Luís I. Gómez muestra esa gran incongruencia que tienen los que exigen, incentivan y defienden por un lado el uso de biocombustibles y a su vez echan el grito al cielo por el aumento de los precios de los alimentos, que afecta especialmente a los más pobres del mundo y a los países en vías de desarrollo:
Artículo del blog Desde el Exilio:
"Disponer a diario de energía para nuestro refrigerador, nuestra máquina de afeitar, cargar el móvil, ver el telediario o ir a la gasolinera a comprar tabaco se ha convertido en algo tan natural que resulta imposible imaginarse una vida sin enchufes, baterías o gasolineras. Tanto más espantoso ha de resultarnos el hecho de que cada vez más gente sepa menos del tema y cuando acudimos en busca de información, ésta sea cada vez peor. Sin duda: la creciente incompetencia mental de la ciudadanía y la incapacidad para buscar y CONTRASTAR fuentes de información termina por sumirnos en el limbo de la ignorancia. Y si alguno de ustedes decide apagar el televisor y abandonar la comodidad del sofá en busca de informaciones contrastables – es decir, enciende el ordenador y se va a googlear un rato) se encontrará con la desagradable sorpresa de lo difícil que resulta escapar del mainstream.
El problema no es su buscador de internet, el problema es que vivimos rodeados de boni homines, esa gente que pone el grito en el cielo cada vez que se habla de energía nuclear, fracking, agrogenética o cualquier otra cosa que signifique progreso. Por lo general son gentes de izquierdas que no tienen ni idea de economía, técnica o ciencias naturales, que se alimentan del estado (incluso algunos trabajan), consumen oxígeno y emiten CO2 y metano. En realidad, convivir con estos especímenes no sería problema, de no ser por su habilidad para colarse en los medios de comunicación y la política, ocupándose de cosas que mejor estarían en manos de expertos.
Y es por eso que les traigo el trabajo de los expertos. En este caso sobre biocombustibles, cuyo uso, fomentado por la locura de los boni homines, aumenta el problema del hambre en el mundo, tal y como nos cuenta Tim Searchinger, investigador y experto en biocombustibles de la Universidad de Princenton:
Many models, such as the IFPRI model, are predicting that even in the long run, much of the food diverted to biofuels will not be replaced. Although food prices should come down if governments slow down their push for biofuels, that still means many people will be eating less. Yet in the shorter run, the situation is probably worse. In the short-term, farmers have less ability to boost food production, so more of the crops diverted to biofuels must come from the food eaten by people. These even greater impacts on hunger are likely to continue if governments continue to demand that biofuel production grow at a rate faster than farmers can fully match.Consequences for People
Who eats less when food prices rise? Long-time evidence has shown that wealthier people barely change their total food consumption when prices rise, but poor people in poor countries, who devote half or more of their incomes to food production, often must reduce their food consumption out of sheer necessity (HLPE 2011). (Technically, the price elasticity of demand for food among the poor is much greater than among the rich.)The impacts on the poor are not the same everywhere. Increases in global crop prices do tend to translate into local prices in poor countries in Africa, Asia and Latin America, but the transmission is uneven and sometimes delayed (HLPE 2011). Some of the world’s poor are net food producers and may therefore benefit from higher crop prices on balance. But roughly half of the world’s hungry people are urban, and therefore net consumers; and even most of the rural poor are not food purchasers (Ahmed 2007; Filipiski 2010). The hungry therefore suffer from higher prices either by reducing their food consumption or by reducing their consumption of other necessities. Several studies have analyzed the impact of the recent rise in food prices on hunger, nutrition and related health effects in specific developing countries, and many such studies have found harsh impacts (Compton 2011; Dorward 2012).
Pues eso, usted siga queriendo parecerse a los hombres buenos, los que mueren de hambre están lejos y no deben preocuparle."
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