jueves, 19 de agosto de 2021

Deliveroo se marcha de España

Juan R. Rallo analiza la expulsión de Deliveroo de España por parte del Gobierno (PSOE y Unidas Podemos) a raíz de la entrada en vigor de la Ley Rider, en otro duro a ataque por parte del gobierno a los trabajadores y el empleo en España.

Otra cosa "que no se podía saber"...y es que ya fueron advertidas por muchos (tengo varios artículos al respecto en el blog) las negativas consecuencias que tendría dicha ley que planteaba el gobierno para los trabajadores, dichas empresas, los consumidores (y el propio gobierno al dejar de recaudar , y tener que gastar más). Pero el gobierno cómo no, de la mano de Podemos la vendía al ciudadano como una ley que iba a proteger a los más vulnerables...

Y la consecuencia de esta ley y de esta nueva norma de la izquierda, que tanto habla en teoría de la protección de los vulnerables era llevar al desempleo y hacer más vulnerables a 4000 personas. Y ya advertimos las consecuencias: reducción del empleo, reducción de las áreas de reparto de las empresas, menor servicio a domicilio de los negocios y restaurantes, pérdida de servicio y calidad para los consumidores...)...Pero la izquierda como siempre vive de la ideología sin importarle las consecuencias, no del pragamatismo ni del análisis de las consecuencias de las medidas...

Y una vez más, lo llamativo es la reacción de la izquierda ante la decisión de Deliveroo de marcharse de España. Solo hay que ver las palabras de Errejón (Más País) o Pablo Echenique (Unidas Podemos) al respecto, como bien expone (fueran cuales fueran las consecuencias de la ley Rider, la izquierda seguiría aplaudiendo la ley. Si la ley creaba empleo seria maravillosa, si lo destruía como es el caso, también. La política económica no se juzga por sus resultados, sino por sus intenciones).

Y como comenta, "tal vez es que no les importe en absoluto la situación en la que van a quedar estas casi 4000 personas. Lo que les importa es señalar que ellos son muy virtuosos, que ellos se preocupan enormemente por los trabajadores en teoría, aunque luego les condenen al paro en la práctica. Porque si de verdad les preocuparan los trabajadores, lo que harían no es prohibir que los trabajadores pueden elegir lo que ellos consideran malas alternativas, entre estar en el paro y trabajar como autónomo para Deliveroo, Globo... sino promover que emerjan buenas alternativas entre las que también pudieran elegir. Pero perpetuar una situación de malas alternativas impidiéndoles coger la menos mala, obligándoles a coger la peor porque sino no estos políticos no pueden exclamar a los cuatro vientos que ellos son políticos obreristas y que no tolera las situaciones de explotación"...

En definitiva, otra oportunidad perdida para adaptar las relaciones laborales al siglo XXI, a la economía digital...

"En lugar de crear nuevas modalidades contractuales que permitan por un lado flexibilidad en un negocio con una demanda muy fluctuante y por otro lado otorgar cierta estabilidad para el trabajador, se han impuesto modalidades contractuales anquilosadas y desfasadas a una nueva realidad económica. Y la consecuencia de todo ello ha sido destrucción de riqueza y de empleo. ¿Les importa todo esto lo más mínimo a nuestros políticos pro gubernamentales? En absoluto, porque ellos lo que buscan es perpetuarse en el poder y para ello simplemente necesitan señalizar ante su electorado que ellos son muy virtuosos, que ellos tienen muy buenas intenciones, aunque las consecuencias de su virtud y de sus intenciones sean nefastas para aquellos a los que dicen defender. Todo para los trabajadores pero sin trabajadores".

"Pocos días antes de la entrada en vigor de la Ley Rider, una ley dirigida a proteger a los trabajadores más vulnerables, Deliveroo ha anunciado que se marcha en España dejando en paro a casi 4.000 personas."


