lunes, 18 de abril de 2016

Exxon, verdes y leyes

Plazaeme analiza la nueva estrategia del activismo verde acerca del cambio climático, en referencia al caso Exxon. 


Artículo de Plazamoyua: 

Una conspiración contra Exxon

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Desde siempre, la estrategia del activismo verde ha sido “acabar la discusión” del cambio climático. Que no deja de tener su ironía. Su tesis básica es que no existe discusión, y sin embargo dedican los mayores esfuerzos a que no haya esa discusión — que dicen que no existe. Pero los salvamundos están más allá de la ironía.
En el campo científico, la estrategia se hizo más que visible con los documentos del Climategate. El acoso brutal a los científicos discrepantes y sus paradigmas alternativos; la dominación de los consejos editoriales de las revistas científicas; el control de los principales periodistas de divulgación científica (si no te portas bien no te doy noticias y entrevistas); la “redefinición del peer-review“, si fuera necesaria para evitar que los estudios de resultados indeseados aparezcan en los informes del IPCC; la selección de “revisores adecuados” para los estudios inconvenientes  que se presenten a revisión; y el borrado de las comunicaciones por email en las que se iban sugiriendo y estableciendo todas esas estrategias.
La filtración de los documentos del Climategate, en 2009, básicamente acabó con aquella práctica. O al menos con sus aspectos más brutales y descarados. Y desde entonces se publican en la literatura científica cantidades nada despreciables de estudios contrarios a la alarma del IPCC.
Un ejemplo de hace unas semanas, que no sugiero que tenga especial relevancia científica, pero sirve para dar una idea:
Se cuestiona el calentamiento antropogénico peligroso, (1) tras el reconocimiento de la gran amplitud del componente cíclico natural de 60 años, y (2) tras la revisión a la baja de la respuesta climática compatible con las tendencias de los estudios recientes (Fig. 1).
En 2012 inventaron una estrategia nueva para acabar con la discusión esa que dicen que no existe. Clic.
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Recomiendo el artículo de Shub Niggurath:
Pero se puede resumir. Se reunieron en La Jolla una serie de activistas relevantes de la calentología -como Naomi Oreskes- con abogados de los que habían llevado los casos contra la industria del tabaco. Para para ver cómo se podía usar el mismo plan. En el caso del tabaco sabían, por filtraciones de químicos de la industria, que estaban ocultando datos de estudios científicos. Sobre la relación cáncer – tabaco; sobre componentes que aumentaban la dependencia — y usaban generosamente en los cigarrillos; etc.
En el caso del clima no es ni remotamente imaginable algo similar. Pero si se embarca en el asunto a algunos fiscales simpatizantes, o simplemente ávidos de titulares, y estos consiguen exigir una cantidad masiva de documentación a las empresas de energía, se pueden esperar dos efectos. Uno muy fácil, publicitario. Ya les has puesto a la defensiva, como si fueran los malos del tabaco. Aparte del trabajo ingente que les provocas en la recopilación de documentación y sus discusiones. Y un probable segundo efecto. Se puede esperar encontrar algún documento que hable de los posibles efectos en el clima, por ejemplo un “calentamiento”. Al que no le hayan dado mayor importancia, por marginal. Pero conviertes ese no darle importancia en una ocultación.  Por ejemplo, no se lo han comunicado a sus accionsitas. Y de la “ocultación” llegas a la conspiración, y de ahí a la cárcel. ¡Es casi seguro que vas a encontrar algún documento relacionando CO2 y calentamiento, porque es de conocimiento común desde Arrhenius en 1896 [–>]!
La parte publicitaria queda clara en el documento parcial que hemos puesto al principio.
  1. Establecer en la mente del público que Exxon es una institución corrupta que ha empujado a la humanidad (y toda la creación) hacia el “caos climático” y un grave daño.
  2. Deslegitimarlos como actor político.
  3. Forzar a los cargos públicos  disociarse de Exxon, su dinero, y su histórica oposición al “progreso climático”, por ejemplo rehusando aceptar sus donaciones de campaña, realizar encuentros, pedir un impuesto al carbono (que defiende Exxon, junto a buena parte de los economistas), etc.
  4. Desacreditar las ventajas climáticas del fracking comparado con el carbón.
  5. Impulsar la desinversión en Exxon.
  6. Poner a Exxon y al clima en el centro de la campaña de la elección presidencial de 2016.
Se trata de la agenda de una reunión en el Rockefeller Family Fund, en Manhattan, el ocho de enero. Activistas de Greenpeace, 350.org, the Working Families Party, y el Rockefeller Family Fund.
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La parte judicial, que va de la mano e impulsa a  la parte publicitaria, ya ha cogido momento. Clic.
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Te mueres de la risa al ver los documentos [–>]. O de miedo. Dice el NYT:
Los documentos sugieren, según el director del centro de ley medioambiental Carroll Muffett, que la industria tenía el conocimiento del trasfondo del cambio climáico incluso hace 60 años.Desde 1957 en adelante, no hay duda de que Humble Oil, que ahora es parte de Exxon, tenía claro conocimiento del aumento del CO2 en la atmósfera, y de que era probable que causara calentamiento.
Nos ha jodido. Callendar era “de la industria” (aunque no de Exxon) y estableció la base moderna de la teoría en 1938 [–>]. Midió el aumento del CO2 y su efecto en el calentamiento. Solo que pensó que el calentamiento debido al CO2 sería bastante suave, y muy beneficioso. Pero seguro que habrá, en alguna parte de la industria, algún documento de algún campeón que opinara que eventualmente podría ser peligroso. O que lo discutieran. Y el planteamiento es que si Exxon no llevó ese documento a la junta de accionistas, por ejemplo por considerarlo una especulación marginal, entonces es que estaba implicado en una conspiración para ocultar los peligros del CO2. ¡A la cárcel!
Ninguna broma. El caso judicial ya está planteado. Los fiscales generales de Nueva York, Massachusetts y US Virgin Islands han presentado la petición de los documentos de Exxon, de varias décadas atrás. Que me cuentes tu vida desde antes de que te llamaras Exxon.
¿Tiene alguna sustancia el asunto? Supongo que judicialmente, y en un mundo siquiera medio racional, no. Pero en cuanto has conseguido demonizar una sustancia -el gas de la vida, nada menos- y has puesto a andar al verderío y al progrerío, vete a fiarte de un juez. Y aunque judicialmente fracasara, podría ser un éxito como campaña publicitaria.
Afortunadamente parece que todavía no llega muy lejos. Como parte de la estrategia, varios miembros de la Unión Geofísica Americana (AGU) pidieron en febrero [–>] que la asociación rompiera relaciones con Exxon, y no aceptara la financiación que les proporciona. La respuesta del comité de dirección de AGU ha sido muy negativa [–>]. Han examinado todas las posturas, y revisado más de 400 páginas de documentación presentada — incluyendo el detallado informe de los demandantes. Y concluyen que no han encontrado ninguna evidencia de que …
  1. Exxon esté promoviendo desinformación, o financiando grupos que estén promoviendo desinformación, sobre la ciencia.
  2. Del impacto potencial de la publicidad de las investigaciones sobre la compañía en la reputación de AGU.
Bien está. Pero esto sólo es el comienzo de una campaña de acoso en la que queda claro que van a poner todo lo que puedan. Y pueden mucho. Exxon es irrelevante, en el sentido de que lo que pase con una compañía u otra te puede dar lo mismo. Si no eres accionista, no te afecta. Pero el esquema te afecta, y mucho. Vaya, si no quieres vivir en un mundo dirigido por al activismo de cuatro cafres despendolados.

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