domingo, 25 de agosto de 2013

El lío de los salarios en España. (Política, Economía. 1.880)

Un análisis al respecto del lío montado por los salarios y las exigencias de bajarlos a todos por algún organismo internacional. Pero como bien comenta el artículo, los salarios dependen de muchas variables, y muchas de ellas son muy preocupantes en España:


Artículo de El Economista:

"Un ligero revuelo veraniego se ha desatado por sendas declaraciones del FMI y del vicepresidente de la Comisión Europea, Olli Rehn, posteriormente respaldado por el organismo, sobre la rebaja nominal de salarios en España para impulsar el empleo y el crecimiento.

Ni es acertado, como han hecho esas instituciones, centrar la reflexión en los salarios, ni nada en el análisis económico dice o recomienda que los salarios o sus variaciones se fijen en acuerdos o marcos globales entre organizaciones empresariales y sindicales, que resultan en apaños generales y amplios entre ambos para decidir sobre lo que en realidad corresponde a dos partes de un contrato (empleador y empleado) en una situación concreta.

Tampoco, mucho menos, que los organismos nacionales (Banco de España) o internacionales (casos citados) puedan indicar cuáles deben ser las ganancias de los empleados, sus recortes o mejoras y su medida, y menos hacerlo de forma generalizada para toda la economía, todas las empresas de un sector o todos los puestos y funciones de una empresa.

Destruimos el doble de empleo


No obstante, ciertamente existe un problema, y muy grave, en nuestro mercado laboral por cuanto sufriendo las mismas crisis y con caídas de la producción similares a las de otros países destruimos el doble de empleo o, incluso en nuestros mejores hitos del mercado laboral, logramos mantener una tasa de desempleo de las más elevadas de Europa y una tasa de actividad muy pobre, apenas merodeando el 60%.

Cuando en un mercado los precios muestran rigideces o dificultades para ajustarse a las circunstancias del mismo, primordialmente a sus condiciones de oferta y demanda, lo normal es que en dicho mercado tales ajustes tiendan a establecerse vía cantidades. Y podrá discutirse si en un periodo determinado ha sido más o menos, pero lo que a todas luces parece claro -y las estadísticas del INE sobre costes salariales y laborales así lo corroboran- es que el mercado laboral español ajusta con especial energía, brusquedad y casi exclusivamente mediante cantidades en lugar de precios o costes salariales.

Y tanto cuando presumíamos de ser los campeones del empleo en Europa, aunque nuestra tasa de paro seguía a la cola de la UE, como en la actual crisis en que se han ido al paro más de cuatro millones de personas mientras los costes laborales apenas caían.

No son los salarios... sino los costes laborales


Porque no son los salarios lo que más importa a quien desea o necesita contratar personas, sino los costes laborales unitarios, donde se incluyen costes en impuestos o papeleos; contribuciones sociales de todo tipo (seguridad social, desempleo o fondo de garantía salarial, coberturas sanitarias, otros seguros...) y pagos o costes en especie (incluidos absentismo, retrasos, jornadas perdidas...); indemnizaciones por rescisión del contrato (despido); productividad del trabajador (cuyo actual incremento se debe al enorme desempleo, aunque no es esa la forma eficiente de mejorar la productividad); conocimientos, formación y experiencia, particular del trabajador y en general de toda la sociedad; capitalización y nivel tecnológico de la economía; capital humano de la persona y de la sociedad; productividad por factores ajenos a la empresa o al sector y por la organización económica y social general; facilidades de hacer negocios y producir; flexibilidad, maleabilidad y movilidad (espacial y ocupacional) del trabajador y del sistema laboral en su conjunto... etc.

Es por ello que no toda la producción y exportación huye de Alemania, donde los salarios son mucho más elevados y se instala en Haití, donde son paupérrimos. El sistema productivo no se obceca con los salarios. Más bien éstos, que son un precio, reflejan otras muchas cosas del sistema laboral. Ni el FMI ni Olli Rehn tenían el mínimo atisbo de acertar en su diagnóstico y lo sabían. Pero, además, las declaraciones dolieron especialmente en el ciudadano español que percibe una drástica reducción de sus salarios que, según las estadísticas, se han producido sobre todo en 2012 (-3,4%) y en la primera mitad de 2013, mientras contempla algunos escándalos con nóminas y salarios de directivos o malos administradores y peores gestores o entre políticos que manejan con ignominia dineros de los contribuyentes.

Aunque ciertamente los salarios han descendido y el asalariado que todavía trabaja percibe que lo que gana le da cada vez para menos, sus recortes han venido de dos fuentes fundamentales: la principal, las subidas de impuestos de toda clase (municipales y autonómicos también) que han mermado la renta disponible; y la otra, las subidas de precios. La rigidez de precios en España no es exclusiva del mercado laboral y asombra contemplar cómo en momentos de fuertes caídas del PIB (del 4,4 o el 2%) y con excedentes de todo tipo, la tasa de variación anual del IPC apenas cayó entre marzo de 2009 y octubre de 2009 (ocho meses) y su máxima caída fue del 1,4%. En 2011, dicha tasa incluso superó con creces el 3% de aumento en plena entrada hacia nuestra segunda recesión. Estos sí son asuntos -impuestos y falta de competencia y libertad de entrada en los mercados y sectores- que debieran preocupar a nuestros gobernantes.

Fernando Méndez Ibisate, de la Universidad Complutense de Madrid."

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