Daniel Lacalle analiza las positivas repercusiones del tratado de libre comercio entre EEUU y la UE (TTIP) y algunas de las dudas que suscita.
Artículo de El Español:
“There's the right way, then there's my way, there's a highway, if you don't like it you can take it” Butch Walker
Esta semana se han “filtrado” parte de los documentos con los que se está conformando el tratado de libre comercio (TTIP, por sus siglas en inglés= entre Estados Unidos y la Unión Europea. Es curioso que lo único que se ha filtrado sea que –oh, sorpresa- EEUU negocia desde su regulación y Europa desde la suya.
Para Europa, el TTIP supondría la oportunidad de dejar atrás la crisis y recuperar el crecimiento y cuota de mercado en el comercio internacional. Pero además, existe un riesgo de pretender mantener la política del avestruz actual. Tras la firma del Tratado Transpacífico (TPP) por parte de EEUU y once países, si la Unión Europea permanece al margen, corremos el riesgo de profundizar el estancamiento. Ese acuerdo transpacífico abarca casi el 40% de la economía y comercio mundial. Se estima que generará un efecto positivo de entre el 2% y 3% del PIB de los países involucrados y un aumento de la renta per cápita de hasta un 10% en las naciones menos ricas.
Si la Unión Europea bloquea el acuerdo con EEUU, sus posibilidades de perder importantes cuotas de comercio global son relevantes. Pero la probabilidad de que a medio plazo nuestros países sufran en liderazgo global y bienestar es enorme. Está demostrado que el libre comercio no reduce el empleo, ni lo precariza, sino todo lo contrario. En los últimos 50 años, desde que se han reducido las barreras comerciales y se ha integrado a nuevos países en el comercio global, no solo ha mejorado la renta per cápita y el empleo, sino la calidad del mismo y se ha reducido la pobreza, según el Banco Mundial.
Según el análisis del Instituto de Estudios Económicos (IEE), el TTIP supondría para España más empleo, más actividad económica, y mejoras salariales. El PIB español crecería un 0,7% adicional al año, y se generarían hasta 335.000 nuevos empleos en los cinco primeros años, además de aumentar las exportaciones a EEUU. Según el CEPR, el impacto en el PIB de la UE superaría los 120.000 millones de euros (0,5% del PIB) y de EEUU en 95.000 millones de euros (0,4% del PIB), un beneficio mayor para la UE que para EEUU.
¿ES BUENO O MALO?
Tengamos una cosa clara. El TTIP no sustituye ni se antepone a ninguna norma o ley europea. Que se creen tribunales de arbitraje internacionales no elimina el cumplimiento de la ley, sino que evita el abuso y los cambios unilaterales a medio partido contra la seguridad jurídica. Y tampoco, como tratado, tiene nada de “ultraliberal”, como les gusta decir a algunos. En los círculos liberales se critica… por mantener el intervencionismo que permea gran parte de las políticas de la Unión Europea desde 1990. De hecho, en EEUU la principal crítica al TTIP es que envía a su país al estancamiento y desempleo europeo a través del intervencionismo y de la hiperregulación.
No es sorprendente, por lo tanto, que aquellos grupos europeos que buscan el control estatal total consideren un acuerdo de libre comercio como algo malísimo. No es por el acuerdo, sino por el odio a las palabras “libre” y “comercio”. El que ataca el TTIP suele decir que es un acuerdo para las grandes empresas y contra el medio ambiente. Es un sinsentido. Por un lado, dicen que las grandes empresas lo controlan todo y por otro, parecen necesitar este acuerdo transnacional.
¡Menudo control! Por un lado dicen que el acuerdo es malísimo y por otro que es secreto. ¿Cómo puede ser malo algo que no se conoce? El principal beneficiado, las pymes. Las principales críticas sobre “favorecer a las grandes empresas” no se sostienen. El libre comercio, y la ventaja principal del TTIP, es para las pymes.
