Más madera hacia el colapso, para no saber por qué no resulta bien (como nunca lo ha hecho), y responder luego, por supuesto, que nadie lo vio venir...
Artículo de El Confidencial:
Foto: iStock.
“Un error no se convierte en verdad por el hecho de que todo el mundo crea en él”.
Mahatma Gandhi
El pasado día 21, la Conferencia de Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo (UNCTAD) publicó su informe anual 'Comercio y desarrollo'. Este informe suele ser esperado y celebrado, a pesar de la pésima calidad de sus análisis, como muestra el título que acompañaba al panorama general o resumen ejecutivo de 2007: “Las tendencias de la economía mundial parecen indicar una continua expansión”. Ese informe se publicaba, como ahora, en septiembre de ese año, uno antes de la quiebra de Lehman Brothers que para muchos (no para todos) supuso el comienzo oficial de la crisis. Solo tal análisis debiera bastar, hoy, para no volver a leer jamás un solo informe de este organismo. Sin embargo, como ocurrió con las previsiones de agencias de 'rating' y de tantos otros organismos, servicios de estudios y economistas, es mejor esconderlos en el archivador, dentro de la carpeta 'Nadie lo predijo'. Conviene aquí recordar la cita de Gandhi que abre el 'post', y asimismo el prólogo del profesor Huerta de Soto a la tercera edición española de su 'Dinero, crédito bancario y ciclos económicos':
“Así, parece que nos aproximamos al típico punto de inflexión de la fase del ciclo, la fase que precede toda recesión económica”.
Huerta de Soto firmó este prólogo el 28 de agosto de 2005. Obviamente, como no usó modelo econométrico alguno para predecir no ya la fecha (poco importante, en realidad) sino el hecho, y al pertenecer a una escuela de pensamiento minoritaria y tildada de acientífica por la mayoría de mis colegas, es mejor obviarlo y seguir llenando la carpeta del 'Nadie lo predijo' con informes y modelos que deberían avergonzar a quienes los redactaron.
¿Y qué propone la UNCTAD? Soluciones originales, jamás antes probadas, que nos permiten estar orgullosos de nuestra posición en la escala evolutiva. Tal y como recoge El Confidencial, la solución a la crisis no es otra que “aplicar políticas macroeconómicas audaces, reforzar la regulación de las finanzas y aplicar políticas activas de industrialización”.
Al bucear un poco más en el texto, disponible aquí, observa con estupor que lo único que pide la UNCTAD es profundizar en el error que ha llevado a Japón al estancamiento más prolongado de su historia. Lo curioso es que la UNCTAD reconoce el fracaso de Japón y sus 'audaces' políticas macroeconómicas, pero a pesar de ello recomienda seguir su senda. Ya sea subiendo impuestos (recuerden la reciente medida temporal del Gobierno en funciones de D. Mariano Rajoy de subir temporalmente el tipo mínimo del Impuesto de Sociedades, haciendo honor a la mítica frase de Milton Friedman de “no hay nada más permanente que un programa temporal del Gobierno”), ya aumentando la deuda para financiar servicios públicos y tratar de enjugar así el déficit (en la OCDE, la deuda pública media rondaba en 2014 el 113% del PIB, cuando en 2007 apenas superaba el 74%, desoyendo la propia recomendación de 2012 de este organismo de no superar el 50% en ningún caso), en ningún caso recortando el gasto público, todos los organismos internacionales se ponen muy dignos reclamando más de lo mismo. A nadie parece preocuparle que en los mercados de derivados sobre tipo de cambio se negocien diariamente 5,8 billones (nuestros, no norteamericanos) de dólares, multiplicando por 12 la cifra negociada en 1989. Mientras crece de forma constante el crédito al sector no financiero de la economía, como prueba el siguiente gráfico, todos siguen reclamando mayor fluidez y mayor acceso al mismo.
Evolución del crédito al sector no financiero. Fuente: BIS Quarterly Review, Sept. 2016.
Reclama asimismo la UNCTAD un incremento de la inversión pública en infraestructuras. Imagino que no saben que España tiene la mayor red de AVE del mundo después de China, tercera en kilómetros de autopistas (cuando solo es la 52ª en extensión del territorio), y posiblemente es la primera del mundo por aeropuertos públicos sin pasajeros. Se preguntaba en este sentido el World Economic Forum cómo era posible que, inundados de liquidez como estamos, no existiese una mayor inversión en infraestructuras, cuando “nunca en la historia ha sido más barato endeudarse”.
Efectivamente, la audaz política monetaria de los bancos centrales de llevar los tipos de interés al terreno negativo (más de una cuarta parte de la deuda soberana mundial se emite en países con tipos negativos), combinada con una emisión monetaria jamás observada en la historia (unas veces directa, otras indirecta mediante la monetización de la deuda), solo ha estimulado la asunción de riesgos por parte de las instituciones financieras, y en ningún caso la demanda interna y el consumo que todos los modelos de los economistas keynesianos y monetaristas habían previsto como 'output'.
Quienes llevamos tiempo advirtiendo contra unas prácticas que la historia ha mostrado erróneas, somos tachados de alarmistas en el mejor de los casos. Cuando un modelo no funciona, y ninguno de los que se han publicado y probado en los últimos años lo ha hecho, en vez de plantearse en qué ha fallado, mis colegas prefieren culpar a la realidad que, obcecada, sigue su curso, ajena a derivadas parciales. Esperar a la siguiente crisis global, que no tardará, tiene un coste muy elevado, pero el orgullo de quienes dirigen los laboratorios económicos, políticos y sociales es demasiado grande para rectificar. Pero no se preocupen, que siempre habrá espacio en el cajón del 'Nadie lo predijo' mientras alimentamos el fuego latente de la crisis con más madera.
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