Luís I. Gómez continua analizando en esta tercera entrega la Agenda 2030 del gobierno de España, y la nula relación entre la palabras vacías y las medidas que llevan a sus pomposos objetivos.
Artículo de Disidentia:
Continuamos analizando aspectos del Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 12, Producción y Consumo responsables. Terminaba la segunda parte de esta serie sobre la Agenda 2030 haciendo unas consideraciones sobre cómo las propuestas para aumentar la producción y el consumo de productos agrícolas “bío” podrían suponer una carga severa sobre los ecosistemas y la biodiversidad. Curiosamente, en la documentación hasta ahora publicada por el Gobierno de España no se aborda este problema con una sola sílaba. Por lo general, cuando acudimos a diversas fuentes como la FAO, al describir el campo de trabajo “Agricultura, uso de la tierra y protección del suelo” incluso podemos leer que la agricultura orgánica promueve la protección de las especies, contamina menos las aguas subterráneas y el clima, protege contra el excesivo uso de fertilizantes y es esencial para la protección de los suelos. Esta evaluación de la “agricultura ecológica” también está en directa contradicción con los resultados científicos conocidos. El aumento en la necesidad de superficie también significa que el potencial de eutrofización de la agricultura orgánica, medido por unidad de rendimiento, es significativamente mayor que en la agricultura convencional. (Sigo basándome en los datos recogidos en el muy amplio y sólido metaestudio de Tuomisto y colegas).
Afirmaciones del tipo “Si compra productos orgánicos, también está haciendo algo bueno para usted, porque las cualidades sensoriales son mejores y hay menos residuos de pesticidas” tampoco reflejan el estado actual del conocimiento científico (ver Haglund et al. o Talavera-Bianchi et al. sobre evaluación sensorial. Ver Ames et al. o Magkos et al. sobre pesticidas). Cuando de hacer promoción de algo se trata, es aceptable resaltar únicamente las virtudes de lo que vendemos. Pero si es el gobierno el que nos propone algo, no puede ocultar los resultados de investigaciones importantes, tampoco aquellos que pudieran contradecir su propia posición.
En un país carente de tejido industrial amplio y consolidado, con una tasa de paro crónico por encima del 15% de la población activa y una tasa de paro juvenil cercana al 50%, encabezar el apartado dedicado al ODS 8: Trabajo decente y crecimiento económico con la frase “Promover el crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible, el empleo pleno y productivo y el trabajo decente para tod@s. (sic)” parece más un brindis al sol que la descripción de un plan. Imagino que el Gobierno de España ha adoptado el adjetivo “decente” para calificar al trabajo en oposición a situaciones de esclavitud o cuasi-esclavitud, porque la “decencia” no es una característica de lo que se hace, si no de quién lo hace. Y todo aquél que no delinque para ganarse el pan, pagar la hipoteca y sacar adelante a su familia es decente. Y su trabajo, por tanto, también. Y no importa si hablamos de una prostituta o un ingeniero aeroespacial.
No soy economista, pero a nadie se le escapa que el mejor argumento que tiene un trabajador para mejorar sus condiciones laborales es el de “si esto no mejora, me voy a otra empresa, jefe”, lo cual sólo es posible en situación de pleno empleo (tasa de paro +/- 5%). España dispone de una de las mejores redes de infraestructuras de Europa: aeroportuaria, portuaria, vial, ferroviaria, …, luego ahí no podemos encontrar la razón por la que el país siga siendo enormemente dependiente del sector servicios (incluyo el turismo aquí) y funcionarial. Para generar una red productiva sostenible, mejor: robusta, es necesario eliminar trabas a la inversión, fomentar el ahorro, facilitar la explotación responsable de los recursos naturales -especialmente los estratégicos, como las tierras raras-, eliminar trabas burocráticas a la creación de empresas, fomentar la innovación en todos los terrenos, reducir la carga fiscal de empleadores y empleados (porque, no se lo van a creer, un empleado con un buen sueldo puede ahorrar, y si no se le hiperfiscalizan sus ahorros, ¡puede convertirse en inversor si lo desea!) y, en definitiva, promocionar la iniciativa privada mediante políticas, aquí sí, inclusivas e igualitarias: porque no favorecen ninguna actividad en perjuicio de otras por mero corporativismo o ideología.
Ni que decir tiene que, en la web del Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030 no encontraremos ni una sola palabra de esto que les relato. Sí muchos conceptos perfectamente vacíos, como el del “turismo sostenible” que, cito, “cree puestos de trabajo y promueva la cultura y los productos locales”. Como si el turismo en España no crease ya puestos de trabajo, no promoviese la cultura y sólo sirviese comida china. De la temporalidad de estos puestos de trabajo, ni una palabra. Me parece magnífico “proteger los derechos laborales”, pero los derechos laborales sólo se aplican a quien trabaja, y si no se protegen las inversiones y la creación de nuevas empresas, no habrá puestos de trabajo sujetos a derechos. El “plan” dice que se fomentarán la pequeña y mediana empresa. Pero no encuentro ni una sola de las medidas arriba mencionadas más allá de “facilitar el acceso a servicios financieros”. El año 2021 empieza con significativas subidas de impuestos.
En el punto 8.2 del ODS “Trabajo decente y crecimiento económico” podemos leer:
“Lograr niveles más elevados de productividad económica mediante la diversificación, la modernización tecnológica y la innovación, entre otras cosas centrándose en los sectores con gran valor añadido y un uso intensivo de la mano de obra”
Según los últimos datos del INE, publicados con relación al 2019, la inversión en investigación y desarrollo (I+D) se situó en torno al 1,25% del PIB, apenas una centésima más que en el 2018 y todavía por debajo de los niveles precrisis. El porcentaje está lejos del objetivo del 2% que se había marcado España para el 2020 y todavía más del objetivo del 3% que había fijado la Unión Europea para este mismo año.
Pero no se preocupen, vamos a “Aumentar el apoyo a la iniciativa de ayuda para el comercio en los países en desarrollo, en particular los países menos adelantados…” (sic), y por ahí empezaremos la próxima semana la cuarta entrega de esta serie de artículos.
Puede leer la primera parte siguiendo este enlace.
Puede leer la segunda parte siguiendo este enlace.
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