Nathan Keeble analiza la enorme burbuja educativa creada por el gobierno en EEUU y la enorme estafa de los préstamos que supone.
Las consecuencias serán desastrosas, como lo fue por las mismas causas la burbuja inmobiliaria, con el mismo objetivo bueno del gobierno de abaratar su acceso, universalizar su adquisición, generar empleo...
Es el argumento de siempre de mirada corta y que es apoyado por todos para llevarlo a cabo. Pero la cuestión no son los fines idealistas, sino analizar si dichos medios son los adecuados, y si llevan a esos fines o a otros muy distintos y dramáticamente distintos a lo que se perseguía. El proceso es el de expansión crediticia, subvenciones y garantías estatales que inflan la demanda artificialmente, y en consecuencia la oferta, provocando una burbujística subida de precios a niveles insostenibles. ¿Y esto por qué? Pues porque al garantizar y prestar todo lo que haga falta por parte del gobierno se infla la demanda, creando un incentivo perverso, llevando a un proceso de incremento de precios sin fin, puesto que no importa el precio, ya que se presta por parte del gobierno dicha matrícula, desajustando el proceso de mercado libre, en el que dichos precios serían inalcanzables (la oferta se ajusta a la demanda). Las garantías estatales a préstamos aún redundan más en dichos incentivos perversos (como ocurrió en el sector inmobiliario) incentivando a la gente y empresas a tomar más riesgos haciendo la burbuja más grande y haciéndoles irresponsables (pues creen que hay un respaldo detrás).
Esta intromisión en el proceso de mercado llevada a cabo por la intervención gubernamental primero distorsionan enormemente el proceso económico y la asignación eficiente de recursos y segundo, acaban por explotar sí o sí con precios insoportables e impagables (lo único con lo que pueden jugar con el tiempo de dicho proceso de ajuste) produciendo daños enormes para el conjunto de la sociedad, apareciendo las quiebras (de universidades que ya no cobran y no pueden mantener sus crecientes gastos estructurales), familias arruinadas por impagos masivo de créditos de los alumnos, quiebra y cierre de empresas afectadas directa o indirectamente, despidos masivos, aumento del paro, quiebras bancarias por los impagos de ingentes cifras milmillonarias (y el efecto arrastre al resto de sectores de la economía), subidas de impuestos al resto para costear rescates, pérdida de rentabilidad y productividad empresarial a nivel del conjunto de la economía por dichos mayores costes (más impuestos, menos demanda por desempleo, sobrecapacidad, menor competitividad...), licenciados con carreras a ninguna parte, licenciados con subempleos que no pueden costear la deuda estudiantil, aumento de intereses por mayor deuda pública, mayor dependencia estatal y menor independencia y capacidad a salir adelante por sí mismo, dilapidación de capital e inversión productiva, malas decisiones políticas por diversas presiones...
Pero no pasa nada. Se siguen repitiendo los errores y no asumiendo, creando incentivos perversos que afectan negativamente a los agentes económicos y echando la culpa a los chivos expiatorios de siempre (que si el lucro, que si el ausente libre mercado, que si a las empresas...) en lugar de analizar cuáles son las causas de todo el proceso y sus originadores.
Esta intromisión en el proceso de mercado llevada a cabo por la intervención gubernamental primero distorsionan enormemente el proceso económico y la asignación eficiente de recursos y segundo, acaban por explotar sí o sí con precios insoportables e impagables (lo único con lo que pueden jugar con el tiempo de dicho proceso de ajuste) produciendo daños enormes para el conjunto de la sociedad, apareciendo las quiebras (de universidades que ya no cobran y no pueden mantener sus crecientes gastos estructurales), familias arruinadas por impagos masivo de créditos de los alumnos, quiebra y cierre de empresas afectadas directa o indirectamente, despidos masivos, aumento del paro, quiebras bancarias por los impagos de ingentes cifras milmillonarias (y el efecto arrastre al resto de sectores de la economía), subidas de impuestos al resto para costear rescates, pérdida de rentabilidad y productividad empresarial a nivel del conjunto de la economía por dichos mayores costes (más impuestos, menos demanda por desempleo, sobrecapacidad, menor competitividad...), licenciados con carreras a ninguna parte, licenciados con subempleos que no pueden costear la deuda estudiantil, aumento de intereses por mayor deuda pública, mayor dependencia estatal y menor independencia y capacidad a salir adelante por sí mismo, dilapidación de capital e inversión productiva, malas decisiones políticas por diversas presiones...
