Artículo del Blog Desde el Exilio:
"Todo lo que necesitas saber sobre la discusión del “calentamiento global”, en 1.800 palabras.
Con lo del clima y el CO2 pasa algo parecido a lo que pasa con los economistas. Tienen predicciones de detalle que se cumplen. Por ejemplo, el efecto radiativo del CO2 y otros gases invernadero. Si no se cumplieran, los misiles que funcionan con rayos infrarrojos no darían en el blanco. Y sí aciertan. Por otra parte, el clima es algo mucho más complejo que la parte radiativa. Y en ese aspecto general, la ciencia del clima no solo no acierta, sino que ni siquiera avanza. Las predicciones modernas no son menos malas que las predicciones antiguas. Son peores. Por eso hacer caso a los expertos en “cambio climático”, sobre el clima futuro, es igual de sensato que hacer caso a los economistas, en el mismo aspecto. La diferencia es que los economistas tienen al menos la sensatez de no hacerse caso a si mismos -como futurólogos- y suelen decir que es muy fácil explicar el futuro … una vez que ya ha ocurrido. Así que olvida la idea de que lo sensato es consultar a los expertos. Depende de qué expertos se trate; depende de que acostumbren a acertar el futuro, o que sean como los climatólogos o economistas.
Es muy conocido que fue el físico (y químico ) Svante Arrhenius el primero en calcular, en 1896, el efecto en el clima del CO2 que tiramos a la atmosfera. Ya antes, Fourier, Pouillet y Tyndall habían observado la capacidad de la atmósfera de atrapar el calor que emite la tierra, calentándola. El cálculo de Arrhenius no fue muy bueno, dejó atrás muchas cosas, y le resultaba que por doblar la cantidad de CO2 en el aire, la temperatura de este aumentaría unos 5 ó 6 grados centígrados. En realidad estaba tratando de explicar las glaciaciones a base del CO2. Pero los ciclos orbitales de la tierra, estudiados por Milankovitch, eran una tesis mucho más convincente.
No fue hasta 1938 que se estableció la base de lo que podríamos llamar “climatología del CO2″. Guy Callendar, un ingeniero especializado en vapor, y científico aficionado (en el sentido de que no cobraba por ello), rehizo los cálculos del efecto del CO2. Y, además, empezó a tomar los datos de las estaciones meteorológicas para calcular una temperatura global de la tierra. Lo hizo con tanto cuidado y buen tratamiento, que su trabajo de temperatura media histórica es el fundamento de lo que se sigue usando hoy día. Lo que trataba era de averiguar si ya se estaba notando, y se podía medir el efecto en la temperatura del CO2 que emite la industria. Su resultado era que sí, y que por doblar la cantidad de CO2 en el aire la temperatura aumentaría en unos 1,7ºC.
Esta cifra sale de lo que podríamos llamar efecto directo de calentamiento del CO2, más los efectos indirectos con los que el sistema climático reacciona a este calentamiento. En principio, esos efectos indirectos, esa reacción, podrían ampliar o reducir el efecto directo de “atrapar” el calor. Callendar llegó a la conclusión de que los efectos indirectos serían de amplificación, pero moderados. Básicamente, el calentamiento por el CO2 provocaría mayor evaporación del mar, que da más vapor de agua. Que también es un gas “atrapa-calor”. De hecho, el principal. Pero esta amplificación tendría un límite, porque la evaporación también produce nubes, que reflejan la luz del sol (enfrían).
El resultado de sus cálculos se pueden resumir con este dibujo:
Cabe destacar que Callendar veía una gran ventaja en este calentamiento moderado del CO2.
it may be said that the combustion of fossil fuel, whether it be peat from the surface or oil from 10,000 feet below, is likely to prove beneficial to mankind in several ways, besides the provision of heat and power. For instance the above mentioned small increases of mean temperature would be important at the northern margin of cultivation, and the growth of favourably situated plants is directly proportional to the carbon dioxide pressure (Brown and Escombe, 1905): In any case the return of the deadly glaciers should be delayed indefinitely.
Es importante recordar que hablamos de “climatología del CO2″. Esto es, que se trata de un cálculo de lo que cambia la temperatura debido el CO2, según lo que durante mucho tiempo se llamó el “efecto Callendar”. Pero sin contar con que el clima varía también por motivos naturales. Y es ese cambio natural lo que nos dificulta el interesante ejercicio de ver cómo ha funcionado la predicción de Callendar, 75 años después. Si no contamos con el cambio climático natural, la predicción de Callendar tiene una pinta muy razonable. Hemos pasado desde unas 280 ppm de CO2 en la era “preindustrial”, hasta las 400 ppm, recién alcanzadas. Representa un 70% de doblar la cantidad de CO2. Y un 70% de 1,7ºC son 1,2ºC.
Estos cálculos de Callendar son para latitudes medias (pero especifica que la media global es la misma). El único dato desde una “época preindustrial” que tenemos es el de Inglaterra Central.
Y el dato de la realidad es 1,1ºC de aumento de temperatura, a comparar con el 1,2ºC de Callendar. Si pensamos que la temperatura no ha subido nada de forma natural.
Nota: si usamos datos de temperatura global, sale lo mismo. Solo los hay desde 1850, que sería tal vez poco después de “pre-industrial”, y la cifra resulta +0,8ºC. Un poco menos, pero muy parecido.
¿Y cómo hemos pasado, desde que se planteó con fuste la teoría del “Efecto Callendar”, de un amable calentamiento global, a un Calentamiento Global Acojonante? Por un invento muy conveniente. Una útil especulación científica. Cambiar el efecto de las nubes, que Callendar veía como un freno a la ampliación que puede hacer el vapor de agua, a una mayor ampliación todavía. Empezaron en 1979, y se cuenta en este enlace [-->].
