. Los famosos recortes del gasto de las diversas administraciones públicas, si existen, sólo aspiran a legitimar y consolidar unos Estados enormes que nadie quiere reducir de manera apreciable. Los niveles récord de gasto público, impuestos y deuda pública, derivan de que todos los gobernantes que reconocen que deben defender el Estado del Bienestar: los que hablan de la supuesta campaña que aspira a desmantelarlo dicen justo lo contrario de lo que cualquiera puede comprobar que es la realidad. 
Pero lo que cualquiera puede también comprobar con gran facilidad, puesto que las estadísticas sobre el tamaño del sector público están disponibles y son de fácil acceso, es que el Estado menguante no existe y nunca existió. Otra vez, los que predican la alarma ante su supuesta extinción afirman lo contrario de lo que está a la vista de todos. 
Esta increíble ofuscación, este contraste llamativo entre lo que pasa y lo que se dice que pasa, tiene un correlato político tan claro como peligroso, puesto que su conclusión es que el Estado debe crecer a expensas de las empresas: este es el mensaje antiliberal fundamental de nuestro tiempo, y ante él se esgrimen espantajos como la supuesta debilidad de la política o la necesidad de que se expanda para luchar contra las desigualdades. Que el Estado sea grande y desigual con respecto a sus súbditos no suscita inquietud alguna.

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