viernes, 12 de julio de 2013

Todo es culpa de Lehman Brothers. (Política, Economía. 1.734)

Berta González de Vega critica la facilidad de algunos de buscar las culpas siempre fuera de todo lo que nos pasa. Aquí se hace todo muy bien, el responsable siempre es otro, que desea nuestro mal:

"Debe de molar mucho lo de ser de izquierda inamovible, no me digan. A favor de los pobres, de los saharauis, de los palestinos, de las energías renovables, del comercio local, en contra de las multinacionales, del capitalismo atroz, de cualquier método de selección meritocrática, de la deuda odiosa, de los mercados –a los que conviene, eso sí, colocar deuda–. En definitiva, dueños de la legitimidad moral que dice que los que no opinen como ellos son casi genocidas, perversos, que desean el mal para los demás. Los otros, claro, piensan que esa izquierda es vaga, huele mal y pretende vivir del Estado siempre. Conviene ir vestido de determinada manera, creerse que esa ropa no se hace en naves de Bangladesh aunque el otro día entré en una del polígono Guadalhorce, «artesanía india», donde vendían los rollos de pulseras de nuditos a dos euros. Sí, esas mismas que parece que las hacen en el mercadillo de Los Caños.
Ese pensamiento hace sentirse bien. Está estupendo creerse siempre en el bando de las buenas personas que, además, suelen ser víctimas de oscuras maniobras. Por eso Alberto Garzón, diputado nacional, acumula simpatías, conferencias, seguidores en twitter y futuros votos, a tenor de las encuestas. Lo consigue con lemas como este: «La troika busca neutralizar antidemocráticamente cualquier opción de autoprotección de la sociedad ante el apetito criminal del capitalismo». Apetito criminal. Tal cual.
Y así llegamos a unas jornadas interesantes organizadas por el infatigable José María Romero, el arquitecto más inquieto de Málaga, sobre la Costa del Sol como zona metropolitana donde se puede escuchar que la burbuja inmobiliaria y el desastre paisajístico es culpa de Lehman Brothers. No me digan que no debe de ser reconfortante, pasearte por Manilva y Casares, por ejemplo, y pensar que todo eso ha sido culpa de unos ejecutivos que quedaron en el Club 21 de Manhattan. Casualmente, los dos municipios mencionados han sido gobernados por Izquierda Unida y son de los dos que han sufrido de las mayores caídas en los precios de su vivienda de todo el litoral español. Y, no, no ha sido por un decreto de Izquierda Unida, ha sido por algo que se llama oferta y demanda.
Estábamos allí hablando de POTA, POTAUM, LOUA, PGOUs y me pregunté cómo era posible que se hablara de mercado sin regular.¿Nadie ha hecho un cálculo de la repercusión en los precios de la vivienda de la tramitación urbanística de todo eso? Porque los promotores, que no son hermanitas de la caridad, tenían que acudir a despachos y estudios para sortear una maraña administrativa infernal que puede incluir la construcción y cesión de equipamientos a las compañías eléctricas. Despachos que no cobraban poco y que, en ocasiones, contaban como reclamo tener a personas cercanos al PSOE que podían engrasar el camino a la Junta. Y también tendrán que reflejar las mordidas que hayan tenido que dar.
Pero, sí, todo era culpa de Lehman Brothers y nada en absoluto de planes que en sus preámbulos estaban llenos de referencias a la sostenibilidad y con firmas que luego se prestan a legalizaciones y a trabajar para el jeque o para Gadafi en su momento.
Me hubiera gustado debatir un poco más. Pero lo malo de disentir de ese discurso es que enseguida te sitúan en la derecha neoliberal y casi te hacen pariente de De Guindos, responsable de Lehman Brothers en España. Es más cómodo hablar siempre con los que opinan como tú. Les pasó ayer también a los de las Nuevas Generaciones, que reprocharon a una becaria alemana que asistía a un curso de verano de la Complutense que preguntara a Floriano por Bárcenas. Qué cosas. Preguntas incómodas cuyas respuestas no aparecen en argumentarios. De ninguno. No salen de su zona de confort ideológica, que dirían ahora los entrenadores emocionales. Y los rebeldes, como explicó muy bien Bernard Shaw, son inconformistas e incomprendidos. No acumulan miles de seguidores con frases hechas ni se proclaman candidatas del aparato socialista en un hotel con pretensiones de Antequera. Por otra parte, los buenos conservadores, que los hay, no pretenden mantener un statu quo podrido. Pero así estamos."
Fuente: El Mundo (Vía Barcepundit)

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