sábado, 25 de enero de 2014

Argentina y Venezuela, dos paraísos socialistas que galopan hacia el caos

Manuel Llamas expone el camino al caos al que se dirigen Argentina y Venezuela, dos paraísos socialistas, ejemplos a imitar para muchos en sus políticas y su lucha contra el "capitalismo". El desconocimiento del funcionamiento del mercado unido al populismo de las medidas tomadas llevan a su propuesta y aceptación (el argumento siempre es el mismo. "Es por el bien de todos y pensando en el necesitado" y si dices lo contrario eres un malvado sin corazón que te pones del lado del rico y blablablá).

Precisamente medidas como las tomadas por estos gobiernos, y que les está llevando a la hiperinflación y al caos social y económico son las defendidas por un ala muy importante y creciente de la izquierda en España (empezando por IU) así como de la extrema derecha (falangistas, aunque sin presencia ni peso alguno), que exigen la salida del euro para poder tener otra vez moneda propia y poder emitir moneda sin límite para aumentar el gasto y la deuda unido a la devaluación constante de la moneda con una política de nacionalizaciones del tejido industrial, expropiaciones, creciente intervencionismo estatal, incremento del gasto público, subidas de impuestos y proteccionismo comercial.

Todo un manual que lleva directo al caos, a la inflación, al déficit comercial, a la drástica reducción de la producción, al desempleo, a la reducción de salarios, a la creciente dependencia de las importaciones y al encarecimiento espectacular de las mismas (con la consiguiente restricción de las mismas por parte del gobierno, y por tanto con la incapacidad del consumidor de cubrir sus necesidades o acceder a los productos que desea consumir, llevando a la escasez de productos, incluyendo los básicos).

Y el resultado siempre es el mismo: El empobrecimiento de la sociedad y la drástica reducción de libertades.

Pero esto en mayor o menor medida es lo que exige la gente en sus protestas (y lo que acometen los partidos en sus propuestas), el camino contrario al que hay que tomar, que pasa por una mayor liberalización y apertura del mercado, como muestra cualquier indicador internacional de libertad económica y su relación con la riqueza, indicadores por cierto, en los que España sigue dando pasos hacia atrás año a año.

Artículo de Libre Mercado

"Argentina y Venezuela han caído en la hiperinflación y, de mantener la actual senda, galopan directos hacia el caos económico y social. La fuerte devaluación que han sufrido sus respectivas monedas en los últimos días es tan sólo un reflejo de los profundos y graves problemas estructurales que padecen ambos países como consecuencia de las políticas populistas aplicadas en la última década.

En este sentido, el kirchnerismo y el chavismo son dos caras de una misma moneda, llamada "peronismo" en el caso argentino y "socialismo del siglo XXI" en el venezolano, cuyo denominador común es un estatismo exacerbado para luchar contra el malvado capitalismo.

Sus economías, otrora ricas y desarrolladas, son hoy meras potencias emergentes en constante y creciente declive, cuyo posible colapso amenaza con golpear a sus principales socios comerciales en América Latina, pero también a las grandes empresas españolas con una elevada exposición a ambos países. El Ibex perdió más de un 3,6% este viernes debido, precisamente, a las fuertes turbulencias monetarias que ha registrado Argentina en los últimos días.

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Entre el pasado miércoles y jueves, el peso argentino ha sufrido su mayor devaluación en el mercado oficial (regulado por el Estado) desde la quiebra de 2002, cuando su Gobierno decidió abandonar la paridad cambiaria de 1 peso-1 dólar. El valor del peso se desplomó más de un 12%, hasta rondar el umbral de 8 pesos por 1 dólar, debido a que el Banco Central de Argentina decidió no intervenir el mercado durante algunas horas. Y si no bajó más fue porque la autoridad monetaria decidió, finalmente, estabilizar su valor, vendiendo unos 100 millones de dólares de sus reservas para comprar pesos.

Se trata de la mayor depreciación intradía que sufre su moneda desde los tenebrosos días del default, hace ahora 12 años. Pero si ésta no se ha producido antes es, simplemente, porque Argentina vive desde entonces bajo el yugo de una fuerte intervención monetaria, con un tipo de cambio artificial muy por encima del valor real del peso (el que le otorga el mercado, no el Gobierno).

Prueba de ello es el siguiente gráfico, donde se observa el tipo de cambio oficial en la última década: el Estado ha ido devaluando el peso poco a poco, pero de forma creciente, en los últimos años, y ahora que durante apenas dos días ha dejado fluctuar su moneda libremente, se ha desplomado de golpe.

Peso/dólar
Si en 2009 comprar un dólar costaba tres pesos, a principios de 2013 valía casi 5 y ahora ya ronda los 8 por cada billete verde. Y esto en cuanto al cambio oficial, ya que en el mercado extraoficial (en la calle) el denominado dólar blue cotiza por encima de los 13 pesos. Es decir, pese a la devaluación, el valor real del peso es todavía muy inferior al oficial.

