M. Llamas analiza en qué consiste así como en los negativos efectos del "complemento salarial" propuesto en algunos programas electorales, tales como en el de Ciudadanos.
Artículo de Libre Mercado:
Mariano Rajoy y Albert Rivera con sus equipos negociadores | EFE
El "complemento salarial garantizado" es una de las propuestas estrella que Ciudadanos ha logrado incluir en el pacto de investidura alcanzado con el PP. De hecho, es la medida que concentra un mayor aumento del gasto, con cerca de 7.600 millones de euros a lo largo de la legislatura.
La idea básica consiste en asegurar que todos los trabajadores cuentan con unos ingresos mínimos en función de sus circunstancias personales, al tiempo que sirve de incentivo para incorporar más trabajadores al mercado laboral y reducir la economía sumergida. La medida concreta reza así:
61. Establecer un impuesto negativo sobre la renta de las personas físicas en forma de Complemento Salarial Garantizado, que mejore los ingresos de los trabajadores, considerando su jornada laboral y su renta, y sus condiciones y patrimonio familiar.
No es una "renta básica" (pago incondicional, directo y automático a cualquier ciudadano) ni un "impuesto negativo sobre la renta" (crédito fiscal que, igualmente, reciben todos los ciudadanos y cuya cuantía baja conforme aumenta el nivel de ingresos). El "complemento salarial" de C’s imita el modelo existente en EEUU y Reino Unido y, si bien funciona de forma parecida al impuesto negativo sobre la renta, la diferencia radica en que dicho crédito sólo lo reciben las personas que trabajan, no toda la población de forma indiscriminada.
¿Cómo funcionaría en la práctica?
El programa electoral del partido de Albert Rivera señalaba en su día que, en términos generales, dicho complemento beneficiaría a los trabajadores sin hijos con nóminas inferiores a 16.000 euros y a los asalariados con hijos e ingresos inferiores a 28.000 euros. Si el complemento es mayor que la cuota a pagar por impuestos, la cantidad se percibe en efectivo por el trabajador. C’s citaba varios ejemplos:
- Un trabajador soltero y sin hijos que gane 9.000 euros recibe un crédito fiscal de 2.500.
- Una pareja con dos hijos que gane 10.000 euros al año cobraría un 43,5% de complemento salarial, es decir 4.350 euros; si gana 12.000, está en el tramo plano y cobra 5.000; si gana 18.000 euros, está en el tramo decreciente y tiene derecho a un crédito fiscal de 4.000, resultado de aplicar la siguiente fórmula: (26.000-18.000)/2.
Es decir, el complemento sube de inicio en función de la renta y las cargas familiares, se estabiliza al alcanzar un determinado nivel salarial y, finalmente, cae hasta desaparecer conforme aumenta el nivel de ingreso. El siguiente gráfico muestra dicho crédito fiscal de forma visual:
Esta medida ya se aplica en algunos países, como es el caso de EEUU o Reino Unido, y, por tanto, se puede comprobar su efectividad. En este sentido, existen varios estudios y análisis que ponen de manifiesto los efectos secundarios del complemento salarial, tal y como se detalla a continuación:
1. Deprime los sueldos
Por un lado, el complemento salarial ha contribuido a deprimir los salarios brutos tanto en EEUU como en Reino Unido. Por un lado, incentiva la búsqueda de empleo, pero, por otro, el hecho de que haya más gente buscando trabajo permite a las empresas ofrecer salarios más bajos haciendo uso de dicho subsidio. La experiencia norteamericana demuestra que casi el 70% de este subsidio es absorbido, directamente, por las empresas.
2. Subvenciona a empresas improductivas
Además, este tipo de subsidios facilita la supervivencia de negocios poco o nada productivos, desincentivando su reajuste. Así, tal y como explica el economista Juan Ramón Rallo, "imaginemos que un empresario monta una academia de Filosofía con tan poca demanda que apenas es capaz de abonar un salario de 600 euros mensuales a los profesores que necesita para impartir las clases; pero, a ese salario, los graduados en Filosofía prefieren buscar empleo en otros sectores de la economía o, directamente, quedarse ociosos. Sin embargo, como el complemento salarial aumenta el salario efectivamente percibido por los profesores de Filosofía, el empresario podrá contratarlos y montar su academia de escasa demanda".
Así, pues, en muchos casos, sirve para subvencionar actividades improductivas a costa de las productivas. "Sin complementos salariales, esas empresas improductivas (esto es, aquellas incapaces de generar suficiente valor para el consumidor) no podrían pagar sueldos lo suficientemente elevados como para inducir a los parados a trabajar para ellas, de modo que no llegarían a iniciar sus actividades. Con el complemento salarial, las empresas improductivas se convierten en compañías falsamente productivas a golpe de subvención estatal", concluye Rallo.
"En suma, el complemento salarial contribuye a proporcionar oxígeno a la parte del tejido empresarial menos productiva de una economía -socavando así parte de los incentivos para que ésta se readapte en búsqueda de una mayor generación de valor- y a transferir recursos de los contribuyentes al resto de empresarios", añade.
3. Desincentivos a trabajar
Aunque incentiva la búsqueda de empleo por parte de los parados, otro problema asociado es que también genera ciertos desincentivos a trabajar, según un estudio del Cato Institute sobre el modelo de EEUU. Así,tal y como recuerda el economista y consultor Lorenzo Bernaldo de Quirós, "en el caso de las familias en las que trabaja uno solo de los cónyuges, si el otro decide incorporarse al mercado laboral el ingreso familiar crece y, por tanto, el nivel de beneficios recibido disminuye, porque la subvención se calcula en función de la renta familiar global".
Asimismo, "los receptores de los beneficios pueden disminuir el tiempo destinado a su actividad", ya que el citado complemento les permite obtener más renta trabajando menos. "El resultado es una tendencia a trabajar menos horas".
4. Bolsa de fraude
Por último, Bernaldo de Quirós también advierte de las grandes bolsas de fraude que generan este tipo de programas. "La experiencia norteamericana y británica demuestran que existe un exceso de pagos a causa de la falsa información proporcionada por los receptores de las ayudas". Según los datos oficiales de EEUU, el fraude rondó el 27% de las subvenciones en 2014, unos 18.000 millones de dólares que fueron cobrados indebidamente por los beneficiarios.
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