Pero no pasa nada. Se siguen repitiendo los errores y no asumiendo, creando incentivos perversos que afectan negativamente a los agentes económicos y echando la culpa a los chivos expiatorios de siempre (que si el lucro, que si el ausente libre mercado, que si a las empresas...) en lugar de analizar cuáles son las causas de todo el proceso y sus originadores.
Pero claro. Hacer esto deja en muy mal lugar a políticos y agentes que se benefician de todo ello, y echa por tierra la bonita historia de que todo esto era por tu bien y que las intenciones eran muy buenas (y quién estaba en contra era porque es un malvado despreocupado por las personas y vendido a no se qué intereses), deslegitimándose a sí mismos y a las argucias populistas con las que consiguen el apoyo político y el poder.
Artículo del Instituto Mises:
El ITT Technical Institute anunció que cerraba las puertas de sus campus este mismo mes, después de que el Departamento de Educación prohibiera a la empresa aceptar fondos federales de ayuda a estudiantes. Miles de empleados han perdido sus trabajos y decenas de miles de estudiantes quedan soportando una deuda monstruosa, sin título y con créditos que no son aceptados en otros lugares. Está claro que esto no puede calificarse sino como un desastre para los implicados, pero ¿podría ser visto un anuncio de un futuro gris para el sector de la educación?
La orden de ejecución del gobierno
La decisión del Departamento de Educación llega después de una larga investigación del ITT, la calidad de la educación que proporcionaba y, más sustancialmente, la tasa de fracaso de sus alumnos. Las universidades deben mantener una tasa de fracaso por debajo de un porcentaje especificado. Si la tasa de fracaso en un universidad está por encima del 30% durante tres semestres consecutivos o llega alguna vez al 40%, el Departamento de Educación puede prohibir a la universidad matricular alumnos que utilicen fondos federales, como han hecho en este caso. La prohibición es indudablemente una sentencia de muerte para las universidades, dado que la inmensa mayoría de los estudiantes está claro que es incapaz de pagar su educación de su bolsillo con los precios actuales y casi todos los préstamos de estudiantes se originan en el gobierno federal.
La anatomía de una burbuja de educación
El gobierno parece haber decidido que todos deberían poder ir a la universidad y está actuando para conseguirlo. Un 91% de todos los préstamos estudiantes son emitidos por el gobierno federal, en torno a 100.000 millones de dólares al año. Sumando todo, el gobierno federal posee ahora mismo unos asombrosos 1,087 billones de dólares en préstamos a estudiantes. Prácticamente cualquiera puede obtener estos préstamos, que indudablemente son posibles parte por la expansión del crédito de la Reserva Federal. Para la gente en general, pueden parecer caídos del cielo, pero si la palabra “estudiante” fuera reemplazada por “vivienda”, quedaría claro hacia dónde se encamina esta situación.
Como señaló Ludwig von Mises hace mucho tiempo, las expansiones del crédito causan distorsiones en los precios y malas inversiones en las áreas de la economía que obtienen antes el nuevo dinero, generando auges insostenibles que deben llevar inevitablemente a declives. Raramente puede verse esto con más claridad que en el sector actual de la educación.
