Elentir analiza la constante censura progresista para tapar la delincuencia en función de la nacionalidad del delincuente, mostrando ejemplos dramáticos de hasta qué punto se está llegando con la complicidad de los medios.
Y el problema de esto es que agachando la cabeza e insultando al denunciante o a las victimas de tal delincuencia no hace absolutamente ningún bien a la sociedad, ni soluciona nada del problema, sino todo lo contrario, generando un clima social problemático.
Artículo de Contando Estrelas:
Estos días se está hablando mucho del cartel de Vox sobre los menas. Otros partidos, especialmente los de izquierda, han lanzado duros ataques a Vox por ello.
La izquierda consigue un efecto Streisand al intentar censurar un cartel de Vox
Como ya señalé anteayer, la Fiscalía Provincial de Madrid incluso decidió investigar el cartel a iniciativa propia. Ayer, esta campaña de críticas se topó con un escollo judicial: el Juzgado de Instrucción nº48 de Madrid se ha negado a censurar el cartel de forma cautelar como le pidió la Fiscalía. Por el contrario, Facebook ha etiquetado el cartel como “información parcialmente falsa” a iniciativa de Efe, una agencia controlada por el Gobierno de Pedro Sánchez, rival de Vox, pero que esa red social presenta como “verificadores de datos independientes”, lo cual sí que es una información claramente falsa.
Hay que reconocer que la campaña de Vox ha sido un éxito absoluto. Muchos publicistas darían lo que fuese por conseguir que una de sus campañas tuviese tanta repercusión. Lo que ha provocado la izquierda con este cartel es un efecto Streisand de manual, que es lo que pasa cuando el intento de censurar algo acaba por provocar que se difunda aún más.
El precedente de Rotherham: ocultaron abusos a 1.400 niños para no ser llamados «racistas»
No es la primera vez que ocurre algo así. En agosto de 2014 se produjo un escándalo en el Reino Unido por el ocultamiento de abusos sexuales a 1.400 niños en Rotherham entre 1997 y 2013. Sobre los perpetradores de esos abusos, la BBC publicó lo siguiente: “Varios miembros del personal describieron su nerviosismo por identificar los orígenes étnicos de los perpetradores por temor a ser considerados racistas; otros recordaron instrucciones claras de sus gerentes de no hacerlo”. Ese caso dejó en evidencia algo terrible: la corrección política se puso por encima de la integridad de esos 1.400 niños. Para el progresismo británico fue más importante mantener la ficción ideológica de un idílico multiculturalismo, antes que reconocer la terrible realidad que estaba provocando.
Alemania: equipararon a los que denunciaron las violaciones con los violadores
En enero de 2016 el escándalo se repetía, esta vez en Alemania: 150 mujeres denunciaron agresiones sexuales en Nochevieja, mayoritariamente a manos de árabes y norteafricanos. El riesgo pudo ser previsto a la vista de las estadísticas: En 2015 el país había acogido a un millón de refugiados, la mayoría de ellos procedentes de países islámicos como Siria, Irak y Afganistán, donde el trato hacia la mujer dista mucho del que se da en Europa. La ola de crímenes sexuales provocó un escándalo y diversas protestas en Alemania, y pronto el progresismo se apresuró a satanizar a los que habían mostrado su indignación. Un ministro socialdemócrata llegó a equiparar las críticas a esos abusos con los propios abusos. Obvia decir que este tipo de declaraciones sólo consiguieron cabrear aún más a los alemanes.
Los matrimonios infantiles islámicos en Europa y la censura de Youtube
Unos meses después le volvió a tocar el turno a Alemania y también a Holanda, Suecia, Dinamarca y Noruega, cuando se supo que autoridades de esos países permitieron matrimonios infantiles entre refugiados e inmigrantes musulmanes, una práctica que según la UNICEF “viola los derechos humanos independientemente de si la persona involucrada es un niño o una niña”. Una ONG noruega denunció estos hechos en un vídeo que simulaba una boda infantil entre una niña y un adulto. La reacción de Youtube fue censurar el vídeo que denunciaba los matrimonios infantiles, como se puede ver en esta entrada. El papel de las redes sociales en el ocultamiento de los efectos de la corrección política es algo escandaloso.
El progresismo cree que la cultura occidental es la que tiene que pedir perdón
Ahora le toca a España. Si a tu hija la viola un mena, o si un extranjero te roba o bien ocupa ilegalmente tu piso, lo que esperan la izquierda y la derecha progre es que te aguantes y te calles, no les vayas a estropear el cuento del multiculturalismo, según el cual todas las culturas tienen la misma validez -incluso las que no respetan a las mujeres- y hemos de adaptarnos a los que vienen de fuera, en vez de pedirles que se integren en nuestra sociedad, en nuestras costumbres y en nuestros valores culturales. El progresismo considera que la cultura occidental no es mejor que ninguna otra, y que incluso debemos pedir perdón a las demás, como si el hecho de ser europeos y cristianos nos hiciese culpables de todos los males del mundo.
A mí, sinceramente, la raza de las personas me importa muy poco. Soy cristiano y lo que me importa es que todos somos hijos de Dios y por tanto hermanos. Como español, pertenezco a una cultura, la hispana, que nunca le ha dado importancia a la raza y que ha practicado un admirable mestizaje en Hispanoamérica. Sea de la raza, de la religión o de la nacionalidad que sea, lo que espero cuando alguien viene a mi casa es que sepa comportarse, y lo mismo pido para mi país. Y si no sabe comportarse y se dedica a la delincuencia, pues debe ser devuelto a su país de origen, y más si es un menor: lo lógico es que vuelva con su familia. Los españoles no estamos en deuda con nadie que venga a delinquir a nuestro país, y si el progresismo no entiende eso, es problema suyo.
La izquierda empuja a sus votantes a los brazos de Vox
Lo que no es tolerable en una democracia es que un problema social tan grave se censure porque hay una parte de la clase política y mediática que se niega a asumir la realidad. El problema que tiene la izquierda con el cartel de Vox es que a partir de ahora, cualquiera que sea atracado o agredido por un mena, va a sentir que se intenta ocultar no el cartel de Vox, sino el delito que ha sufrido, lo mismo que ya ocurrió antes en los citados países. Sin darse cuenta, lo que está logrando la izquierda con su campaña de censura es empujar a muchos de sus votantes -los que viven en los barrios más modestos, que son los que más sufren ese problema de seguridad- a los brazos de Vox, el único partido que está dispuesto a hablar sin tapujos de ese problema que los otros consideran un tabú.
No hay comentarios:
Publicar un comentario