sábado, 24 de abril de 2021

Análisis de la infamia acontencida en la Ser y la cuestión de la carta con balas y la condena de la violencia

Lo acontecido en la Ser es la última teatralización fingida y buscada de Pablo Iglesias y Podemos para exacerbar el clima político, agitar el fantasma del fascismo y generar tensión (la estrategia de toda la vida del PSOE, como ya se destapó a Zapatero) con la intención de  intentar atraer votantes y llamar a las urnas a indecisos, especialmente cuando las cosas van mal para sus intereses. 

Y la hipocresía e indencencia del show político, así como el insulto a la inteligencia que se lleva a cabo no parece tener límite.

Porque ya sabemos que solo cuando gobierna la izquierda hay democracia, y todo lo que no es someterse a las ideas de la izquierda es fascismo. Este es el nivel de simplismo absurdo y así es como funcionan, con éxito por cierto. 

Lo último ha sido lo de las supuestas cartas amenazantes, justo en el momento adecuado antes de las elecciones, con un objetivo evidente en dicha línea, y por supuesto la perfomance electoral a la desesperada para movilizar al votante de izquierdas en Madrid y mantener el relato de que el rival político (PP, Vox, Ciudadanos cuando era rival) es fascismo.

Y en cuanto a lo sucedido en la Ser (que no será lo último, pues es lo buscado para llevar a cabo su estrategia politica), lo único que hizo Monasterio fue poner en duda (y con todo sentido, conociendo de cerca cómo actúa el comunismo, pues proviene de Cuba, y Podemos en particular) que esa amenaza fuera real y no una estrategia (una más), invitando a Iglesias precisamente a que si era así y real denunciara el hecho ante la policía, cosa que Iglesias había rechazado hacer ¿Y por qué, entonces con una amenaza tan grave como considera Iglesias, que se dirige también a su mujer y padres?. Tal es así que el propio partido Vox (ante el intento encubierto de relacionar a Vox con las amenazas en una reiterada treta de relacionar a Vox con extremismo, violencia y fascismo) y ante las sospechas de su autoría, no solo ha denunciado los hechos sino que ha denunciado a la policía las amenazas por carta a Iglesias y Marlaska y la directora de la Guardia Civil y se ha presentado como acusación popular para esclarecer el hecho y encontrar al culpable.  Finalmente, Iglesias sí ha presentado la denuncia, cabe decir. 

Y es que las dudas sobre un montaje justo antes de elecciones cuando peor pintan las cosas para la izquierda en Madrid son apabullantes. 

¿Por qué? Para empezar y como prueba demoledora, porque Correos escanea todas las cartas y paquetes que se envían en España. Estos escaneos son parte del protocolo de inspección que pasa toda la correspondencia tanto en el ámbito internacional como dentro del país.

Esto lo indicaba también la herramienta de verificación de bulos Bendita.eu, que además mostraba más errores como que al poner "a su procedencia" en el sobre, este no habría llegado a su destino.

O que según indica, tras ponerse en contacto con funcionarios de Correos les aseguraron que tampoco la ha recibido el Ministerio del Interior, al no tener sello de entrada del mismo. Interior al respecto se ha negado a facilitar imágenes de las otras cartas a los periodistas.

Este escaneo y procedimiento obligatorio y mecanizado es el que permitió por ejemplo, detectar una carta amenazanta con una bala dentro para Javier Arenas (PP) en 2013 (que por supuesto no llegó a su destino). 

Y aún es más dudoso todo esto porque el nivel de alerta terrorista actual del Ministerio del Interior es alto: 



Pero es que en cualquier caso (independientemente de cómo acabe el tema de la carta), habría que señalar dos cosas. En primer lugar si algo así hubiese ocurrido (lo cual podría ocurrir siendo montaje o no), y hubiese pasado por Correos, algo tan grave supongo que debiera provocar la dimisión o cese inmediato del director de Correos, que curiosamente en otra colocación a dedo en las direcciones del espectro estatal, Sánchez (PSOE) puso en el cargo a su ex jefe de gabinete en la presidencia con un sueldo de 200.000 euros (una empresa de pésima gestión y muy deficitaria...)

Y en segundo lugar y aún mucho más importante por el teatro montado en la SER con fines obvios, es que a diferencia de Podemos con todos los actos de violencia contra sus rivales políticos (aquí una recopilación), que además genera con sus discursos incendiarios de odio y criminalización del rival, Rocío Monasterio (y Vox) SÍ condena y condenó en la SER todo acto de violencia (ese fragmento por supuesto no lo ponen en muchos medios por cuestiones obvias), quejándose precisamente de que Podemos no lo haga en los múltiples ataques violentos que ellos mismos reciben, y que la propia Podemos alienta, defiende y exalta, no solo antes, sino después de ocurrido (el vídeo posterior de Iglesias al respecto es absolutamente deleznable) acusando a las victimas de ser los verdugos y los que llevaron a cabo los ataques contra los "antifascistas".

La burda manipulación tan sesgada en referencia a lo de la Ser (y potencialmente con lo de la carta), no es algo nuevo o de extrañar.

Para el comunista la mentira es válida y legítima porque es un arma revolucionaria, y como tal, todo vale para alcanzar el poder. Tienen que agitar el fantasma del fascismo (erradicado en el siglo XX al contrario que el otro totalitarismo, el comunismo, que además elogian con orgullo) para movilizar al electorado como sea, manteniendo la falsa dicotomia (tan bien explotada por la URSS en la segunda mitad del siglo XX) de "el fascismo o nosotros", legitimando a su vez con esta estrategia todo acto violento, autoritario, corrupto...por su parte, porque o nosotros o el mal. 

Y a la vez, con esta falsa dicotomía eliminan cualquier alternativa política metiendo en un mismo saco a toda idea contraria a la suya (por demócrata que sea y por mucho que rechace cualquier totalitarismo, sea fascismo o comunismo). Así en su trampa, todo es fascismo si no les sigues o apoyas por aberrante que se sean o por aberraciones que cometan, desviando así la atención de sus actos hacia terceros y creando un enemigo, un fantasma (el fascismo) con el que justificar su violencia intrínseca y totalitarismo.  

Al final, para ellos, en su inmoralidad, todo fin justifica los medios, por repulsivos que sean. 




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