Juan Rallo analiza la utilización partidista y política que se hace de la hucha de las pensiones tanto del partido del gobierno como de la oposición y por qué se quejan de una cosa mientras imposibilitan cualquier alternativa. Y la respuesta es ciertamente evidente, y su argumento absolutamente falaz.
Artículo de Libre Mercado:
El vaciamiento anunciado de la hucha de las pensiones ha sublevado a toda la izquierda patria: tanto PSOE como Podemos han denunciado el último y alevoso "hachazo" que Rajoy ha dado a los ahorros de todos los pensionistas españoles. Y, en efecto, el PP está fundiéndose el patrimonio de todos los pensionistas para así retrasar al máximo la adopción de cualquier tipo de medidas conducentes a subsanar el déficit estructural de la Seguridad Social (ya sea bajar las pensiones o subir los impuestos a los españoles). Imaginen a un niño irresponsable que sistemáticamente agota la paga semanal que le han asignado sus padres y que, en lugar de plantearse cómo regularizar su situación financiera (convencer a sus progenitores de que le paguen más o empezar a gastar menos), opta por mantener su tren de vida, dilapidando a escondidas y sin consentimiento paterno el patrimonio familiar: ése es Rajoy.
Sucede, sin embargo, que las críticas de PSOE y de Podemos al fondo de reserva de la Seguridad Social atentan contra lo que, se supone, constituye su filosofía última de organización del sistema de pensiones, a saber, el reparto intergeneracional. Cuando se aplauden las bondades de la hucha de las pensiones y cuando se rechaza su progresivo vaciamiento, lo que implícitamente se está reconociendo es que resulta positivo, necesario e inteligente contar con un fondo de ahorro para hacer frente al pago de las mismas: un fondo que si además está bien invertido proporciona réditos adicionales a lo aportado. Es decir, lo que al final PSOE y Podemos están aplaudiendo cuando defienden el Fondo de Reserva de la Seguridad Social es un sistema de pensiones basado en el ahorro, la inversión y la acumulación patrimonial: esto es, un sistema de pensiones conocido como modelo de capitalización.
Pero, llegados a este punto, todos deberían plantearse algo muy sencillo y evidente: ¿por qué la hucha que debe garantizar el futuro de nuestras pensiones ha de ser gestionada por políticos, que, como estamos viendo, tienen todos los incentivos del mundo para despilfarrarla en su propio provecho electoral? ¿Por qué no permitimos que cada persona conforme su propia hucha de pensiones, y que ésta sea administrada según los intereses y necesidades de su propietario, y no según los de la casta política y burocrática que nos aplasta? ¿Por qué PSOE y Podemos protestan por la fagocitación pepera del Fondo de Reserva de la Seguridad Social pero, en cambio, se erigen en los principales opositores de cualquier transición hacia un sistema de fondos de reserva múltiples y descentralizados?
No, que nadie se crea que tal oposición a que todos disfrutemos de nuestra propia hucha responde a razones de solidaridad hacia aquellos que no tendrían ocasión de acumular: hoy en día ya vivimos en un sistema contributivo (tanto contribuyes, tanto cobras de pensión), y precisamente para remediar tales casos extremos existen las pensiones no contributivas (que serían del todo compatibles con un sistema de capitalización). Si PSOE y Podemos se oponen a avanzar hacia un sistema de huchas individuales al tiempo que critican al PP por sangrar la hucha común no es por solidaridad, sino por razones de poder político: las pensiones públicas (ya sean de reparto o con fondos de reserva comunes) generan dependencia del Estado y de quienes viven del Estado. Es decir, dependencia de ellos. Al cargar contra el desvalijamiento del Fondo de Reserva no están defendiendo nuestras habichuelas, sino las suyas.
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