Carlos Rodríguez Braun analiza otro cliché, referente a la necesidad del Estado al no ser el hombre un ángel:
Artículo de su blog personal:
"El 6 de febrero de 1788, en el número 51 de El Federalista, James Madison escribió una frase memorable: “Si los hombres fueran ángeles, el Estado no sería necesario. Si los ángeles gobernaran a los hombres, ningún control al Estado, externo o interno, sería necesario”. Como otras citas políticas célebres –por ejemplo: “El Estado es un mal necesario”– parece más liberal de lo que en realidad es.
Pero los hombre no son ángeles…
De la preocupación de Madison sobre la libertad no caben dudas. Su objetivo era impedir los abusos del poder contra los ciudadanos, y para lograrlo creyó imprescindible evitar la concentración de poderes. Para alcanzar esta meta en línea con Montesquieu, el problema estriba, según Madison, precisamente en que los hombres no son ángeles; en consecuencia, para abordar la cuestión de cómo debe ser el gobierno de hombres sobre hombres “la dificultad es la siguiente: primero hay que permitir que el Estado controle a los gobernados; y seguidamente hay que obligarlo a que se controle a sí mismo”. Y a partir de allí viene la teoría liberal de los “frenos y contrapesos” y la separación de poderes.
Ni Madison, ni casi nadie, consideró la posibilidad de que no hubiera Estado. La mayoría razonó que el llamado Estado de naturaleza desembocaría en que la gente preferiría voluntariamente un Estado antes que su ausencia, identificada con una caótica y letal anarquía desde el Leviatán de Hobbes. Casi todo el mundo confluyó en creer que una sociedad sin Estado era imposible. Dice Robert Higgs: “la supuesta ausencia de ejemplos históricos relevantes de sociedades sin Estado durante los últimos miles de años parecía respaldar esa conclusión teórica”, aunque de hecho se han elaborado argumentos teóricos sobre la posibilidad de una sociedad desarrollada sin Estado, y se han encontrado ejemplos históricos que avalan esa posibilidad (http://goo.gl/NNsfI).
Una cierta anarquía ordenada…
Una especie de anarquía relativamente pacífica y con un cierto grado de orden fue considerada inconcebible, con lo que el Estado fue visto como una necesidad, en especial para proteger a los débiles (veremos este punto en concreto más adelante en esta serie), y el único asunto político relevante pasaba a ser qué tipo de Estado era el mejor.
Sin embargo, aparte de la crítica a la objeción teórica y práctica de la sociedad sin Estado, hay dos puntos dolorosamente evidentes contra las ideas de Madison.
En primer lugar, los hombres no son ángeles fuera del Estado, pero tampoco dentro de él, y cabe sospechar, como sugirió Hayek en Camino de servidumbre, que dentro serán peores, y además, unos “peores” al mando de unos Estados cada vez más grandes y, por tanto, con mayor capacidad de causar daño.
El segundo punto es que ninguno de los frenos y contrapesos imaginados y aplicados por pensadores y políticos de la mejor voluntad ha tenido eficacia a la hora de contener el crecimiento del Estado.
(Este artículo fue publicado en Expansión el 9 de agosto.)
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