Juan Rallo analiza los datos proporcionados por la OCDE sobre la cuña fiscal (qué parte de nuestra retribución laboral nos es arrebatada por el Estado en concepto de cotizaciones sociales e IRPF).
Y la conclusión es evidente.
Artículo de El Economista:
La OCDE acaba de publicar las estadísticas de cuña fiscal correspondientes al año 2015. Por cuña fiscal entendemos la diferencia entre el coste laboral total de contratar a un trabajador y el salario neto que ese trabajador finalmente ingresa en su cuenta corriente: es decir, la cuña fiscal nos indica qué parte de nuestra retribución laboral nos es arrebatada por el Estado en concepto de cotizaciones sociales e IRPF.
Según la OCDE, España fue en 2015 uno de los países en los que más se redujo esta cuña fiscal. Mas no se hagan ilusiones, pues no se trata de que hayan dejado de atracarnos a mano armada: en concreto, la mordida sobre el salario medio pasó de representar el 40,7% del coste laboral total al 39,6%. La reducción es atribuible en su totalidad a la rebaja del IRPF que aprobó el Gobierno antes de la campaña electoral: gracias a ella, el IRPF deja de absorber el 12,7% del sueldo medio y pasa a fagocitar únicamente el 11,6%. Las cotizaciones sociales, tanto las que son a cargo del trabajador como las que recaen sobre el empresario, permanecen intactas.
Según el PP, estas cifras mantienen su tradicional apuesta por bajar impuestos, pero en realidad sólo prueban que quisieron llegar a las elecciones con un tímido recorte impositivo de carácter populista. A la postre, toda reducción de impuestos debería ir de la mano de una reducción del gasto público con tal de no deteriorar la estabilidad presupuestaria: pero el Gobierno no lo hizo, motivo por el cual incumplió en 10.000 millones de euros el objetivo de déficit de 2015.
Pero el problema no es solamente que el PP bajara impuestos sin recortar el gasto: el problema también es que tal reducción de impuestos ha sido exigua y desigual. En efecto, España es uno de los países de la OCDE que más redujo su cuña fiscal en 2015, pero también fue uno de los que más la incrementó entre 2011 y 2014: en particular, pasó del 39,9% en 2011 al 40,7% en 2014. Por consiguiente, Rajoy sólo redujo tres décimas la cuña fiscal a lo largo de su etapa de Gobierno (desde el 39,9% al 39,6%: tres décimas de alivio que son más que barridas por sus otras subidas en el IVA o en los impuestos especiales). A su vez, tal reducción de la cuña fiscal no ha sido uniforme: mientras que entre 2011 y 2015 ha caído en casi ocho décimas para los sueldos más bajos (los sueldos un 33% inferiores a la media) se ha incrementado en 17 décimas para los sueldos más altos (los sueldos un 66% superiores a la media); es decir, Rajoy no ha aliviado la cuña fiscal para todo el mundo, sino que -siguiendo las directrices del PSOE o de Podemos- ha acentuado la progresividad del impuesto sobre la renta (en términos medios la cuña fiscal cae porque las rentas bajas pagan algo menos a costa de que las rentas medias-altas paguen mucho más).
Al final, pues, no deberíamos echar ninguna campana al vuelo por la evolución del IRPF durante 2015: se trata de una rebaja electoralista y no sostenible atendiendo a nuestro déficit público; es una rebaja minúscula con respecto al nivel de hace cuatro años; es una rebaja no universal, pues los trabajadores cualificados siguen pagando hoy más IRPF que cuando llegó el PP al poder; y, sobre todo, sigue siendo en términos absolutos un dato de cuña fiscal asfixiante. Repitámoslo una vez más: el Estado español nos arrebata en la actualidad el 40% de nuestro salario tan sólo a través de la tributación directa sobre nuestros sueldos (dejamos de lado la igualmente asfixiante tributación indirecta).
Esa es la cifra que habría que recortar muy sustancialmente y que el Partido Popular, con el mayor poder político y territorial que ha disfrutado ninguna formación en democracia, no ha querido recortar. Esa es nuestra cruz y esa es su vergüenza expoliadora.
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