martes, 13 de abril de 2021

El cuento del cambio climático. Resumen 2021 y estudio recién horneado

Plazaeme analiza el cuento del cambio climático tal como es instrumentalizado y tratado de inocular en la gente, a través de los modelos climáticos que pretenden "predecir" el futuro, mostrando el estudio más reciente sobre su estudio, y que deja en absoluta evidencia su fiabilidad, y en especial a los más calentólogos, sobre los que se construye el alarmismo reinante...


Artículo de Plazamoyua: 


En parte, se puede ver esta entrada como una actualización / continuación de otra escrita en 2013 a modo de resumen del cuento del cambio climático. Siete años largos, y no ha cambiado nada. A pesar de todos los “avances”, y los nuevos modelos, y lo que sea. Por otra parte, supone un indicio de posibilidad de ir reduciendo el horrible desparrame (el todo vale) de los modelos climáticos.

Lo de 2013 era:

En aquella veíamos que los “afirmacionistas” nos están engañando a base de dos trucos muy sucios. Ocultar la discusión científica que hay, para aparentar un consenso; y ocultar que todo el cuento se basa en unos modelos climáticos, que en absoluto son evidencia empírica, y que además son un cachondeo. Y lo de cachondeo es muy literal: si los modelos dan cualquier respuesta, y tanto pueden dar la razón a los “afirmacionistas” como a los “negacionistas”, no están diciendo nada.

Mostremos esas dos afirmaciones.

Ocultar la discusión científica que hay, para aparentar un consenso; y los modelos son un cachondeo.

Ningún especialista discute que aumentar la concentración de CO2 en el aire debería calentar el clima. Pero eso, por sí mismo, no es ningún problema. Mucho menos es un motivo para tirar la economía por un barranco. Un calentamiento moderado, y más CO2 en el aire fertilizando la vegetación, y con ello aumentando toda la vida, es mucho más una bendición que un problema. Sería un chollo, que es lo que tiene pinta de momento. Así que el asunto que interesa no es si existe “el cambio climático”, que siempre ha habido; ni si existe el efecto invernadero, que también; ni si hay algún “calentamiento antropogénico” actualmente, que es algo bastante obvio. No; la cuestión es cuánto calentamiento se puede esperar, de cuánto CO2 en la atmósfera. Y eso, ni lo sabe nadie, ni hay la menor evidencia empírica al respecto. El estudio que veremos luego incide en esta incertidumbre. Apuntando a que la respuesta parece estar del lado de los modelos que predicen menor calentamiento.

Solemos usar este gráfico para representar el debate científico que sí hay, y para ubicar a los dos bandos: “afirmacionistas” y “negacionistas”

El gráfico representa la ECS (sensibilidad climática en equilibrio), o lo que calentaría el CO2 al doblar su concentración aérea. Y se ven muy bien las dos afirmaciones. Claro que hay una discusión clave, y los modelos son un cachondeo. No es lo mismo que aumente 2º la temperatura media del aire de superficie si acabamos doblando los 400 ppm de CO2 que hay ahora, que si aumentara 6 grados. No tiene nada que ver, ni son el mismo tipo ni de problema, ni de soluciones.

Ya veíamos en el artículo mencionado de 2013 que toda la gracia está en las nubes. El efecto directo de calentamiento del CO2 es muy pequeño. Alrededor, o poco más, de un grado por doblar el CO2. Ningún problema. Toda la alarma viene de efectos indirectos. La respuesta del sistema climático a ese pequeño calentamiento, potenciándolo, o reduciéndolo. Los famosos “feedbacks”, que pueden ser positivos (aumentan el calentamiento) o negativos (lo reducen). Y la gran incertidumbre es el comportamiento de las nubes a ese respecto. ¿Cambian de forma que aumentan el calentamiento de CO2, lo reducen, o no hacen nada? Se ha sabido de siempre, y así lo dice el IPCC, que el gran desparrame de los modelos sobre lo que calienta el CO2, viene de las diferencias en cómo representan la respuesta de las nubes. Y esa diferencia viene de un tuneo de los modelos, que será más consciente o nada consciente, pero que no es explícita. No está “confesada”. Y desde luego no viene de ninguna evidencia empírica, ni de la mera aplicación de fórmulas físicas contrastadas.

Gracias al estudio de Wang et al 2021 podemos verlo en un gráfico muy claro. Proporcionan los datos de los 30 modelos climáticos CMIP6. Comparan la ECS (lo que calienta el CO2), y la respuesta de las nubes (cloud feedback), en su figura 1A.

