martes, 8 de septiembre de 2020

Carmen Calvo, dictadora

Santiago Navajas analiza la continua deriva dictatorial al respecto de la desMemoria Histórica y la nueva pretensión de la nueva Ley anunciada por Carmen Calvo (PSOE), y qué conllevaría para sí mismos si sus palabras fueran sinceras u objetivas. 

Artículo de Libertad Digital: 

Si de verdad a Carmen Calvo le preocupa el enaltecimiento de la dictadura, debería hablar con varios colegas de Gobierno.Carmen Calvo

La vicepresidenta primera del Gobierno, Carmen Calvo, advierte que la nueva Ley de Memoria Histórica "prohibirá todos los espacios donde se produzca el enaltecimiento de las dictaduras". La diferencia entre una dictadura y una democracia es que en dictadura no se permite el enaltecimiento de la democracia, mientras que en democracia sí se permite el enaltecimiento de la dictadura. Si no, la democracia se convierte en dictadura. Es sencillo, pero Carmen Calvo...

Defiende la vicepresidenta de Sánchez que en una democracia no puede haber "fundaciones públicas que enaltezcan regímenes totalitarios o figuras dictatoriales". ¿Es consciente Calvo que, siguiendo su razonamiento, se debería prohibir la Fundación Largo Caballero y la Fundación Pablo Iglesias? El principal argumento de la vicepresidenta es que "la sociedad española ya está madura para mirarse a sí misma". Pero es obvio que la izquierda española sigue instalada en una confortable amnesia respecto a su pasado de criminalidad política.

El fundador del PSOE, Pablo Iglesias, amenazó de muerte en el Parlamento a Antonio Maura, que después sufrió un atentado. Posteriormente, el partido socialista tomó parte en la dictadura de Primo de Rivera (Largo Caballero) y participó en el golpe de Estado contra la II República (Indalecio Prieto). Varios de sus miembros defendieron las dictaduras comunistas. En una entrevista, realizada por el entonces joven periodista socialista Santiago Carrillo, Largo Caballero hizo gala de por qué lo llamaban el Lenin Español: "El socialismo tendrá que acudir a la violencia máxima para desplazar al capitalismo". El propio Carrillo, desde la dirección de Renovación (la revista de las Juventudes Socialistas), defendió el uso de la violencia con alusiones de admiración a Lenin. Tanto Largo Caballero como Carrillo, líderes del PSOE y sus Juventudes, defendían al alimón que solo la dictadura del proletariado sería eficiente para eliminar el poder de la burguesía. La ley liberticida que plantea Carmen Calvo, si no es una ley ad hoc contra la Fundación Francisco Franco, también debería retirar subvenciones y cancelar la Fundación para Investigaciones Marxistas vinculada al Partido Comunista.

Pero no por todo lo apuntado vamos a proponer la proscripción del PSOE. En una sociedad abierta liberal caben los admiradores de Franco y los fans de Largo Caballero. La tolerancia ampara el enaltecimiento del franquismo o del socialismo, siempre que se hagan teóricamente y no se incurra en la acción violenta. No pasa nada si en algunos mítines de la derecha se levanta el brazo y se extiende la mano (algo que no suele pasar) y en los mítines de la izquierda se alza el puño (lo que es habitual en los de PSOE, Podemos, ERC, Bildu e IU), siempre y cuando se haga solo simbólicamente, como nostalgia de cuando no estaban domesticados por la civilización liberal, y no lleven a cabo escraches tan queridos para los matones de todos los partidos.

Si de verdad a Carmen Calvo le preocupa el enaltecimiento de la dictadura, debería hablar con varios colegas de Gobierno, que han defendido la guillotina como "madre de la democracia", el Terror jacobino y las purgas de Lenin. Pero hasta que no construyan un cadalso en la Puerta del Sol, no habrá que cancelar a Pablo Iglesias y a Alberto Garzón. Debe tener en cuenta la vicepresidenta que amenaza con la violencia a los feministas que no comulgan con sus dogmas de género que sus socios en el Parlamento hacen enaltecimiento de terroristas cada dos por tres en el País Vasco. A lo que responden los socialistas brindando con chacolí con los mismos que pegaban tiros en la nuca a sus compañeros. Están en su derecho. Esto es una democracia liberal (todavía). Como Alberto Garzón tiene todo el derecho del mundo a hacerse una fotografía con un chándal de la siniestra dictadura de la RDA, por muy cutre y hortera que se vea, mientras se va de vacaciones de luna de miel durante un mes a la muy capitalista Nueva Zelanda. La Historia y las ideas no son tan lineales y maniqueas como cree la vicepresidenta bonita.

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