Adolfo Lozano analiza la cuestión de la libertad de armas y el derecho a la autodefensa como defensa de los gays en EEUU, cuyo movimiento favorable está creciendo considerablemente en EEUU.
Artículo del Instituto Juan de Mariana:
El trágico suceso de la matanza de Orlando el pasado mes de junio en el club gay de Pulse ha contribuido a reconfigurar una parte no desdeñable del debate social en EEUU. Y no me refiero a los debates sobre el terrorismo o el islamismo sino al debate sobre la libertad de armas en el país y el correlativo derecho a la autodefensa.
Jonathan Fisher, editor de televisión de casi 40 años, no está seguro de quién va a estar más sorprendido con su decisión de formarse en el uso de armas, si los tiradores de armas de su homosexualidad o sus amigos gays al enterarse de su interés en las armas.
Jonathan es uno de tantos que se ha unido al movimiento de Pink Pistols, un grupo LGBT a nivel nacional que promueve el uso de armas como autodefensa. Pink Pistols fue fundado en el año 2000 por el activista libertario Jonathan Rauch, con su primer club en Boston, y su símbolo lo dice todo: un triángulo color rosa, el icono que se usaban en el Holocausto para designar a los gays, con la imagen de una persona apuntando con su arma. Su eslogan es “enseñamos a los gays a disparar, luego les enseñamos a otros que lo hemos hecho”. Para sus miembros, es una manera de cuestionar públicamente que los homosexuales son un objetivo fácil porque no se defienden ni contra atacan.
En concreto, Rauch afirma que “en EEUU hay un estereotipo homófobo relacionado con la debilidad, gente que nos llama nenazas. A lo largo del tiempo, muchos gays acaban internalizando este estereotipo y asumen que son débiles e indefensos, y desde luego que no lo son”.
Pero Pink Pistols no funciona como una asociación al uso. No lleva un registro de sus miembros y no cobra cuotas. “Ser un Pink Pistol no es tanto unirse a un club o a una organización, sino tomar la decisión de responsabilizarte de tu propia seguridad y no depender de que otro lo haga por ti”, afirma Gwendolyn Patton, portavoz de la organización.
Pink Pistols también actúa políticamente en defensa de la libertad de armas. No sólo publica informes sobre qué políticos defienden más o menos la segunda enmienda de la Constitución americana sino que se ha involucrado por ejemplo dando por ejemplo apoyo jurídico a la Asociación Nacional del Rifle (NRA) en el caso del Distrito de Columbia vs Heller en 2008, por el que el Tribunal Supremo falló que los ciudadanos tienen derecho a poseer armas en sus casas para protegerse.
Desde el ataque en Orlando, el interés en Pink Pistols se ha incrementado notablemente abriéndose nuevos clubs en el país. Ha habido tanto apoyo de grupos de tiro en general que ahora Pink Pistols ofrece un listado de instructores de armas ‘gay-friendly’ en cada estado norteamericano. Lo quizás lamentable es que no ha sido tanto el apoyo de las organizaciones LGTB en general, probablemente víctimas de vínculos ideológicos con el izquierdismo más militante.
La segunda enmienda de la Constitución de EEUU, el derecho a autodefensa, da posibilidad a personas como Elizabeth Southern, afroamericana, mujer y bisexual de sólo 25 años y miembro de Pink Pistols, de hacer valer sus derechos como persona frente a cualquier agresión o discriminación por ser como es. Le hace estar más segura. Y ser más libre.
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