Fernándo Díaz Villanueva sobre la intromisiva y extractiva (otra más) decisión de la euroburocracia europea de multar a Apple por la legislación fiscal de Irlanda, que no son más que coartadas, excusas y mentiras para tapar la pésima gestión y situación europea de enormes déficit públicos, brutal endeudamiento e impuestos crecientes y confiscatorios.
Un proyecto europeo a la deriva y en crisis "cimentado sobre cesarismo, burocracia y continuas requisas fiscales"
Un proyecto europeo a la deriva y en crisis "cimentado sobre cesarismo, burocracia y continuas requisas fiscales"
Artículo de Voz Pópuli:
Mal que le pese a Rajoy, que se mostró extraordinariamente dicharachero durante el debate de Investidura, la noticia de la semana no ha sido el debate, sino Apple Inc., una compañía tecnológica californiana que provee de fiables y estilosos teléfonos móviles a casi todos los políticos de España. Son caros, si, pero paga el contribuyente. Una noticia contra la voluntad de la propia Apple, a quien solo le gusta estar en el candelero cuando anuncian el lanzamiento de un nuevo iPhone, no cuando les sajan 13.000 millones de euros por su cara bonita. Y digo sajar porque es exactamente lo que la Unión Europea pretende hacer con la empresa de la manzana, obligarles manu militari a desembolsar ese dineral -equivalente al PIB de Nicaragua, Armenia o la República de Macedonia- porque sí, porque ellos lo dicen
Es un dictamen en el peor sentido de la palabra porque el Gobierno de Irlanda, que debería ser la autoridad competente en este terreno, no quiere ese dinero. Prefiere ahorrárselo y seguir teniendo a Apple en la nómina de empresas que se han acogido a sagrado en territorio irlandés. Pero poco puede hacer Dublín más allá de recurrir el dictamen, cosa que ya, por descontado, ha hecho. Los burócratas de la UE les obligan a “recuperar” un dinero que nunca consideraron suyo y que, por el contrario, bien podría suponer la salida de Apple de la isla con lo que ello implicaría para el empleo… y para la Hacienda pública irlandesa.
Apple tributa en Irlanda como otras muchas multinacionales (Amazon, Intel, eBay, Facebook, o Yahoo) y opera desde allí en toda la Unión Europea. Es algo perfectamente legal y ha permitido, entre otras cosas, que los irlandeses se hayan puesto a la cabeza de Europa en renta per capita. Irlanda, recordémoslo, era un país muy pobre y sus habitantes se veían obligados a emigrar al extranjero, no ya en busca de mejores oportunidades, sino simplemente para poder comer. La maldición irlandesa terminó el día que su Gobierno decidió empezar a competir con los impuestos. Que es lo mismo que hacen todos los lugares remotos, que carecen de materias primas y que no están muy bien comunicados. Las islas Canarias, sin irnos muy lejos, compiten con una fiscalidad más suave con el beneplácito del Gobierno. De ahí, por ejemplo, que casi todos los buques mercantes de bandera española estén matriculados en Las Palmas o en Santa Cruz.
Hasta aquí todo bien. Irlanda es un Estado soberano para fijar sus propios impuestos y diseñar su estructura fiscal para atraer empresas o para expulsarlas. En el caso irlandés se cuidan muy mucho de atraerlas y de hacer todo lo posible para que se queden. Apple, por ejemplo, paga solo el 1% efectivo de impuesto de Sociedades gracias las ventajas que el sistema fiscal irlandés ofrece. Podríamos argüir que eso es competencia desleal con otros países. Y sí, es competencia, pero no desleal. Es competencia limpia. Los impuestos en Irlanda son transparentes y se pagan, la ventaja es que son más bajos que en otros Estados. Si los demás quieren competir ya saben, que aminoren las cargas, que simplifiquen papeleo, en suma, que dejen de robar tanto y de tan mala manera. Todos saldremos ganando con ello menos el politiquerío y sus clientelas. Para la UE lo que hace Irlanda es “dumping” fiscal. Sí, “dumping”. Yo preferiría llamarlo competencia, pero bueno, si lo de Irlanda es “dumping”, lo de Francia o España, ¿qué es?, ¿atraco a mano armada fiscal?
La cuestión es que al Gobierno irlandés que Apple solo pague el 1% efectivo de Sociedades le parece bien, lo paga, de hecho, porque es el mismo Gobierno quien se lo permite. Ejerciendo de abogado del diablo, debería ser Irlanda la que pagase por su lenidad fiscal, pero no, es la empresa la que tiene que apoquinar. Apple, a fin de cuentas, no ha hecho más que atenerse escrupulosamente a la legislación vigente en aquella isla, que eligió para establecer sus operaciones europeas, como es obvio, por las ventajas con el fisco y su posibilidad de operar en toda Europa. ¿A qué se han agarrado entonces los burócratas para exigir ese dinero? La Comisión Europea no tiene atribuciones fiscales, pero si de competencia intracomunitaria. Entienden que el hecho de que Apple pague tan solo el 1% en Sociedades afecta a otras empresas europeas, y por eso interviene.
Evidentemente son paparruchas. Lo que está haciendo esta gente es utilizar la coartada de la competencia para meterse de lleno en asuntos fiscales que no le competen en absoluto. Para poder hacerlo está teniendo que hilar finísimo, tanto que se han visto obligados a retorcer la interpretación de la normativa que permite hacer estas cosas. Dicen que es un caso de ayudas estatales a empresas, extremo que la legislación europea prohibe taxativamente. Me río yo de esa prohibición cuando los Estados miembros echan mano de las arcas públicas en cuanto una empresa nacional lo suficientemente grande o bien conectada políticamente se mete en problemas. En ese caso no dudan ni un segundo en echar sus pérdidas sobre las espaldas de los contribuyentes. Son los dos raseros típicos con los que la política funciona siempre: el doble pensar y la mentira. Ahora han escogido lo segundo, mentir. Acusan a Irlanda de dar privilegios a Apple pero no es cierto. Apple cumple con sus obligaciones fiscales en Irlanda. Cualquier empresa que adopte la estructura fiscal de Apple contará con idénticas ventajas dentro de sus fronteras. Esto se lo callan, claro.
Y he aquí el núcleo de la cuestión. Lo que a la Comisión Europea no le gusta es la estructura fiscal irlandesa, el hecho mismo de que esté utilizando sus tipos impositivos para atraerse empresas, empleo y riqueza, dejando con ello en muy mal lugar a los políticos de otros países de la Unión, que saquean inmisericordemente a sus ciudadanos y empresas. Lo vienen tolerando desde hace años de muy mala gana. Quizá lo han hecho ahora porque están todos metidos en déficit públicos imposibles y endeudados hasta las cejas. O quizá porque realmente piensan que así conseguirán acobardar a los irlandeses, que desde ya se aprestarán a subir el impuesto de Sociedades hasta igualarlo con el de Francia, que es el espejo en el que se miran sus señorías. Luego se harán cruces cuando los irlandeses quieran seguir el camino de sus vecinos británicos. El proyecto europeo está en crisis, dirán, y tendrán razón, su proyecto europeo, cimentado sobre cesarismo, burocracia y continuas requisas fiscales es el que está en crisis.
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