lunes, 7 de junio de 2021

Antiliberales vergonzantes

Carlos Rodríguez Braun analiza a los antiliberales vergonzantes de izquierdas y derechas, y cómo  intentan apropiarse del término libertad y el propio liberalismo, mientras socavan las libertades pretendiendo (al menos propagandísticamente) defenderlas.

Artículo de Expansión: 

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, el pasado viernes durante su reunión por videoconferencia con el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg. Fernando Calvo / POOL EFE




El intervencionismo socava las libertades pretendiendo defenderlas

Es habitual pensar que los socialistas de izquierdas y de derechas son orgullosos antiliberales. Sospecho, empero, que son antiliberales vergonzantes. La prueba de ello es que pretenden ser liberales.

Esto es diáfano en el mundo anglosajón, donde la palabra "liberal" ha sido usurpada y distorsionada por los intervencionistas. En su History of Economic Analysis, J. A. Schumpeter describió el liberalismo como la contención del poder político y legislativo, subrayando el cambio registrado a comienzos del siglo XX, y sobre todo a partir de 1930: "Como un supremo pero no intencionado elogio, los enemigos del sistema de la empresa privada han elegido apropiarse de su lema".

De esta forma, el intervencionismo socava las libertades pretendiendo defenderlas. Ningún socialista aceptará ser calificado de antiliberal. Pero como lo son, su estrategia es arremeter contra los liberales, acusándolos de todo lo que a usted se le ocurra y monopolizando ellos el liberalismo. La cabriola, como es lógico, exige contorsiones ímprobas, como, típicamente, presumir de liberalismo mientras violan la propiedad privada, santo y seña liberal donde los haya. Para evitar descoyuntarse, se masajean con la "función social" de la propiedad y con cómo la han violado en el último siglo gobernantes supuestamente no sospechosos de radicalismo de izquierdas, como Roosevelt o Churchill.

Es todo un camelo, señora, y para comprobarlo basta con que usted constate lo que ha sucedido con la libertad y la propiedad privada de usted. Sus recortes tienen que ver con dos fuerzas antiliberales, una obvia y la otra no tanto. La obvia, a pesar de todo lo que procuran ocultarla, son los impuestos. Estamos muy lejos de la severidad de Robert Lowe, el ministro de Hacienda de la era de Gladstone, que sostuvo que el titular de su cartera habría de ser "un animal que debe tener superávit". La fuerza menos obvia es la monetaria, aunque el propio Keynes dijo que el patrón oro "maniataba al ministro de Hacienda". Y Schumpeter apunta que la contención monetaria comportada por dicho patrón era crucial para una economía liberal: "Es extremadamente sensible ante el gasto público e incluso ante las actitudes o políticas que no involucran al gasto de manera directa, por ejemplo, la política exterior, ciertas políticas fiscales, y, en general, justamente todas las políticas que violan los principios del liberalismo económico". Por eso fue popular en los años decimonónicos, "al imponer sobre gobiernos y burocracias unas restricciones mucho más poderosas que las críticas parlamentarias".

Así que ya sabe usted, señora, lo que puede hacer cuando los socialistas nos acusen de frívolos y primitivos porque defendemos su propiedad privada, de usted, frente a los supuestamente modernos que propician su quebrantamiento por motivos sociales, o sea, políticos.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Twittear