sábado, 29 de junio de 2013

Keynes muere (de nuevo) en Europa del Este. (Política, Economía. 1.702)

Efectivamente, bien distinto es la adopción de las políticas keynesianas en EEUU o Europa, de las que se están llevando a cabo 8 países de Europa del Este, que saben históricamente muy bien y en propias carnes del desastre que conlleva el socialismo (y el keynesianismo es un modelo mixto).

Y es que después de haber probado el desastre completo, no quedan ganas de probar el desastre a medias, que es al que nos llevan las políticas aplicadas en Europa:

"Keynes ha muerto. No en los EEUU ni Latinoamérica lamentablemente, donde aún es el economista más influyente en izquierdas y derechas. Pero afortunadamente una región del mundo aparte de la sabiamente pragmática Asia, ya está dando pasos para enterrar a Lord Keynes y su influencia. Se trata de 8 países con mercados mayormente abiertos interna y externamente, impuestos de tasa fija y un sector privado entendido no como vaca lechera sino con existencia por derecho propio.
Lord Keynes se pasó la vida entera tratando de convencer al mundo de que “el mercado” no podía manejarse a sí mismo y necesitaba gente -como él, claro- para intervenirlo. Keynes es nada más y nada menos que el santo patrono de los tecnócratas de todo el mundo. De izquierdas, en forma de déficits elevados e impuestos altos. De derechas, en forma de retención de impuestos en la fuente y de intervenciones “para la eficiencia”. Pero el sistema keynesiano ignoraba dos realidades fundamentales: a) el mercado es un proceso, la suma de acciones individuales que buscan el acierto y tratan de evitar el error, y b) la Ley de Say de los mercados, que nos enseña que la producción genera capacidad de consumo inevitable y proporcionalmente. Por lo tanto, la causa de las crisis económicas debe buscarse en otro lado.
En eventos impredecibles como guerras y desastres naturales, o en la igualmente desastrosa actividad del gobierno en la economía, que debe pagarse tarde o temprano. Pero las medidas keynesianas de castigar al ciudadano en periodo de vacas gordas, para supuestamente ayudarle en el de vacas flacas, en realidad nunca fueron acertadas. Más que cualquier otra cosa, sirvieron durante todo el siglo XX para que los gobernantes se volvieran gastadores y elevaran impuestos, adquirieran deuda y provocaran inflación sin consecuencias, porque tenían una teoría justificándoles.
Como dijo el keynesiano John K. Galbraith, “Hitler fue el verdadero exponente de las ideas keynesianas”. Su influencia llevada consecuentemente a la práctica generó déficits, hiperinflaciones y pérdidas de inversiones y capital humano en todo el mundo, pero sobre todo en Latinoamérica. Gracias, Lord Keynes.
En contraste, cuando los estadounidenses de ideas keynesianas quisieron aplicárselas a la Alemania de posguerra, el sagaz ministro de finanzas Ludwig Erhard les dijo “no, gracias”. ¿El resultado? Ese país vivió́ un verdadero “milagro económico” en contraste con la keynesianamente administrada Francia, que hasta el día de hoy sigue siendo un país receptor de subsidios internacionales. En contraste también, y luego de haber vivido 40 años de socialismo, 8 países de Europa del Este le dicen “no, gracias” a las ideas de economía mixta en el aula, la prensa y sus políticas. Las facultades de Economía enseñan autores que derrotaron a los keynesianos en la teoría y en resultados, como Milton Friedman (a pesar de ser en ciertos puntos un keynesiano de derechas) y sobre todo los grandes Ludwig von Mises y Friedrich A. Hayek y su Escuela Austriaca.
Tiene sentido: después de haber probado el desastre completo, no quedan ganas de probar el desastre a medias. Nada de economía mixta o pajaritos preñados, piensan en las mejores facultades de Republica Checa, Estonia o Lituania: hay que hacer lo que los estadounidenses, suecos e ingleses hicieron para desarrollarse, no las barbaridades que hacen ahora que ya pueden darse ese lujo. Como resultado, ellos también viven su propio milagro económico, creciendo a un 6-7% anual y abandonando muy velozmente la pobreza moral y material en que les dejó el socialismo. Sigamos el ejemplo de Europa del Este: ya no seamos keynecios.
Post Scriptum: Para una refutación en seis pasos del pensamiento keynesiano ver el artículo del economista Robert Higgs aquí, para otras críticas a Johyn Maynard Keynes y su más famoso discípulo Paul Krugman ver aquí."

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