Liberal Enfurruñada sobre el rumbo tomado por Ciudadanos.
Artículo de OK Diario:
El viernes pasado, el último día de la campaña electoral del 25S en Bilbao, durante un desayuno de Nueva Economía Fórum, Albert Rivera dijo que había que “abrir la mano a la convivencia para que no haya líneas divisorias, para que no haya ni buenos ni malos, para que en el País Vasco paséis página…” y se quedó tan ancho. Estas declaraciones, tan parecidas a las que puede hacer otro de los invitados a esos desayunos, el presunto “hombre de paz” Arnaldo Otegi, provocaron inmediatamente tanta polémica que el propio Rivera se vio obligado a tuitear inmediatamente un mensaje que decía: “Pasamos página, pero no olvidamos. Habrá justicia, y no aceptaremos lecciones de quienes apretaron el gatillo”. O sea, que se pasará página sin buenos ni malos pero no se aceptarán lecciones. Ni se desdecía, ni rectificaba, ni aclaraba nada de lo dicho. Así que el portavoz bloqueador, Juan Carlos Girauta, se vio obligado a intervenir también, con el estilo chulesco y tabernario que le caracteriza, contestando lo siguiente a otro tuitero que, escandalizado, exigía explicaciones más concretas: “Ya se lo concreto yo: M.A. Blanco era un hombre bueno; quien lo asesinó, un malnacido. ¿Lo va viendo más claro?”. Tan claro como la noche más oscura.
Hay quienes achacan todo este embrollo a un simple problema de comunicación pero es extraño, porque si algo sabe hacer bien Albert Rivera es comunicar. En realidad, es lo único que hasta el momento ha demostrado que sabe hacer bien. Esa facilidad de discurso es la que le ha permitido convertirse en el más liberal de los socialdemócratas, o el más socialdemócrata de los liberales, según convenga. Rivera es un gran orador, tiene un discurso fluido con el que siempre sabe decirle a cada uno lo que quiere escuchar, y sabe cambiar su discurso radicalmente de un día para otro. Puede perfectamente un día decir que en ningún caso votará sí a Pedro Sánchez y al siguiente votarle y afear la conducta de los que votan no. También es capaz de mantener con desparpajo que se abstendrá en la investidura de Rajoy un día antes de confirmar que votará que sí. Así que debemos pensar que él cree que los vascos quieren escucharle decir que deben pasar página sin que se vuelva a hablar de buenos y malos.
Se le da bien hablar a Rivera, como también se le da bien venderse por mucho más de lo que vale, y rodearse de caras bonitas y sonrientes; de forma que hay quienes comparamos a los candidatos de Ciudadanos con los concursantes de Operación Triunfo: guapos, con buena voz, agradables… pero carentes de formación “musical” y sin “peso en la partitura”. Pura pose. Así, la formación de Albert Rivera ha resultado irrelevante en el País Vasco y Galicia, donde han sido incapaces de sacar un sólo diputado en estas elecciones, lo mismo que les ocurrió en Navarra, Castilla-La Mancha y Canarias. En el País Vasco, Ciudadanos no ha conseguido el escaño que sí consiguió UPyD hace cuatro años, obteniendo 21.362 votos, el 2,02%, casi la mitad de los 40.326 votos el 26-J, mientras que en Galicia ha sacado poco más de 48.103 votos, el 3,38%, frente a los 133.938 votos conseguidos en las elecciones generales del 26J.
En Cataluña, Ciudadanos es otra cosa, allí desempeñan un papel fundamental y su aportación a la regeneración democrática de la Comunidad Autónoma está siendo decisiva. Por eso éramos muchos los que anhelábamos su salto a la política nacional. Pero parece que este salto les ha venido grande, que no lo dieron estando suficientemente preparados, y es una lástima. En España es necesario y hay hueco para un partido liberal importante, que no sea ni de izquierdas ni de derechas. Ciudadanos podría haber ocupado ese hueco, pero no hay sitio para otro partido socialista más, como están comprobando elección tras elección.
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