domingo, 22 de diciembre de 2019

Obama se compra una mansión de 12 millones mientras denuncia la "desigualdad"

Obama es otra de esas personas que se ha hecho multimillonaria viviendo del ciudadano. Se enriquece con la política y se hace multimillonario con las conexiones y réditos otorgados por ésta. 
Es otro ejemplo de pura hipocresía denunciando una cosa y haciendo hasta el extremo dicha cosa que denuncia como una lacra social. 
Por supuesto, no hay nada de malo en ser millonario, y disfrutar de dicho dinero. Eso solo lo ven mal aquellos que viven ideológicamente de trasladar un mensaje hostil sobre dichas personas, como es el caso de Obama o su partido político (cuya formación lo componen élites multimillonarias, como el propio Obama o el candidato actual Bernie Sanders -en este artículo se muestra su privilegiada situación y su manifiesta hipocresía-). 
Y es que por supuesto, hay que diferenciar en el origen del dinero para ser denunciable o no su acumulación. Un millonario que se hace por su éxito empresarial, por servir con éxito a la gente o por satisfacer necesidades ajenas vendiendo productos no solo no es inmoral ni criticable, sino que es loable, pues su dinero obtenido es fruto de intercambios libres y voluntarios (sin ejercer violencia ni imposición alguna) e implica que ha generado riqueza en toda la sociedad y satisfecho necesidades (el recibe dinero por sus bienes o servicios ofrecidos y millones de personas reciben dichos bienes o servicios a cambio de dinero). 
Y por otra parte, su origen puede venir de la estafa o de medios no voluntarios ni libres, esto es, a través de la política, y de legislación impuesta que extrae recursos del ciudadano para otorgárselos arbitrariamente a otro (élite empresarial, sindical, funcionarial, política, asociación...). Esto es inmoral y tiene un origen denunciable, pues gente se enriquece sin satisfacer voluntariamente a una contraparte, sino a la fuerza. 
El caso de Obama, por supuesto proviene de la segunda opción, ha hecho dinero con la política, y ha decidido con su creciente intervención que se den muchísimo más casos de la segunda opción, y menos de la primera. Y luego, ha aprovechado su paso por el gobierno para enriquecerse aún más (en este caso por vías ni impuestas, pero gracias a sus conexiones e influencia ganada). 
Y vivir y ganar dinero diciendo una cosa y haciendo y comportándote de la manera totalmente contraria a la que denuncias es precisamente inmoral, hipócrita y patético. Porque para más inri, es que él no solo denuncia una parte de los ricos, sino que los mete (e ideológicamente la izquierda trata de inculcar esto en la mente de todos los ciudadanos para obtener rédito electoral de ello) a todos en el mismo saco, lo cual hace aún más patético, inmoral e hipócrita su discurso. 
D.S.C informa de su constante hipocresía de la que tan bien vive (de cara a la galería viviendo de lo políticamente correcto y en su vida personal haciendo todo lo contrario a lo que critica). 

Artículo de Libre Mercado: 
Obama se ha comprado una mansión en Martha's Vineyard | Archivo
Barack Obama llegó a la Casa Blanca enarbolando un discurso más escorado a la izquierda de lo habitual en el Partido Demócrata estadounidense. Desde entonces, esa tendencia no ha hecho más que agravarse, tal y como están revelando unas elecciones primarias en las que candidatos como Bernie Sanders o Elizabeth Warren gozan de un enorme apoyo por parte de los afiliados.
El discurso de los demócratas gira, en gran medida, en torno a la "desigualdad". El ex presidente Obama llegó a definir las diferencias salariales como "el asunto clave de nuestra época". Al calor de este tipo de afirmaciones, los medios simpatizantes con esta causa progresista han favorecido la popularidad de economistas como Paul Krugman, Joseph Stiglitz o Thomas Piketty.
Pero lo cierto es que, en cuanto Obama dejó la política activa, su actividad privada ha estado marcada por un acelerado enriquecimiento que le ha granjeado fuertes críticas entre aquellos que denuncian la abierta contradicción entre su discurso contra la desigualdad y su creciente y opulenta fortuna.
La primera polémica llegó en 2017, apenas medio año después del relevo que supuso el fin del mandato de Obama y la llegada a la Casa Blanca de Donald Trump. El ya ex presidente empezó a prodigarse en eventos privados en los que no dudaba en sermonear contra la desigualdad mientras cobraba 6.875 euros por minuto.
Tiempo después salió a la luz otro episodio que ha motivado ataques similares contra el político demócrata: la firma de un suculento contrato con la editorial Penguim Random House, que aportará 65 millones de dólares a Barack Obama y su mujer Michelle a cambio de varios libros de memorias. En este sentido, y para poner en perspectiva el acuerdo, no hay que olvidar que las ventas combinadas de los dos libros que ya ha sacado al mercado el ex presidente se quedaron en 16 millones de dólares, de modo que el contrato parece, a todas luces, ilógico.
Y ahora, en 2019, la polémica que golpea al ex presidente tiene que ver con una decisión de gasto que tampoco ha gustado a quienes suscriben sus críticas contra la opulencia de los más ricos. Se trata de la compra de una mansión en Martha’s Vineyard, un elitista enclave de vacaciones ubicado en el Estado de Massachusetts donde los Obama acostumbran a retirarse para disfrutar de largas temporadas de descanso.
Según Barron’s, la propiedad habría sido adquirida a través de un trust, de modo que Obama incurre en el tipo de estrategias de opacidad e ingeniería fiscal que tanto criticó cuando fue jefe de gobierno. Por otro lado, el coste de la nueva casa de verano del matrimonio también levantó ampollas entre los progresistas americanos, puesto que la operación asciende a 11,8 millones de dólares.

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