domingo, 15 de diciembre de 2019

¿Y si el cambio climático fuera positivo?

Este es uno de los elementos importantes sobre los que pivota el alarmismo climático, siempre unidireccional en sus conclusiones independientemente de lo que haga el clima.
El mileranismo y fanatismo religioso se basa en ello. En acusarnos de ser unos pecadores por nuestro comportamiento diario, los cuales nos dirigimos siempre de manera inminente hacia el apocalipsis si no cambiamos, y que tenemos que seguir a nuestros mesías (a cambio de enormes esfuerzos y recursos), que son los únicos que saben cómo salvarnos (por supuesto, sin hacer ellos esos esfuerzos ni cambios, sino al contrario beneficiándose de ello). 
Esto es fácil de evidenciar recurriendo a las portadas de la prensa que recogía las advertencias del "consenso" científico desde los años 60-70. 
En aquellos años, el alarmismo climático provenía de lo contrario, es decir, nos íbamos hacia un enfriamiento del planeta, un cambio climático que iba a suponer de la misma manera un desastre apocalíptico (tal como ahora) sobre el cual había que poner todos los medios para evitarlo y no se estaba haciendo nada, siendo inminente también el desastre. Cada década tenía su particular desastre anunciado (que por supuesto quedó en nada). La cuestión del calentamiento es el de moda ahora. 
Como refleja el artículo, ésta es una visión doblemente errónea y narcisista. En primer lugar y de manera absurda, establece o implica que solo hay una temperatura en la Tierra que es la perfecta, la actual, cuando siempre ha estado cambiando (y en muchas ocasiones de manera muy drástica). Es narcisista creer que solo la temperatura actual, y de manera estática es la perfecta.  Y tampoco puede ser más errónea (de ahí que todas las predicciones catastrofistas hayan fracasado ostensiblemente) la visión estática que se tiene de la humanidad, su desarrollo y tecnología y capacidad de adaptación al cambio.
De ahí, las predicciones que tanto eco han tenido y tan sonoramente han fracasado sobre el fin de las materias primas (empezando por el petróleo, el papel, el carbón...) que tendría que haberse producido (según estos renombrados científicos y ecologistas) hace décadas, la muerte de miles de millones de personas antes del final del siglo pasado por el hambre imperante (pues no podría alimentarse a tantas personas)...pero que se siguen escuchando año tras año y década tras década (cuando nunca ha habido mayores reservas de todo ello como hoy, y pese a ser 3000-4000 millones de personas más que cuando se lanzaron dichas predicciones. 
Y lo mismo pasa con la percepción o predicción alarmista de que más calor para el planeta es peor (y no mejor), cuando de la misma manera se dice exactamente lo mismo si lo que hay es más enfriamiento. Pues lo cierto es que al planeta le siente muchísimo mejor el calor que el frío (para la vida, el desarrollo de civilizaciones, de la fauna y flora...). De hecho, lo que hemos estado viendo con el mayor calor en las últimas décadas es que el planeta es más verde hoy (el CO2 no es contaminante como estúpidamente se quiere hacer ver, sino que es un elemento esencial para el desarrollo de la vegetación, aumentando la productividad de las plantas), la productividad de las tierras agrícolas aumenta (lo que aumenta el número de alimentos y de capacidad para reducir los precios de los alimentos y el hambre en el mundo) y las muertes de las personas se reduce (las muertes por frío y enfermedades relacionadas con el mismo es sin comparación posible muchísimo mayor que las muertes producidas por el calor (por supuesto, en las noticias oyes cuando alguien muere de una ola de calor pero no cuando mueren centenares más en proporción relacionadas con el frío y enfermedades que genera).
Esta visión alarmista carece de fundamento cuando se basa en una visión estática de la riqueza, tecnología, desarrollo, nivel de innovación y papel de los precios. En definitiva una visión falsa de estabilidad y nulo avance, prescindiendo de la capacidad del ser humano a la adaptación, que es la base esencial y ADN del ser humano.
Así, por ejemplo el impacto que pueda tener cualquier evento hoy será infinitesimal en el futuro como hoy ocurre respecto a lo que pasaba en el pasado. Una muestra es que la tasa global de mortalidad por desastre naturales (que por cierto, aunque algunos dado el bombardeo mediático, puedan pensar que están aumentando, no es así), se ha reducido en un 99% desde la década de 1920. Por qué? Porque la mayor riqueza alcanzada por las sociedades permiten paliar mucho mejor los daños climáticos (mejores infraestructuras, transporte...) y mejorar las predicciones locales. El mismo huracán puede matar a 0 o 10 personas en un país rico y a 100.000 personas en un país pobre. 
Es por ello que lo importante es la riqueza, que viene de la capitalización de la economía, de una economía de mercado, que permite los incentivos, la generación de riqueza, la innovación y la generación y plasmación de ideas en avances técnicos y desarrollo, que se transforma en la solución de las necesidades básicas de las sociedades, las mayores preocupaciones ambientales (y la capacidad para ello), la mejora de infraestructuras y adaptaciones al cambiante clima, el crecimiento de la eficiencia energética, la innovación y desarrollo de formas alternativas de generación de energía (aumentando la sostenibilidad...). 
Así, lo que en una sociedad estática un cambio climático, o un desastre ambiental puede suponer mucho, en una dinámica con 30 años de desarrollo posterior puede no suponer NADA. 
De ahí, la importancia de que impere el sentido común, la razón y que no seamos absorbidos por catastrofismos, intereses activistas-empresariales-políticos-mediáticos-ideológicos-lobbistas que pueden llevarnos con la implantación de muchas de las medidas que pretenden imponer al freno del desarrollo, a la mayor riqueza de la sociedad, al sistema que lo permite, al frenar (o hacer retroceder) lo que lleva precisamente a combatir y superar los retos de la humanidad... Además, puede ser muy egoísta pues implica impedir a gente hoy pobre llegar a cotas de desarrollo y bienestar hoy disfrutadas por los que lanzan dichos discursos incendiarios, a la vez que se exige a la sociedad actual esfuerzos ingentes (que van contra su bienestar, poder adquisitivo y desarrollo) para que los del futuro no nacidos vivan infinitamente mejor cuando ese mismo esfuerzo a ellos no les supondría casi nada al ser muchísimos más ricos que los de hoy del presente y tener una capacidad de adaptación muchísimo mayor (por poner un ejemplo lo que hoy le puede costar tal medida de adaptación a un ciudadano, al del futuro hacer lo mismo le podría suponer una centésima parte. 
En palabras de Niger Lawson: "¿Cómo de grande debe ser el sacrificio que es razonable o realista pedir a la actual generación, particularmente la actual generación en los países en desarrollo, con tal de evitar la posibilidad de que las personas del mundo desarrollado dentro de cien años puedan no estar 9,5 veces, sino solo 8,5 veces, mejor de lo que están hoy en día?" (asumiendo los costes económicos del futuro que predice el propio IPCC que tendrá la humanidad de no actuar frente a la mayor riqueza que tendrá la misma...). 
Y es que el propio IPCC asume que las personas (en función del lugar) serán en 2100 entre 4 y 18 veces más ricas que hoy. Y es que el propio IPCC en su escenario más cálido de hace una década estimaba que el ingreso de los países pobres subiría de 1000 dólares por habitante a 66.000 dólares en 2100 (ajustado por inflación).
Ricardo T. Lucas expone brevemente algo de lo comentado sobre una de las mayores preocupaciones...