Y se ve que en modelos en los que el CO2 calienta mucho, en gran parte es por la respuesta de las nubes, perfectamente desconocida. Pero vamos a verlo con los mejores modelos. Ellos mismos los distinguen, unos con el círculo relleno entero de color, y otros sólo el borde. Los rellenos son los 15 (la mitad) que mejor representan el calentamiento observado (1850 – 2020). Y si hacemos el mismo gráfico, usando sólo esa mitad de los modelos que mejor reproducen el calentamiento observado, la correlación aumenta mucho.

Con lo que está claro el cachondeo. ¿Quieres que el CO2 caliente mucho, aquí en la playa? Mete mucha respuesta de las nubes, sacada de la gorra. Los “afirmacionistas” se ponen muy contentos. Y si quieres que caliente poco, también puedes, haciendo lo contrario. Y tendrás un modelo que les sirve a los “negacionistas”.

Copio el párrafo del estudio:

In response to increasing CO2, models show warming and substantial climate changes that feed back onto the warming, including changes in the amount and distribution of clouds (Wetherald & Manabe, 1988). The part of cloud radiative response (units of W m−2) due to a change in global‐mean surface temperature (units of K) is defined as the cloud feedback (W m−2 K−1). In CMIP6, the cloud feedback tends to be positive and there is a strong relationship between cloud feedback and ECS: models with more positive cloud feedback show higher ECS (Figure 1ar2 = 0.69) (Meehl et al., 2020; Zelinka et al., 2020). This strong ECS‐cloud feedback relationship is consistent with previous studies showing that cloud feedback is the dominant source of the uncertainty of climate sensitivity (Cess et al., 1990; Colman, 2003; Dufresne & Bony, 2008; Soden & Held, 2006; Webb et al., 2013; Zelinka et al., 2020).

Este resultado no es nada nuevo, y de ahí que cite literatura de 1990, 2003, 2006, 2008, 2013, y 2020. La parte novedosa es en la que trata de averiguar si hay alguna forma de contrastar los modelos calientes y los fríos con la realidad. No sirve el sistema habitual que tiene esta gente de “contrastar” los modelos con la realidad: ver si replican bien la temperatura observada 1850 – 2020. Lo hacen de forma muy similar tanto los modelos calientes como los fríos. ¡Como que están tuneados para eso! Si un modelo representara una temperatura histórica absurda, no lo publicarían y lo reharían hasta conseguir algo presentable. Así que ninguno falla estrepitosamente con esa métrica. Y no se ve diferencia entre los que responden mucho al CO2, y los que responden poco.

¿Cómo lo hacen, para que todos los modelos, con cualquier ECS, sirvan? Con la respuesta de los modelos a los aerosoles. La contaminación de toda la vida. Como la contaminación enfría, tanto reflejando rayos del sol, como induciendo cambios en las propiedades radiativas de las nubes, pueden jugar a tener mucha respuesta de calentamiento al CO2, y mucha respuesta al enfriamiento de la contaminación, o poca respuesta a ambas, obteniendo el mismo resultado. Son los botoncitos que pueden ir tocando para sacar lo que les apetezca. Y eso se puede hacer de manera consciente, o inconsciente; explícita, o implícita.

La novedad es que Wang et al han tenido una idea brillante. ¿Si no se puede saber qué modelos son más realistas mirando cómo reproducen la temperatura global histórica, habrá otra comparación que los discrimine? Y la han encontrado. Como lo que hacen para contrarrestar mucho efecto de calentamiento del CO2, es meter mucho efecto de enfriamiento de la contaminación, y como la contaminación es casi exclusiva del hemisferio norte, comparan separando los hemisferios. Concretamente, mirando la diferencia de calentamiento entre ambos hemisferios, en los modelos, y en la realidad. Y han encontrado que los modelos con ECS baja (poco efecto de calentamiento del CO2) tienen una diferencia entre hemisferios muy parecida a la realidad. Mientras que los modelos con ECS alta (mucho efecto de calentamiento del CO2), tienen una diferencia entre hemisferios muy distinta. Y la diferencia es estadísticamente significativa. Lo que sugiere que podemos ir desbrozando el desparrame, para desesperación de tu “afirmacionista” favorito.

Añadido, a mero título de curiosidad. Como habíamos hecho antes el histograma de la ECS en los modelos climáticos nuevos, y ahora hay datos de más modelos (30 en lugar de 24), el gráfico actualizado:

Fuente: Wang et al 2021

Datos: https://agupubs.onlinelibrary.wiley.com/action/downloadSupplement?doi=10.1029%2F2020GL091024&file=2020GL091024-sup-0001-Supporting+Information+SI-S01.pdf

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Twittear