Las grandes empresas no tienen problemas en contratar a baterías de abogados y consultores para llevar a cabo actividades en EEUU o Europa. Son las pymes, las que tienen más barreras a la hora de comerciar y navegar entre la marea de requerimientos burocráticos. Por ejemplo, EEUU impone tasas de hasta el 40% al textil europeo. Eliminar ese disparate crearía decenas de miles de puestos de trabajo en Europa.
Dentro de las empresas exportadoras regulares en España, el crecimiento más significativo ha sido el de las pymes, las más de 10.000 empresas que exportan hasta 12 millones de euros. No se trata de acabar con la regulación, sino de evitar requerimientos y papeleo duplicado (“Why TTIP is good”)
¿CONTRA EL MEDIOAMBIENTE?
Pensar que el TTIP va a cambiar las directivas y regulaciones medioambientales de la Unión Europea es simplemente faltar a la verdad. No solo no se cambia nada, sino que desde el punto de vista energético. Europa se beneficiaría de poder importar gas natural licuado de EEUU, por ejemplo, y reducir su dependencia de Rusia y del carbón.
Adicionalmente, Europa y EEUU se beneficiarían en renovables al poder competir de manera unificada con China en paneles solares y aerogeneradores. De hecho, la batería de quiebras de empresas solares en Europa y EEUU se habría reducido considerablemente de haber tenido un mercado único, abierto y normativas similares en EEUU y Europa. Desde un acuerdo común, no se eliminarían las leyes internas, pero se reducirían las trabas para continuar en la descarbonización del mundo, que sólo se puede dar desde un punto de vista global.
¿CONTRA LA SALUD PÚBLICA?
Ninguna ley europea se deroga o elimina por el TTIP. Los propios papeles que han “filtrado” muestran que el modelo del TTIP es el CETA (Comprehensive Economic and Trade Agreement) con Canadá y que mantiene la gestión de “servicios públicos” y no cambia la potestad de las autoridades de regular o gestionar la sanidad ni tener sus propias leyes sanitarias. De hecho, la Unión Europea mantiene estas cláusulas en todos los acuerdos de libre comercio que ha firmado siempre.
El TTIP garantiza que los derechos y la industria de Europa y EEUU se fortalezcan respecto al gigante chino. Decir que las multinacionales norteamericanas van a acabar con las europeas es ridículo
POR QUÉ LA IZQUIERDA DEBERÍA DEFENDER EL TTIP
La izquierda europea, antes de ser secuestrada intelectualmente por el marxismo más caduco, siempre ha reconocido los beneficios para los trabajadores y las industrias del libre comercio. Porque sufrió el terrible impacto de las políticas proteccionistas. Como explica The Independent (“TTIP is something the left should fight for”), es precisamente una izquierda que defienda una industria competitiva y con derechos para sus trabajadores la que debería apoyar el TTIP, que, por ejemplo, supondría un aumento de exportaciones de hasta el 26% para la renqueante industria del automóvil o las dinosáuricas telecomunicaciones europeas.
Precisamente, el TTIP garantiza que los derechos y la industria de Europa y EEUU se fortalezcan respecto al gigante chino. Decir que las multinacionales norteamericanas van a acabar con las europeas es ridículo. Nuestras grandes transnacionales compiten con ellas sin problema en todo el mundo. Y quien crea que se van a proteger desde la hiperregulación y el intervencionismo tiene un problema. Sólo tiene que mirar a los conglomerados semiestatales y ver que no funciona.
El que piense que lo que hay que hacer es renegar de los estadounidenses pero convencer a chinos, rusos, brasileños o coreanos de que tienen que incorporar las rigideces, trabas y burocracia europeas, tiene un problema con la realidad. Pero si encima pretende exportar más aumentando el proteccionismo y entorpeciendo los acuerdos bilaterales, entonces delira.Hay muchas razones para defender el TTIP y solo una para rechazarlo: la demonización del comercio. Mientras seguimos pensando que la política del avestruz nos va a garantizar mantener nuestros privilegios, el mundo seguirá adelante. No nos quedemos atrás.
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