jueves, 23 de mayo de 2013

El desequilibrio. (Política, Economía. 1.611)


John Muller acerca del principal desequilibrio en España: El desempleo. 

"El gran desequilibrio español se llama desempleo. No hay otro. El presidente del Gobierno puede seguir desgranando los indicadores optimistas que le pasan sus técnicos, pero mientras no se le vea adoptar medidas para atacar el paro, los españoles seguirán indiferentes ante el redescubierto superávit comercial, la baja inflación o el descenso de la prima de riesgo. 
No falta quien consuela a Mariano Rajoy diciéndole que no es verdad que haya 6.200.000 desempleados, que si fuera así España ardería por las cuatro esquinas. Un comentario frívolo y hasta cobarde. Frívolo porque si no hay seis millones, hay cuatro o cinco millones. Pero incluso los 1,8 millones de 2007, cuando alcanzamos la máxima tasa de ocupación reciente, son demasiados y revelan graves disfunciones. Y cobarde, porque tranquiliza conciencias haciéndonos comprensivos cómplices de la picaresca de la economía sumergida. Casi deberíamos agradecer que exista, dicen. 
El Gobierno no puede ni debe crear empleos. Por eso resulta incomprensible que Cristóbal Montoro lamente la destrucción de 300.000 empleos públicos que se crearon injustificadamente desde el comienzo de la crisis. Pero el Ejecutivo sí puede crear un entorno favorable al empleo. Y debe resolver la tensión entre el Estado de Bienestar y el crecimiento que atenaza la recuperación. Puede, por ejemplo, actuar sobre la prestación de desempleo que se ha transformado en un subsidio a la economía sumergida que evade impuestos ante las narices de Hacienda. «Si pagas a la gente por no trabajar, no te puedes sorprender de que no trabajen», decía Arthur Laffer en este diario en 2012. La práctica desaparición de las políticas activas, que permitían combatir el fraude en el desempleo, y la incompetencia del Servicio Público de Empleo, son resortes del Gobierno. 
Puede actuar, también, sobre las cotizaciones sociales, auténtico impuesto al trabajo. ¿No le llama la atención al Gobierno que cada vez que quiere estimular el emprendimiento deba acudir a rebajar, eximir o bonificar las cotizaciones? Son un lastre, pese a lo que digan los sindicatos que aconsejan ¡subirlas! Rajoy debería plantearse en serio la posibilidad de que el Estado de Bienestar deje de ser una carga para la economía española y pase a ser un elemento dinamizador que tire de ella. Eso lo puede conseguir si se plantea sistemas de capitalización. Una reforma bien planteada pondría a España a la vanguardia de Europa y resolvería problemas estructurales, como nuestra baja tasa de ahorro (sobre todo público). Pero eso no lo va a encontrar en el Pacto de Toledo que es una mera componenda política. 
«Acabe con el castigo a las clases medias», clamaba el ex presidente Aznar desde la pantalla de plasma que le arrebató temporalmente a Rajoy el martes. No sólo una atinada reforma fiscal contentaría a la clase media, también una política creadora de empleo. Saber que hay seis millones de españoles cruzados de brazos socava moralmente al país. Lenin decía que la mejor forma de hundir un país era corromper su moneda. Lo segundo –como lo demostró Weimar– es mantener postrados a sus trabajadores. "
Fuente: El Mundo

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