Artículo de Expansión:
La sueca Greta Thunberg (3i) junto a varios jóvenes activistas durante la XXV Cumbre de la Convención de Cambio Climático de Naciones Unidas (COP25) que se celebra en Madrid. EFE
Durante dos semanas, hemos escuchado numerosas intervenciones en la Cumbre del Clima que se está celebrando en Madrid alertando de las desastrosas consecuencias del cambio climático si no conseguimos revertirlo o, cuando menos, moderarlo.
Llama la atención, por cierto, la clamorosa ausencia de voces críticas con el mantra imperante sobre la emergencia climática, la incidencia de la mano del hombre en ella pese a las crecientes dudas de la comunidad científica al respecto y la urgencia en adoptar determinadas medidas para frenar el calentamiento del planeta, aunque las evidencias empíricas muestran que las iniciativas aplicadas en las últimas décadas han resultado ineficaces; por lo que cabe colegir que reincidir en medidas aún más restrictivas, como se ha planteado en el conciliábulo climático organizado por la ONU, tendrían una incidencia igual de escasa en el cambio climático.
Tras lo expuesto estos días, queda en evidencia la ideologización de la cuestión medioambiental por parte de la izquierda global, como mostraba gráficamente la foto con el puño en alto de los participantes en uno de los paneles con jóvenes, salvo Greta Thunberg y otros dos conferenciantes, tras finalizar sus intervenciones. Los promotores de la penitente causa antropogénica han logrado imponer su visión a la mayoría de los organismos internacionales, a los principales gobiernos del mundo y a buena parte de las mayores multinacionales. La izquierda global, huérfana de causas por las que combatir tras el estrepitoso fracaso de la utopía socialista en sus diferentes versiones, ha incorporado el ecologismo radical a su discurso, como previamente hicieron con el feminismo y la ideología de genero, tiene la intención indisimulada de condenar el crecimiento económico y la libertad de mercado como supuestos culpables del cambio climático, y utilizar esta demonización de las ideas liberales que han generado los mayores avances en la historia de la humanidad en cuanto a bienestar, libertad y progreso para extender una versión edulcorada con tintes verdes de la tantas veces fracasada planificación económica comunista.
Sin embargo, cabe preguntarse si la única actitud posible ante la evolución cíclica del clima es fomentar una especie de hibernación del desarrollo a nivel mundial, condenando con ello a los países más pobres a no poder alcanzar en muchas décadas el nivel de progreso de las economías más industrializadas. ¿Y si el cambio climático fuera positivo por ser precisamente el catalizador necesario para el impulso definitivo de las tecnologías que permitan un mejor aprovechamiento de los recursos naturales, de un desarrollo más acelerado de las zonas más deprimidas del planeta (aunque sólo sea por el ánimo egoísta de Occidente por frenar las migraciones masivas que anuncian los catastrofistas y de una mayor ética empresarial de la que la sostenibilidad bien entendida sea una pata fundamental)?
La supervivencia de la Humanidad como especie dominante se explica por su capacidad de adaptación durante milenios a los cambios cíclicos de las condiciones de vida en el planeta Tierra, que a veces se han producido de forma muy lenta y otras más acelerada, como parece estar sucediendo ahora. Pero la sociedad actual, en su mayoría yerma de cualquier sentido de trascendencia pero imbuida en la falsa creencia en la capacidad del hombre para controlar y determinar todo lo que le rodea, a semejanza del 'Übermensch' de Nietzsche, parece inclinarse por malgastar ingentes esfuerzos y recursos en una tarea hercúlea de incierto resultado, ignorando además la demostrada capacidad del planeta para reequilibrarse, en vez de aprovechar su mayor virtud: la facultad innata para aclimatarse a un entorno cambiante.

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