miércoles, 5 de octubre de 2011

Si la justicia premia a los violentos, qué mensaje estamos enviando a los pacíficos?. (Política, Economía. 390)

Toda la razón la de este artículo sobre las recientes decisiones judiciales, al respecto de ETA y de la violencia en huelgas. Definitivamente, se demuestra cada vez más el derrumbe moral de esta sociedad y la recompensa que supone ser violento, sea para el fin que sea, y esto no supone otra cosa a la larga que el fin de toda sociedad:

"Ayer se produjeron dos noticias muy graves y que evidencian la degradación de una institución que está llamada a estar entre las más sólidas en todo país realmente democrático. Por un lado, el Fiscal superior del País Vasco se dirigió en segunda persona a los miembros de la banda terrorista ETA, asegurándoles que si piden perdón a sus víctimas y disuelven esa banda criminal, la justicia “sabrá ser generosa para comenzar de nuevo a construir una sociedad justa, libre y plenamente democrática, donde todos quepamos, también vosotros”.

Por otra parte, ayer se daba a conocer que el Tribunal Constitucional ha decidido avalar la violencia sindical cometida en un “contexto huelguístico”. Según una sentencia del TC -que ha salido adelante con una profunda división entre los magistrados-, no procede acusar de un delito de desobediencia a la autoridad a actos “conectados” con el ejercicio del derecho a la huelga. Los hechos a los que se refiere el TC ocurrieron en mayo de 2002 en el Ayuntamiento sevillano de Tomares, cuando un sindicalista empujó, tiró al suelo e insultó a un agente de la Policía Local. Esa sentencia del TC implica que el uso de la violencia forma parte del derecho de huelga. Esto quiebra uno de los pilares jurídicos de toda sociedad democrática: que los derechos de uno acaban donde empiezan los derechos de los demás. A partir de ahora los piquetes violentos tendrán carta blanca para coaccionar al resto de trabajadores. Ahora sólo falta que el Tribunal Constitucional nos conteste a una pregunta: ¿será inconstitucional no dejarse amenazar, coaccionar ni agredir por un piquete?

Si los órganos cuya misión es aplicar la ley se muestran magnánimos con quienes se valen de la violencia para imponer sus ideas, entonces quienes defendemos nuestras ideas por medios pacíficos estamos en posición de desventaja. ¿Acaso la justicia muestra generosidad cuando quienes no han matado a nadie cometen alguna infracción? A una víctima de ETA no le perdonan ni las multas de tráfico por ser víctima, ¿y se va a mostrar generosidad con quienes han asesinado a niños, mujeres, policías, guardias civiles… sólo porque al cabo de cuatro décadas de asesinatos se están planteando dejar de matar? ¿Cómo hemos de interpretar esto quienes no nos hemos planteado nunca ni la mera idea de provocar un arañazo a otro para lograr nuestros propósitos? Nosotros hemos respetado la ley escrupulosamente -en la mayoría de los casos no sólo porque sea ley, sino también por principios morales tan necesarios en una sociedad civilizada como el que contiene el quinto mandamiento- mientras ellos usaban la violencia en su provecho, ¿y ahora se premia a los violentos? ¿Qué mensaje moral lanza un Estado que beneficia a los violentos mientras se muestra estricto e inflexible con los pacíficos cuando cometen alguna infracción, por leve que sea?"


Fuente: Contando Estrelas

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