Nota: Incluyo el artículo del autor en El Confidencial, donde resume el contenido del vídeo: 

Deliveroo se va

"Es posible que Deliveroo se hubiese terminado marchando de España —como lo ha hecho de otros países europeos— en ausencia de la 'ley rider'. La compañía británica, como casi toda empresa en fase de lanzamiento y expansión, incluyendo Glovo o Uber Eats, no era (todavía) rentable en nuestro país y, por tanto, optar por seguir invirtiendo durante más años a pérdida era una decisión que dependía críticamente de las expectativas de futuro de sus inversores: de si estos confiaban en llegar a poseer una base amplia de clientes a unos costes lo suficientemente manejables como para rentabilizar el proyecto o si, en cambio, esa perspectiva era cada vez más improbable.

 

Al parecer, la intensa competencia ejercida por Glovo y Uber Eats complicaba que Deliveroo terminara de implantarse entre las masas de consumidores españoles, dejándole en consecuencia una porción del mercado demasiado pequeña como para ser viable. Pero hallándose Deliveroo en una posición tan precaria dentro de nuestro país (una posición que podríamos calificar de submarginal, en términos económicos), la nueva 'ley rider', que obliga a convertir a los repartidores en trabajadores fijos, desde luego no habrá ayudado a que Deliveroo reconsidere su determinación de marcharse de España.

A la postre, contar con una plantilla de trabajadores fijos y con una jornada laboral predeterminada para hacer frente a un volumen de demanda irregular y fluctuante supone un encarecimiento de los costes de cualquier empresa del ramo, lo cual suele saldarse o con un aumento de los precios que han de soportar los consumidores o con una reducción de la cantidad de servicios que ofrece la empresa (a los tramos del mercado marginalmente menos rentables). En este caso, por cierto, la posibilidad de que la empresa reduzca sus beneficios monopolísticos no parece muy verosímil, dado que, por un lado, Deliveroo se marcha por no poder soportar el exceso de competencia y, por otro, la compañía tenía perdidas no solo en España sino también a escala global.

 

Lo esperable, por consiguiente, era que Deliveroo redujera sus operaciones en aquellos tramos del mercado marginalmente menos rentables que, en esta ocasión, han resultado ser el conjunto del país. Y lo esperable es que tanto Glovo como Uber Eats hagan lo propio si no consiguen burlar de alguna manera la 'ley rider' (de momento, sabemos que Glovo pretende que el 80% de su flota siga siendo autónoma, mientras que Uber Eats parece que quiere recurrir a la subcontratación a través de ETT): recortar cantidad y calidad de servicios prestados en los mercados con un volumen de demanda más reducido y fluctuante (por ejemplo, ciudades pequeñas y medianas) para concentrar la actividad de los mercados más grandes y estables en una plantilla fija redimensionada.

Lo llamativo de este caso, empero, es cómo está reaccionando parte de nuestra clase política a la decisión de Deliveroo de abandonar el país (y del resto de compañías del sector de buscar recovecos legales que les permitan mantener sus niveles de actividad presentes). En lugar de replantearse que tal vez la legislación que han aprobado no es la mejor para la economía digital, se limitan a jalear el éxito de la normativa por haber expulsado a 'explotadores' como Deliveroo. Alternativamente, claro, si Deliveroo se hubiese quedado en España haciendo fijos a parte de sus 'riders', también jalearían el éxito de la normativa señalando que todas las empresas del sector han mejorado las condiciones laborales de los trabajadores adaptándose a la normativa. Pasara lo que pasara, pues, la 'ley rider' iba a ser calificada como un éxito, dado que lo que se evalúan no son tanto las consecuencias de las políticas económicas ejecutadas como sus intenciones.

 

Y en este caso —como también sucede con la subida del salario mínimo y podría terminar acaeciendo con la contrarreforma laboral—, la intención se dice que es mejorar las condiciones laborales de los trabajadores: por tanto, lo mismo da si el efecto final es que mejoran o que empeoran; da igual incluso si sigue habiendo trabajadores o si en cambio han engrosado las listas del paro. Mientras las intenciones sean buenas, todo lo demás es accesorio. De momento, empero, lo único evidente es que, a pocos días de la entrada en vigor de la 'ley rider', el sector de repartidores a domicilio ni siquiera sabe cómo va a organizarse dentro de un año: buenos mimbres para potenciar la inversión a largo plazo."

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