Artículo de su página personal:
Alberto Garzón se define a sí mismo como “comunista” a pesar de sostener que Unidos Podemos no lo es. El malagueño considera que el comunismo “está de moda” y que se ha convertido en una alternativa al capitalismo: una alternativa consistente en suprimir las clases sociales, en proveer sanidad y educación de manera gratuita o en evitar colectivamente males como el desempleo y los desahucios. Desde luego, el comunismo español ha dado tales giros propagandísticos que ha terminado volviéndose irreconocible. En sus orígenes, Marx abogaba por estatalizar todos los medios de producción, prohibir la libre empresa capitalista, suprimir el trabajo asalariado y eliminar el Estado. ¿Es esto lo que ambiciona Garzón? ¿Confiscarles a todos los españoles sus pymes, sus inversiones financieras o sus segundas viviendas para, al cabo de los años, prohibir los contratos laborales y destruir el Estado como maquinaria de explotación? Sí esto es lo que busca Garzón, desde luego no coincide con nada que haya manifestado jamás en ninguna campaña presente o pasada. Y si no es esto lo que pretende, ¿a qué viene llamarse fraudulentamente comunista?
¿Se es comunista por defender un Estado de Bienestar grande, programas públicos contra el desempleo o una amplia redistribución coactiva de la renta? En tal caso, merecerían el calificativo ideológico de comunista todos los partidos políticos españoles, desde Podemos al PP, con la única honrosa excepción del Partido Libertario. Pero no: la base ideológica común con la que concurren todas esas formaciones a las elecciones es (en mayor o menor grado) la socialdemocracia, no el comunismo. ¿Y por qué? Porque por fortuna el verdadero comunismo, aquel al que según Marx nos abocaban inexorablemente las leyes de la historia, carece hoy de todo apoyo entre la población. No está de moda, sino completamente desacreditado.
En realidad, lo que pretenden Alberto Garzón y Unidos Podemos —salvo que estén mintiendo con descaro a la población— no es implantar el comunismo ni hoy ni mañana. Su objetivo es otro: crear un Estado que explote inmisericordemente a una parte de la población para generar redes clientelares que vuelvan a la otra parte totalmente dependiente de ese Estado providencialista. No abolir las clases, sino consolidar el poder de su clase política embaucando y comprando la voluntad de los ciudadanos. Comunismo no: estatolatría parasitaria, clientelar y corruptora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario