«Los Gobiernos de corte socialista utilizan la emisión de deuda o de impresión monetaria como una caja chica, que sin ningún tipo de control oculta o tapa los déficits fiscales y las fallas estructurales del país con un alto gasto público sin miras de establecer proyectos autosustentables», nos dice Emmanuel.
En ese sentido, explica que en el discurso populista queda muy bien hablar sobre ayudar a los pobres y darles de comer. También queda bien ofrecer salud gratuita, educación gratuita y todo lo que signifique gratuidad o que tenga que ver con subsidios. Sin embargo, resalta, eso tiene un costo en la economía.
«Para que esto ocurra debe haber dinero, producción y una producción que sea real, no una falsa emitida por un Banco Central. Es por esto que las ayudas sociales no terminan siendo tal cosa, sino que es peor porque termina empobreciendo aún más».
Por ello, comentó que el crecimiento desproporcional del Estado, con intenciones de acumular todos los recursos es uno de los más grandes peligros para la estabilidad financiera y democrática de un país. Sostuvo que el dinero del Estado tiende a ser fácilmente malgastado porque los que lo manejan no fueron los que lo generaron y porque «es fácil ser generoso con los recursos que no son tuyos».
«El gasto público siempre debe ser visto con desconfianza. Sobre todo porque, por regla general, el ciudadano desconoce el fondo de las finanzas de la nación. Con esto me refiero a la procedencia de los fondos y su destino», señala Emmanuel.
El gasto público en gobiernos socialistas en América Latina
En ese sentido, se refirió a las políticas de los gobiernos socialistas en América Latina, que han llevado a sus países a la quiebra y la hiperinflación. En específico, comentó la promesa de Hugo Chávez, en Venezuela, de tener el mejor sistema eléctrico de la región y expropió las principales empresas de electricidad. Hoy, la realidad es que Venezuela enfrenta una crisis en su sistema de electricidad.
Para el host de Culture War, esto se debe a que no se puede vivir solamente de las promesas y las expropiaciones, sino que se debe considerar un plan para alcanzar servicios públicos de calidad. «Las falacias y promesas socialistas se dan por millones. El caso eléctrico de Venezuela es solo un ejemplo de cómo operan los discursos populistas, basados en mentiras».
Por otra parte, indicó que «el Estado funciona igual que una empresa, que tiene ingresos y egresos. Y si tiene mayores egresos está destinado a la quiebra. No hay que ser demasiado inteligente para entender algo tan sencillo».
Finalmente, aseguró que es necesario que los ciudadanos se informen sobre los planes de Gobierno de los políticos. Aseveró que es necesario tener personas que pregunten y cuestionen los proyectos porque son los votantes los que le ponen límites a los políticos.
Resalta que «Es extremadamente sencillo prometer y mentir. Si los ciudadanos siguen comprando las mismas falacias y votando por el demagogo y populista de turno, y no por quien ofrezca un programa de gobierno serio y coherente, basado en presupuestos transparentes; los políticos seguirán mintiendo para lograr sus objetivos».
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