martes, 12 de agosto de 2014

20 falacias sobre Empresa y Política: 5) La empresa es un Estado

Quinta entrega de Carlos Rodríguez Braun sobre las extendidas falacias en relación a la empresa y la política. En este caso analiza la falacia de que la empresa es como un Estado, en el sentido de que el Estado es títere de la burguesía y de que el poder económico es igual al poder político.


Artículo de Expansión:

Éste es un error similar al que presentamos en el artículo anterior, pero desde el extremo opuesto, y tiene dos acepciones interrelacionadas: la vieja idea de Karl Marx de que el Estado es títere de la burguesía, y la imagen del poder económico como si fuera igual al político.

La primera idea es absurda: ya vimos que ninguna empresa puede forzar a los ciudadanos a pagar, como lo hace el Estado con las personas físicas y también jurídicas. La idea básica de las empresas es la libertad, y de ahí que los enemigos de las empresas sistemáticamente pretendan quebrantarla, como veremos en diversas oportunidades en esta serie. Repiten, así, una y otra vez, que todo lo que tiene que ver con las empresas viene descalificado por la intromisión de una coerción supuestamente avasalladora que convierte las relaciones libres en relaciones de servidumbre.

La fábula se extiende

Lo interesante de esta fábula es que se extiende por doquier, y ha tenido un considerable éxito. Así, por ejemplo, los contratos laborales han sido en todo el mundo quebrantados por la política y la legislación con el argumento de que no hay una relación genuinamente libre entre los empresarios y los trabajadores, sino que éstos están sometidos a aquéllos, con lo cual el Estado debe intervenir en su favor para prevenir la posible injusticia. Curiosamente, jamás se piensa que en este proceso todo el mundo acaba sometido al poder de alguna forma: nadie parece concebir que igual esta relación de servidumbre es injusta.

Para colmo, la extensión del cuento de la coerción empresarial llega al propio Estado, retratado como un esclavo de los empresarios, un títere de la burguesía, según la célebre expresión de Marx. Nada puede estar más lejos de la realidad. Desde luego es un títere sumamente curioso porque ¡obliga a pagar al titiritero!

La segunda idea es análogamente insostenible: no hay un poder económico asimilable al político, y en competencia las empresas no tienen garantizados ni sus ingresos ni sus beneficios. En el mercado el poder económico está en manos de los consumidores. Tampoco los ricos de la lista de Forbes tienen asegurada allí su posición ni su permanencia. Es incorrecto hablar de que una empresa determinada controla cierto porcentaje del mercado, como si el peso de esa empresa fuera un dato inapelable y garantizado para siempre. Como vimos, son los estados los que tienden a perdurar, porque detentan un poder que les es exclusivo: el de quitarles el dinero a los ciudadanos y avasallar sus contratos, sin castigo alguno.

Esto no quiere decir que las empresas no intenten acercarse al Estado, al contrario: son muchas las que lo intentan, precisamente para vivir a costa del prójimo, como apuntamos en el artículo anterior. Pero de ahí no se puede concluir que quienes se le aproximan sean idénticos a él.

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