Con esta fuente aparentemente ilimitada de dinero venido de Washington, las universidades son capaces de cobrar precios por matrícula, alojamiento y manutención y libros de texto que nunca habrían sido posibles en un mercado libre real. Estos préstamos inacabables liberan a las universidades de la “carga” del libre mercado de proporcionar educación a precios razonables. Ni los estudiantes ni sus padres podrían pagar de su bolsillo las universidades a estos precios, ni los prestamistas privados verían estos préstamos, que no tienen ninguna garantía, como viables. En ausencia del crédito creado por el gobierno, las universidades se verían obligadas a cobrar precios que estuvieran de acuerdo con la realidad.
Si vemos el papel del estudiante como el inversor, las malas inversiones pueden verse con claridad. Los estudiantes de universidad, algunos de los cuales están eligiendo graduarse en campos tan lucrativos como los estudios de género, están descubriendo que es bastante difícil encontrar empleo en sus campos después de la graduación. Los estudiantes se gradúan esperando ser contratados para trabajos que a menudo descubren que no existen. Mientras ocurre esto, personas como el presentador de Dirty Jobs, Mike Rowe (que recientemente se declaró seguidor de Henry Hazlitt), están percibiendo una escasez de mano de obra especializada en áreas de la economía en las que no forman las universidades. Con el fin de ayudar a superar lo que califica como escasez de habilidades, Mike fundó la mikeroweWORKS Foundation, que ayuda a formar a jóvenes en estos campos.
Soportando una suma de deuda que resulta una increíble carga y que ahora supone una media de 35.000$ y un empleo cuestionable, muchos graduados son incapaces de pagar sus préstamos de estudiantes financiados por el gobierno. Como escribía en abril Jonathan Newman para Mises Wire, el 43% de los graduados con préstamos federales a estudiantes están retrasados en sus pagos o han recibido permiso para posponerlos. Tal vez lo más importante de lo que apunta Newman sea que las tasas de morosidad de los préstamos a estudiantes han sobrepasado ahora mismo las de las hipotecas durante la crisis inmobiliaria. A medida que pase el tiempo y aumente el número de préstamos federales a estudiantes, cabe esperar que crezca esta tendencia.
Al tiempo que esto es claramente devastador para los estudiantes, es muy ominoso para las universidades, en particular para las privadas con ánimo de lucro, como la ITT. Como estas universidades no están subvencionadas como las públicas, los estudiantes tienden a afrontar precios más altos de entrada, aumentando la posibilidad de impago. De hecho, de acuerdo con las últimas cifras que pueden encontrarse, el 39% de los impagos de estudiantes vienen de las privadas con ánimo de lucro, a pesar de tener una porción mucho menor de los préstamos totales. En el momento en que se recogieron estas cifras, hasta 12 universidades con ánimo de lucro estaban en peligro de cruzar el umbral del impago del Departamento de Educación y perder la capacidad de matrícula de estudiantes con préstamos federales.
Debemos llegar a la conclusión de que es muy probable que Estados Unidos vea el colapso de las universidades con ánimo de lucro cuando estalle esta burbuja educativa. Estas universidades, como la ITT, no serán capaces de sobrevivir cuando el periodo de auge de los préstamos a estudiantes se convierta en declive. El mercado laboral también necesitará un reajuste, ya que estos grados universitarios tendrán que adentrarse en áreas de la economía distintas de sus campos de graduación en las que se necesite más urgentemente mano de obra. Organización como la de Mike Rowe están bien planteadas para ayudar a facilitar esta demanda ahora y cuando se produzca la corrección del mercado.
Cuando un mercado está distorsionado como el mercado de la educación, no hay nada que pueda hacerse para impedirlo. El declive es la cura del mercado para la enfermedad de los recursos mal asignados. Si lo escrito aquí resulta ser verdad, la única receta para el gobierno es la del laissez-faire. Si Estados Unidos quiere tener un sistema educativo que funcione, el gobierno debe dejar de interferir en él. Debe detener su implicación en los préstamos a estudiantes e idealmente dejar la educación completamente al sector privado, donde las fuerzas del mercado puedan coordinar apropiadamente lo que se enseña con lo que necesitan empresarios y consumidores.
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