Ignacio M. García Medina analiza al idiota de la semana, que recae en el Dr. Anthony Fauci, que ha quedado en evidencia (y con ello toda la campaña de manipulación, ocultación y censura mediática) con la publicación de sus correos, al respecto de muchos temas relacionados con el virus del Covid-19, y su origen.
Artículo de El American:
El galardón de El Idiota de la Semana de El American recae en el doctor Anthony Fauci. Gracias a la Freedom of Information Act hemos podido leer sus correos electrónicos de los últimos meses y nos hemos enterado de que lleva más de un año creyendo que los americanos —y el resto del mundo— somos idiotas. Quienes después de leer sus emails sigan creyendo en Fauci estarán dándole la razón.
Durante el último año hemos podido ver la sonrisilla altiva y siniestra de Fauci en múltiples ocasiones, a veces incluso la podíamos adivinar debajo de hasta dos mascarillas. Sobre todo pudimos observarla cuando intentó dejar en ridículo a Trump y cuando se burlaba de los “conspiranoicos” que hablaban de la hipótesis del virus de laboratorio.
Luego de que saliera a la luz su correspondencia, probablemente ya no conserve esa sonrisita que sostuvo desde el inicio de la pandemia. A pesar de lo dramático de la situación, entendemos que no pudiera evitar reírse. Al fin y al cabo, todo le estaba saliendo de maravilla… hasta ahora.
Durante más de un año consiguió que la prensa lo encumbrase y que atacaran como perros rabiosos a quien osara cuestionar sus decisiones. Nos intentaron convencer de que lo creíble era algo así como que un pangolín se hizo amiguito de un murciélago y que mientras celebraban su amistad interespecie, justo, justo, justo al lado de un “ultraseguro” laboratorio de investigación de virus, un chino se hizo una sopa con ellos y, ¡qué casualidad!, así empezó todo.
Pensar que el virus podía haber salido del laboratorio de Wuhan —ya fuera accidental o premeditadamente— era cosa de locos trumpistas y conspiranoicos de ultraderecha. Para que no te considerasen un fascista, tenías que ser “faucista” acérrimo y apoyar ciegamente todos sus predicamentos.
Mientras tanto, todo aquel que se hiciera en voz alta preguntas razonables sobre el origen del coronavirus veía cómo Anthony Fauci, la prensa y las Big Tech usaban la navaja de Ockham para cortarle las cuerdas vocales.
¿En qué más ha podido estar mintiendo Dr. Anthony Fauci?
Mientras Fauci tenía su bandeja de entrada llena de emails explicando que las mascarillas y los confinamientos no eran efectivos, tapaba la boca de todo aquel que protestase. Mientras le escribían sobre alternativas terapéuticas efectivas, Fauci se empeñaba en redoblar su apuesta por la estrategia de vacunación experimental. Tanto la redobló que pretendía que para 2022 siguiesen llevando dos mascarillas hasta quienes ya tuvieran puestas las dos dosis de la vacuna.
Que el correo de Fauci estuviera rebosante de verdades, mientras él aparentemente mentía, nos hace preguntarnos cuánto de verdad y cuánto de mentira hubo en el voto por correo que tanto hizo por promover. Si algo hemos aprendido en los últimos tiempos es que la diferencia entre una conspiranoia y la verdad es de 9 meses.
Todo apunta a que dar el salto de “respetada eminencia” a idiota sin credibilidad ha sido más fácil para Fauci que para el coronavirus saltar de un murciélago a los humanos.
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