Artículo de Contando Estrelas:
Hoy en el Congreso de los Diputados el PSOE ha pedido bajar la edad de voto a los 16 años, y lo ha hecho con un curioso argumento: equiparando a los menores de edad con las mujeres.
La propuesta, lanzada por ERC, cuenta con el apoyo de la izquierda y los nacionalistas, de modo que tiene todo el apoyo necesario para salir aprobada como proposición de ley. El caso es que la mayoría de edad está fijada por la Constitución en su Artículo 12: “Los españoles son mayores de edad a los dieciocho años.” A ver cómo la izquierda y los nacionalistas explican que van a ignorar esa mayoría de edad constitucional para situar el límite del derecho al voto en una edad distinta.
Margarita Nelken (PSOE) rechazó el voto de la mujer por “reaccionario”
Durante el debate de esa proposición, la diputada socialista María González Veracruz ha dicho hoy que los argumentos que se presentan contra esa rebaja de la edad de voto “son los mismos que tuvo que escuchar Clara Campoamor aquí en 1931″. Deduzco que esta diputada no se ha leído lo que se dijo en aquella sesión. Entre las cosas que tuvo que escuchar entonces Campoamor estuvieron estas palabras de Victoria Kent, del Partido Republicano Radical Socialista: “Si las mujeres españolas fueran todas obreras, si las mujeres españolas hubiesen atravesado ya un periodo universitario y estuvieran liberadas en su conciencia, yo me levantaría hoy frente a toda la Cámara para pedir el voto femenino.“ Obvia decir que Victoria Kent votó -valga la paradoja- contra la concesión del derecho de voto a las mujeres. Otra que se mostró contraria al voto femenino fue la diputada del PSOE Margarita Nelken, con este argumento: “Poner un voto en manos de la mujer es hoy, en España, realizar uno de los mayores anhelos del elemento reaccionario”. Es decir, que se oponía a que votasen las mujeres porque creía que votarían a la derecha. Y así ocurrió, por cierto: en las primeras elecciones con voto femenino celebradas en noviembre de 1933 ganó el centro-derecha.
¿Rebajar la edad de voto es lo que genera madurez entre los menores?
González Veracruz también ha afirmado que rebajar la edad de voto a los 16 “sirve para fomentar el desarrollo de la participación política”. Si es así, ¿por qué no bajarla a los 14 o a los 12 años, o incluso a los 7? Pero el argumento más surrealista usado por la diputada del PSOE es el siguiente (muy mal expresado, por cierto): “hasta que no se consigue disminuir la edad no se alcanza una madurez que creo que es positiva para toda la democracia y para toda la sociedad”. ¡Vaya! Ahora resulta que es la rebaja de la edad de voto la que genera madurez entre los nuevos votantes, cuando en la mayor parte del mundo creen que es al revés, que la edad de voto se fija en función de la madurez de los votantes. El problema del razonamiento de la diputada socialista es su desarrollo lógico: si rebajar la edad de voto genera madurez como por arte de magia, ¿por qué no rebajarla aún más y tener personas maduras con 15, 13 o incluso 9 años? ¿Me lo explica, señora González?
¿Responsables y maduros para votar pero no para trabajar o ir a prisión?
Por otra parte, si se considera plenamente responsables y maduros a los que hoy son menores de edad para ir a votar, ¿por qué no considerarles también responsables y maduros en los ámbitos laboral y penal? En España la edad mínima para empezar a trabajar es de 18 años. Los menores que quieran trabajar necesitan la autorización de sus padres. Así mismo, un menor de edad no puede ser enviado a prisión, ni cumple las mismas condenas que un adulto. Si la izquierda y los nacionalistas quieren conceder el derecho de voto desde los 16 años, lo lógico es que también rebajen la edad penal y la laboral. Rebajar lo uno y no lo otro indicaría que estamos ante un caso de demagogia, consistente en ganarse el favor de los menores concediéndoles el derecho de voto pero al mismo tiempo declarándoles inmaduros e irresponsables para trabajar o rendir cuentas ante la Justicia. Declararles responsables para el voto pero no para el trabajo o la prisión sería convertir a los nuevos votantes en unos privilegiados, con los mismos derechos que el resto de los ciudadanos pero sin las mismas obligaciones: una forma muy poco ética de comprar votos.
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