martes, 30 de marzo de 2021

La ruleta rusa de Iglesias

Jorge Vilches analiza la ruleta rusa de Pablo Iglesias (Unidas Podemos) y su estrategia y situación actual en política. 

Artículo de La Razón:



Pablo IglesiasVICEPRESIDENCIA GOBIERNO/DANI GAVICEPRESIDENCIA GOBIERNO





La izquierda madrileña tiene la oportunidad de librarse para siempre de Pablo Iglesias. El Lenin de Galapagar ha dejado su escaño, y el martes dejará la vicepresidencia. Si Unidas Podemos se queda sin grupo parlamentario en las elecciones madrileñas del 4-M no será diputado y quedará solo como secretario general de un partido muy menguado.

Algunos vieron en Iglesias a un estratega innovador, pero sigue reglas simples. Pensó en protagonizar la campaña madrileña enfrentándose a Ayuso, símbolo de la recuperación del PP y política odiada por la izquierda. Para tomar esa posición entró en campaña con declaraciones disparatadas, como cuando dijo que veríamos en la cárcel a la presidenta de Madrid, o que el PP «llama “comunismo” a la Constitución». Se trataba de llamar la atención, polarizar, y que la gente creyera que estas elecciones se basan en la lógica binaria de la «ultraderecha» o él.

Esta táctica del elefante en la cacharrería es muy corriente, sobre todo en campañas donde el candidato es un paracaidista; es decir, no pertenece a la política local. Una vez que se consigue resaltar, el político se modera y parece presidenciable. El riesgo para él es que no lo consiga, que el resto de candidaturas no se lo tomen en serio, y que no obtenga el protagonismo soñado. En estos casos el político sigue haciendo ruido y diciendo disparates con la esperanza de llamar la atención. Va a ser el caso de Pablo Iglesias.

Durante esta campaña, el PSOE, con todo el engranaje estatal y mediático a su disposición, va a hacer guerra sucia contra el candidato podemita. Ahora es el momento de cargarse a Podemos, que está en sus horas más bajas por mérito propio. Además, no va a hacer falta inventar nada porque Iglesias ha constituido motivos suficientes para su hundimiento. Solo basta con dar a conocer las cifras de su riqueza.

En siete años Pablo Iglesias ha pasado de tener 45.000 euros a 540.000 en patrimonio. El Código Ético de Podemos durante ese tiempo estableció una limitación salarial para sus cargos públicos de tres salarios mínimos interprofesionales que, por tanto, pasó de ser casi 2.000 euros al mes a 2.850 euros en 2020. El resto se supone que se donaba a obras sociales y al partido. Ya. Hay que ser un gestor asombroso, un auténtico lobo de Wall Street, para multiplicar por diez el patrimonio en ese tiempo y con ese sueldo.

En esta circunstancia, Iglesias juega a la ruleta rusa. Será difícil para él convencer a la gente de los barrios humildes de Madrid que quiere llegar al gobierno de la comunidad para repartir la riqueza. La verborrea contra los ricos no tendrá efecto si llega a Vallecas, por decir un sitio, desde su mansión de Galapagar en un coche con chófer. Solo aplaudirán los paniaguados del partido, que esperan vivir con la opulencia de su líder. Ya no tendrá efecto esa demagogia de la trinchera política, la lógica amigo-enemigo y el populismo para tontos, porque Iglesias se ha pasado a «la casta» en tiempo récord.

Iglesias agitará el miedo al gobierno de la derecha, sí, esa España que no es de izquierdas y que debe ser que no tiene derecho al pan y a la sal de la democracia. Esa será su única baza porque no puede presentar a los madrileños un bagaje respetable de su paso por el Gobierno de España. A poco que los electores se den cuenta verán que solo es ruido y furia contadas por un comunista, y echarán a Iglesias de la vida política. Tras su caída vendrá Yolanda Díaz, que liquidará Podemos como Inés Arrimadas está haciendo con Ciudadanos tras la marcha de Albert Rivera.


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