Todo ello se traduce en una fuerte inflación, que el Gobierno sitúa en el 10%, mientras que otros economistas la elevan al 30% e incluso algunos expertos independientes la colocan por encima del 60% interanual, tasas propias de un proceso hiperinflacionario.

La razón de esta brusca depreciación monetaria estriba en la política económica seguida por el Gobierno de los Kirchner: nacionalización de industrias y empresas (la expropiación de la petrolera YPF es un claro ejemplo), fuerte e intenso intervencionismo estatal en todos los ámbitos de la economía, un aumento muy sustancial del gasto público y los impuestos y, sobre todo, un creciente proteccionismo comercial. Un particular cóctel, muy similar al venezolano, que ha tenido como resultado la caída de la producción nacional y una inflación cada vez más elevada, consecuencia de una suicida política monetaria para respaldar al Gobierno.

El PIB argentino se está frenando de forma brusca, mientras que su sector exterior lleva tiempo en números rojos. Su balanza por cuenta corriente registra el déficit más alto desde 2001, en tiempos de la convertibilidad con el dólar, como consecuencia del deterioro de sus exportaciones y el fuerte incremento de las importaciones. Esto significa que los argentinos consumen más de lo que producen y, por tanto, necesitan un mayor volumen de divisas para importar bienes y pagar su deuda externa, así como para defender artificialmente su tipo de cambio oficial con el objetivo de ocultar la inflación real a la opinión pública.

Y puesto que Argentina no ingresa el volumen de divisas suficiente mediante sus exportaciones o la producción de petróleo, su Gobierno intenta a toda costa restringir las importaciones a su población (proteccionismo) y atesorar la máxima cantidad de dólares posible, limitando su circulación (cepo cambiario) y evitando la salida de divisas del país (control de capitales).

Pero como es imposible corregir un error con otro mayor, su estrategia ha fracasado estrepitosamente. Prueba de ello, es que sus reservas internacionales se han desplomado hasta mínimos de 2006, por debajo de los 30.000 millones de dólares. En los últimos tiempos, su Banco Central se ha gastado una media de 1.000 millones de dólares al mes en la compra de pesos para evitar el derrumbe de su moneda nacional, pero ante el riesgo evidente de agotar sus reservas ha optado por no intervenir durante un par de días en el mercado oficial, propiciando así la devaluación observada desde el miércoles.

Reservas en dólares
Con este cambio de política, el Gobierno pretende encarecer sus importaciones y abaratar sus exportaciones, a costa, eso sí, de empobrecer un poco más a su población. Pero el problema de fondo sigue siendo su decreciente competitividad económica y el excesivo peso de su Estado, con lo que la devaluación oficial servirá de poco. La creciente desconfianza de los argentinos hacia su moneda, el proteccionismo y la escasez de reservas acrecientan el riesgo hiperinflacionario e incluso un escenario de estanflación (recesión y elevada inflación).

Desabastecimiento y escasez en Venezuela

Su aliado venezolano está incluso un paso por delante. El régimen bolivariano que ahora preside el sucesor de Hugo Chávez, Nicolás Maduro, ha empezado a sufrir graves problemas de desabastecimiento y escasez de productos tras la imposición de rígidos controles de cambio y la fijación de precios por ley.

Primero fue el papel higiénico y otros productos básicos; después llegaron los asaltos a tiendas, la expropiación automática de comercios, la imposibilidad de vender billetes de avión y ahora la ausencia incluso de alimentos en las estanterías. El Grupo de Empresas Polar, principal empresa venezolana privada de elaboración de alimentos y bebidas, anunciaba que sus proveedores extranjeros de comida y equipos han dejado de suministrarle porque el Gobierno venezolano no le está facilitando dólares al tipo de cambio oficial con el que poder pagar a los proveedores.

Venezuela, cuya tasa de inflación oficial supera el 50% interanual (la extraoficial ronda ya el 300%), también se está quedando sin dólares, a pesar de sus elevadas reservas de petróleo, ya que sus reservas internacionales se han desplomado a mínimos de los últimos 10 años.

Inflación oficial y extraoficial
La desconfianza hacia su moneda es total. Nadie quiere bolívares. Los venezolanos tan sólo quieren dólares, euro o bien oro. El valor del bolívar no encuentra suelo: el tipo de cambio oficial es de 6,3 bolívares por dólar y de 11,36 bolívares para los turistas extranjeros, pero su cambio real en el mercado negro es de casi 80 bolívares por dólar. Los analistas también prevén fuertes devaluaciones del cambio oficial a corto plazo en el vecino paraíso socialista."

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