V. Gago sobre las reiteradas estupideces del Club de Roma, que desgraciadamente, tienen tanto parangón...
Artículo de Actuall:
¿SOMOS DEMASIADOS?
Mi planeta sin mí
El Club de Roma propone a los gobiernos recompensar con 80.000 dólares (71.000 euros) a las mujeres por no tener hijos, o tener solo uno. [Agenda Europe, en inglés] La receta para reducir la población forma parte de la última publicación de este laboratorio de ideas con base en Suiza, Reinventing Prosperity… [Reinventando la prosperidad. Gestionar el crecimiento económico para reducir el desempleo, la desigualdad y el cambio climático]
Sus autores, Graeme Maxton y Jorgen Randers, enuncian treinta propuestas “para mejorar nuestro mundo”, desde reducir el número de jornadas de trabajo a aumentar la edad de jubilación. En la base de todas ellas está la premisa que dio origen al Club de Roma en 1968, la idea de que hay demasiados seres humanos en el mundo y que, si siguen reproduciéndose al ritmo actual, acabarán destruyendo el planeta. Llevan más de cuarenta años dando la brasa con la profecía del inminente fin del mundo por la presión demográfica. Son los testigos de Jehová de la ideología ecologista, solo que, en vez de llamar dos veces a tu puerta, como el cartero, llaman a la de tu Gobierno. Y lo más gracioso de todo es que los políticos les abren, y les invitan a pasar, y le sirven un té.
El primer informe del Club de Roma, publicado en 1972, se titulaba Los límites del crecimiento y, desde entonces, las luminarias de la institución no han dejado de darle vueltas al tema de la bomba de población, tan viejo como Malthusalén.
La imagen del hombre como un depredador de recursos reproduciéndose a una velocidad roedora es uno de los mitos más carismáticos de la tradición oral popular. Los hechos, esos aguafiestas de todos los mitos, se empeñan en indicar que lo que ocurre es exactamente lo contrario. El ser humano crea más recursos de los que destruye. La pobreza, el atraso y la desigualdad tienden a disminuir, no a aumentar.
Si hay algo que amenaza el bienestar de la especie humana, no es la explosión demográfica, sino la caída de la natalidad y la falta de reemplazo generacional para cuidar de los mayores y garantizar la transmisión del legado de conocimientos. Basta con leer los trabajos de Julian Simon o las últimas estadísticas de la ONU sobre la reversión histórica de la población –ya hay más ancianos que niños en todos los países desarrollados–, para tener a mano evidencias empíricas de todo esto. Son hechos, no leyendas urbanas para perturbar los sueños de los niños.
Aun así, la experiencia también dice que las recetas del Club de Roma para fomentar el aborto, la esterlización y la contracepción tendrán más éxito entre los Gobiernos que esa otra receta, más humilde, de dejar a la gente en paz. Pagar a las mujeres por no tener hijos: ¿Cómo no se le habrá ocurrido antes al Gobierno chino?
El debate sobre la población en Actuall
Así pinta el futuro de Europa: cuando el negocio está en los pañales para ancianos y no en los bebés, por Javier Lozano. “El pañal como termómetro del envejecimiento. Menos niños y más ancianos. En una generación, Europa experimentará un cambio que la hará irreconocible.”
Los niños de efecto invernadero, por Víctor Rodríguez Gago. “Expertos y ONG proponen políticas de ingeniería de la población para combatir el calentamiento global.”
De adolescentes perpetuos, a abuelos de nadie, por Víctor Rodríguez Gago. “La reversión demográfica es imparable: hacia 2075, se producirá el punto de inflexión en el que la población mundial tendrá, por primera vez, más ancianos que niños.”
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