Usando el mismo dibujito explicativo, queda así:
Han doblado el calentamiento del “Efecto Callendar”, y ya ni siquiera le llaman así. Y no es ninguna broma, ni exageración, llamarle especulación científica. El mismo IPCC reconoce que las nubes son la mayor incógnita de los efectos indirectos del pequeño calentamiento del C02 en el clima. Los mayores expertos IPCC en nubes dicen que no se puede caracterizar la respuesta con un número, que es diferente según las zonas (trópicos, zonas templadas, etc), y que estamos muy lejos de saberlo. Por ejemplo, Graeme Stephens [-->].
Esta teoría alarmista tiene un problema. Si la temperatura aumenta 3,3ºC por doblar el CO2, ya tendríamos que haber visto un 70% de ese calentamiento (2,3ºC). Y la temperatura CET debería estar donde la diana roja de la derecha (11,4ºC)
Lo resuelven con otra especulación científica. Imaginando que la contaminación industrial (aerosoles) ha frenado ese calentamiento. Pero esa es otra cosa que nadie sabe.
Los científicos “escépticos” (Lindzen, Spencer, Christy) dicen, con sus cálculos y estudios, que las nubes hacen que los efectos indirectos netos no sean de amplificación, sino de reducción. En el mismo dibujito:
La discusión se puede resumir en tres posturas.
- Templados: Siguen pensando como Callendar. El CO2 que emitimos calienta moderadamente el clima, y el efecto neto bien podría ser beneficioso.
- Alarmistas: El fin del mundo. Salto mortal con dos volatines (nubes y aerosoles).
- Escépticos. Creen que el calentamiento que puede producir el CO2 no se nota respecto a la variación natural.
Los alarmistas tildan de “negacionistas” a los otros dos grupos, pero nunca se toman el trabajo de explicar qué es lo que niegan exactamente. Se entiende que deberían negar el “cambio climático”. Pero es falso. Solo niegan los volatines de los alarmistas. Que haya motivos para pensar en una amplificación del calentamiento por las nubes. Cosa completamente cierta; no hay motivos para pensarlo. Y niegan el juego de los alarmistas de mucho calentamiento por el CO2. reducido (de momento) por mucho enfriamiento de los aerosoles. O sea, se niegan a aceptar los dos volatines especulativos de los alarmistas (nubes, y aerosoles). En cambio, los alarmistas niegan el cambio climático natural. Ya me dirán quién es más “negacionista” en esta discusión.
Hasta ahora, todos los números que hemos visto están basados en la idea (absurda) de que el clima no cambiaría de no ser por el CO2. Pero hoy, debido a la falta de calentamiento de los últimos 16 años, hasta los alarmistas empiezan a reconocer que el clima tiene oscilaciones naturales. Las necesitan, para explicar esos 16 años. Esas oscilaciones debidas a ciclos oceánicos, suponen una variación de la temperatura global de unos 0,2ºC arriba o abajo, en fases de unos 60 años.
Saco esta gráfica de Steve McIntyre [-->]. Está comparando la predicción de Guy Callendar con las de los modelos climáticos alarmistas que usan hoy. Ambas en referencia a las mediciones de temperatura real. Merece la pena leerlo, y muestra que los modelos alarmistas (terroríficamente caros) -en rojo- no han mejorado la simple fórmula de Callendar -en azul-. Pero yo he querido hacer un añadido, poniéndole los ciclos oceánicos a la predicción que sale de Callendar -en naranja-.
Explicación:
- Negro: medición temperaturas reales (HadCrut4).
- Rojo: modelos modernos alarmistas.
- Azul: De la fórmula de Callendar
- Naranja: Callendar con ciclos oceánicos.
Nota importante. No se me lancen a abrazar a Guy Callendar – corregido por los ciclos oceánicos. Aunque la coincidencia con las temperaturas observadas parece apabullante, no hay forma de saber que no hay otras oscilaciones climáticas de período más largo. Por ejemplo, Período Cálido Romano (hacia 100 DC), Período Frío Edad Oscura (hacia 600 DC), Período Cálido Medieval (hacia 1.100), Pequeña Edad de Hielo (hacia 1.700), Período Cálido Moderno (ahora). Y entonces, todo -o parte- del “Efecto Callendar” sería a causa de esa oscilación larga. Como sostiene Akasofu, según el cual solo estamos saliendo de la Pequeña edad de Hielo (a Dios gracias):
Título: ¿Es razonable pensar que provocamos “calentamiento global” con el CO2? ¿Y que sea un problema?
Respuesta: Razonable es, pero no es necesario. Lo que no es tan razonable es pensar que sea un problema. Y, sobre todo, es muy probable que no falte mucho tiempo para descartar lo que dicen los alarmistas, con sus dobles saltos mortales. Si no empieza el calentamiento de nuevo en los próximos cinco o diez años, y fuerte, ya no va a haber volatines que valgan. Se romperán los huesos. La gimnasia tiene sus límites.
Y no se trata de hacer caso a los expertos. La prudencia empieza por mirar primero la capacidad de predicción de los expertos sedicentes. Los economistas también tienen unos modelos prodigiosos, pero luego resultó que los productos financieros que nunca podían bajar porque nunca habían bajado, eran tóxicos. ¡Vaya por Dios!
Lo mismo, en vídeo (de donde he copiado los dibujitos de la parte comprobada y la especulativa de la ciencia):
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Enlaces.
Mcintyre:
Callendar 1938:
Akasofu:
En la plaza:
CET:
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