Vanesa Vallejo analiza la cuestión del control de armas, lo que indican los datos, las contradicciones entre dichos y hechos, lo que indica la evidencia y la lógica, así como los miedos infundados y verdades a medias que son el día a día en esta cuestión.
Artículo de PanamPost:
Todas las masacres que han ocurrido en la historia de los Estados Unidos han sido perpetradas en lugares “gun free”. (Flickr)
Si usted viviera en un lugar muy peligroso y tuviera que poner un letrero en la entrada de su casa, ¿cuál de estos dos elegiría?: “Lugar libre de armas” o “Individuos fuertemente armados”.
Seguramente todos escogeríamos el segundo, a nadie se le ocurriría pensar que un ladrón o asesino dejaría su arma y haría caso al primer letrero. El bar gay en Orlando tenía el primer aviso, era “gun free”.
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Lo curioso es que a pesar de lo obvia que resulta la respuesta a la pregunta que he hecho, y de que es claro que el asesino del club de Estados Unidos no habría causado tanto daño si los asistentes hubieran estado armados, ante masacres como estas, políticos y ciudadanos reaccionan pidiendo mayor control a la tenencia de armas de fuego.
Todas las masacres que han ocurrido en la historia de los Estados Unidos han sido perpetradas en lugares “gun free”. Cuando criminales han intentado atacar en sitios donde la población está dotada de armas no han tenido éxito. Y en países como Suiza o Islandia, en los que la población está fuertemente armada, la tasa de homicidios es bastante baja. Los delincuentes saben que sus malas acciones probablemente tendrán consecuencias.
En Kennesaw, ciudad del estado de Georgia, en Estados Unidos, antes de 1982 los niveles de violencia eran muy elevados, motivo por el cual las autoridades decidieron establecer una ley que se mantiene vigente hasta el día de hoy, según la cual todos los hogares deben tener un arma.
El resultado de tal medida, contrario a lo que muchos progresistas creerían, fue una dramática caída de la tasa de crímenes, que en la actualidad continúa siendo una de las más bajas de todo el país. Sin embargo, poco se oye hablar de Suiza o de Kennesaw, los medios de comunicación y los políticos en general, parecen estar a favor de la prohibición de armas de fuego.
En Estados Unidos, por ejemplo, quienes están en contra de la libre tenencia de armas, continuamente afirman que las masacres que han tenido lugar en los últimos años obedecen al incremento de la venta de armas de fuego y a los insuficientes controles. Pero lo que olvidan decir es que si bien es cierto que a partir de 1993 aumenta sustancialmente el número de armas en este país, entre otras cosas porque se relajan en gran medida las restricciones para su porte, también sucede que desde esa misma fecha se observa una importante disminución en el número de homicidios causados por armas de fuego.
Muertes causadas por arma de fuego (por cada 100.000 personas) en Estados Unidos
Si bien con estos datos no es posible asegurar que existe una relación de causalidad entre el libre porte de armas y la disminución de la tasa de criminalidad, por lo menos sí se destruye la principal hipótesis de quienes abogan por su prohibición. Es mentira que a mayor cantidad de armas en una sociedad aumenta el número de asesinatos. No es cierto que si se legaliza su tenencia, las sociedades se convertirán en el escenario de alguna película apocalíptica donde reina la ley del más fuerte.
No tiene sentido esperar que los criminales acaten las leyes, precisamente lo que hacen los asaltantes, violadores y asesinos, es vivir en la ilegalidad.
Prohibir el porte de armas es entonces facilitarle el trabajo a los delincuentes dejando a la sociedad indefensa ante cualquier ataque. Los únicos que quedarán desarmados al expedirse una ley en contra de la libre tenencia son los ciudadanos decentes, aquellos que cumplen las normas.
La gente parece no darse cuenta que permitir el libre porte de armas beneficia a los más indefensos: ancianos, discapacitados, mujeres, personas físicamente débiles, gente de escasos recursos que viven en lugares peligrosos. Pero claro, resulta que quienes expiden estas leyes no sufren los problemas que padece la gente común. Los políticos viven rodeados de guardaespaldas y desde su seguridad imponen normas para los ciudadanos de a pie. Las armas deben estar prohibidas para todos excepto para ellos, ellos sí pueden disfrutar del derecho natural a defenderse.
Y en este punto hay que recordar que la libertad está ligada al derecho que tenemos todos de defendernos ante un ataque. Hace un tiempo, un amigo venezolano que ahora vive en Europa, me decía que una de las cosas que más disfrutaba de su nueva vida, es poder salir tranquilo a la calle, caminar a media noche sin miedo de que lo roben o lo maten. Y es que, ¿cómo puede ser uno libre si vive con miedo a que le quiten la vida o sus propiedades, y encima no puede defenderse?
Hay quienes dicen que la gente no debe tener armas porque para eso está la policía, resulta que yo no puedo tener un policía en mi cartera, pero sí un arma. No tiene sentido que ocurran masacres en las que asesinos pueden durar incluso horas matando gente, y la gente buena y desarmada debe esperar a que llegue la policía. Si un ladrón entra a su casa, tenga por seguro que un arma será mucho más efectiva que un celular para proteger su vida.
Está comprobado, entonces, que el mundo no se convertirá en un baño de sangre si se permite el libre porte de armas. También hay clara evidencia de que su prohibición no acaba con el crimen, muchos países tienen estrictas regulaciones al respecto y sus tasas de homicidios son alarmantes, un ejemplo de esto es México. Y la lógica nos dice que desarmar a los ciudadanos que cumplen las leyes es hacerles el trabajo más fácil a los delincuentes.
No nos dejemos llenar de miedos infundados y verdades a medias, muchas tragedias, incluyendo la de Orlando, se habrían podido evitar si la gente de bien, como en Kennesaw, estuviera armada. Somos individuos con el derecho natural a defendernos y a defender a nuestra familia, a nuestro perro, a nuestros vecinos y a cualquier persona que esté siendo atacada.
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