Efectivamente, como bien indica, es uno de los mantras más empleados. La confusión (interesada) del New Deal como solucionador de la crisis, cuando fue su pertetuador y agravante (tras enormes subidas de impuestos, de gasto público, implantación de límites de precios, subvenciones a la producción, imposición de enormes aranceles a las importaciones, políticas "proteccionistas"...).
Recomendaría la lectura en este sentido de obras como "La Gran depresión", de Murray Rothbard, y "La Economía y el Estado del Bienestar", (título de próxima publicación en España por parte de Unión Editorial, de Benjamin M. Anderson (actualmente solo en inglés: "Economics and the Public Welfare").
Recomendaría la lectura en este sentido de obras como "La Gran depresión", de Murray Rothbard, y "La Economía y el Estado del Bienestar", (título de próxima publicación en España por parte de Unión Editorial, de Benjamin M. Anderson (actualmente solo en inglés: "Economics and the Public Welfare").
A su vez, los defensores del New Deal aseguraban que el final de la guerra (cuando precisamente el fin de la guerra fue la solución, y no la guerra en sí misma, como era creído por los keynesianos e intervencionistas, que burdamente veían la guerra como positivo para la actividad económica e incluso como el hecho que sacó al país de la crisis) sería un desastre económico para EEUU, pues el elevadísimo nivel del gasto público fruto de la economía de guerra, unido al regreso de millones de personas en forma de mano de obra supondría un paro masivo, por lo que llevar a cabo recortes de gasto público lastrarían el crecimiento.
Por supuesto, el resultado no pudo ser más opuesto (estabilidad de la moneda y de los tipos de cambio, apertura comercial, reducción de los controles previos, reducción del gasto estatal con una importante reducción del gasto militar...) permitiendo un crecimiento económico fulgurante del sector privado y un superávit público que aumentó el ahorro de la sociedad (con lo que ello supone en inversión, capitalización, productividad y empleo).
Por supuesto, el resultado no pudo ser más opuesto (estabilidad de la moneda y de los tipos de cambio, apertura comercial, reducción de los controles previos, reducción del gasto estatal con una importante reducción del gasto militar...) permitiendo un crecimiento económico fulgurante del sector privado y un superávit público que aumentó el ahorro de la sociedad (con lo que ello supone en inversión, capitalización, productividad y empleo).
Y precisamente ahora, lejos de aprender, lo que hacen nuestros irresponsables y demagogos políticos de manera creciente es justo lo contrario. El camino que llevaba y mantenía la perpetuación y agravación de la crisis...
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