domingo, 10 de agosto de 2014

El joven alcalde que saldó toda la deuda pública

Una buena muestra de la importancia de la competencia fiscal y cómo las rebajas de impuestos permiten aumentar la creación de empleo, la actividad y la recaudación.

Uno de los grandes beneficios de dicha competencia fiscal es desincentivar las constantes subidas impositivas por parte de los políticos, y por tanto de la creación de más y más "impuestos revolucionarios" y del robo institucional, pues implica un freno a este crecimiento sin fin pues de esta manera, el contribuyente, empresas...huyen de los infiernos fiscales hacia lugares más agradables en donde no te saquean la riqueza que generas.


A su vez, los menores impuestos a las empresas como en este caso, además de atraerlas desde infiernos fiscales colindantes, permite aumentar la actividad y la generación de nuevas empresas.
De esta manera aumenta la generación de riqueza (en beneficio del conjunto de la sociedad), pues permite que muchas más empresas o actividades que se inicien puedan ser rentables y no tengan que cerrar o ni siquiera iniciarse, permitiendo así a más gente trabajar (y aumentar la capacidad adquisitiva y la renta), aumentando la producción de bienes y servicios (de los que se beneficia la sociedad evitando la escasez y mejorando el comercio y el intercambio voluntario, lo que lleva a una mayor capacidad de obtener nuevos bienes a cambio de otros producidos).

Adicionalmente, otra consecuencia positiva es el incremento de la inversión privada, pues los menores impuestos aumentan los recursos disponibles en la empresa, que pueden dedicarse a aumentar la inversión-investigación en nuevos proyectos-productos mejorando los presentes tanto en calidad como en la optimización de los recursos empleados en su producción, lo que permite aumentar bien la calidad o prestaciones del producto, bien el precio del mismo, o ambos (pensemos por ejemplo en la evolución de los teléfonos móviles o los ordenadores).
Y en definitiva, este incremento del ahorro e inversión permiten el incremento del capital, y la mayor capitalización de la economía es lo que lleva al incremento de la productividad y de los salarios reales de los trabajadores.

Dónde está el error que puede darse en el caso concreto  mostrado en el artículo?. En el incremento proporcional que pueda darse en el gasto público, que acaban convirtiéndose en estructurales, y haciendo menos independiente al ciudadano. De esta manera, cambios en la capacidad de obtención de ingresos (por legislaciones políticas de orden superior, o por el traslado de algunas empresas a otros lugares más atractivos en un futuro, llevaría a problemas estructurales a dicha localidad, y tenemos experiencia en este sentido de lo difícil que es reducir el gasto público o prestaciones una vez incrementado o prestado "gratuitamente" ante la situación de que no se generen los ingresos suficientes.

Por ello, una mejor solución es efectivamente proceder a rebajas impositivas en otros órdenes (IRPF, impuestos locales...) al alcanzarse superávit permitiendo aumentar la renta en los bolsillos del ciudadano, así como por la mayor renta obtenida por el incremento de la actividad, para que sean ellos (y no el sector público tras meter mano en sus bolsillos) los que paguen dichos servicios, permitiéndose a su vez una mejor asignación de recursos en aquello donde es más necesario/demandado (que nunca podrá ser sabido por la mente de un burócrata que decide por todos sin saber de primera mano las preferencias reales de cada individuo). Y esto lleva además a una mayor producción de lo que es más demandado (más emprendedores llegan a ese sector pues hay un incentivo económico), lo que lleva a economías de escala, y como hemos comentado antes más producción y competencia en dicho bien/servicio, y en consecuencia mayor abaratamiento del servicio y mayor desarrollo del mismo.

Artículo de El Mundo:

Un joven alcalde de 32 años ha puesto en jaque a la Federación de Municipios alemana. Se llama Daniel Zimmermann, es desde 2009 alcalde de Monheim, una ciudad de 43.000 habitantes cercana a Düsseldorf, y ha sido reelegido con el 95% de los votos gracias a un extraordinario saneamiento de las finanzas del ayuntamiento.

"Creo que la gente está satisfecha y es lo que se percibe en la votación. En las fiestas del año pasado ya habíamos pagado el último crédito y desde entonces estamos exentos de deuda. Incluso estamos ahorrando y disponemos ya de 130 millones de euros de reserva para el año que viene. Así debe ser de ahora en adelante", afirma con seguridad, convertido en una denuncia con patas de las políticas que siguen el resto de sus colegas alcaldes.

El secreto de este saneamiento financiero no es la austeridad extrema, ni mucho menos, sino una potente rebaja de los impuestos a las empresas que puso en marcha apenas llegó a la habitación 142 del Rathaus local, que hace las veces de despacho pero que no es más que un cuarto con una mesa, un teléfono y un ordenador, adoleciendo de cualquier decoración o elemento simbólico.

Así, Zimmermann ha hecho de Monheim la sede fiscal más barata de Alemania. "Al ofrecer tasas de impuestos muy bajos a las empresas, son muchas las que deciden trasladar aquí su sede, lo que automáticamente genera ingresos públicos y puestos de trabajo", explica. "Ecolab, por ejemplo, tiene aquí 4 plantas con unos 700 empleados. Su decisión de radicar en Monheim una mayor parte de su actividad nos permite recaudar 200 millones de euros anuales en lugar de los 20 millones de antes, ese es el único secreto. Gracias a eso podemos permitirnos el lujo de que todas las guarderías sean gratuitas, por ejemplo, y estamos a punto de inaugurar una nueva escuela de música", presume.

Zimmermann combina con sorprendente comodidad la política de impuestos por los suelos con el gasto social generoso, sin adscribirse a ninguna ideología determinada. "Bueno, tenemos que pensar hasta qué punto las ideologías ayudan a gestionar un municipio o son un obstáculo para hacerlo. No creo que los ciudadanos quieran elegir un alcalde con determinada ideología por encima de la posibilidad de elegir un alcalde que resuelva problemas", despacha.

Zimmermann, de hecho, no pertenece a ninguno de los partidos políticos convencionales. Fundó su propio partido cuando todavía estudiaba en el instituto del barrio, Peto, que en latín significa 'yo propongo', y con él y un grupo de compañeros de colegio se presentó a las elecciones a la vuelta de sus estudios universitarios, convirtiéndose a los 27 años en el alcalde más joven de Renania-norte Westfalia.

Tiene detractores, pero no están en su ciudad, sino en los ayuntamientos de las ciudades vecinas, que observan con alarma cómo aumenta a diario el número de grandes empresas y pymes que se mudan a Monheim en busca de un régimen fiscal más acogedor. "En Alemania ya hay tres o cuatro ciudades con este tipo reducido de gravamen para las empresas", dice Frank Schneider, alcalde de la vecina Langenfeld, "esto no puede seguir así porque el dumping fiscal causa a largo plazo más perjuicios que beneficios a las ciudades".

Pero Zimmermann solo ve beneficios: "El año pasado captamos hasta una empresa holandesa que paga actualmente en impuestos unos 4 millones de euros al año. El objetivo ahora es consolidar la contribución fiscal ofreciendo a ésta y otras empresas cuantas comodidades podamos, fidelizarlas a nuestro municipio".

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