viernes, 30 de septiembre de 2011

Las ventajas de limitar el gasto por ley: años con superávit del 8% y el déficit controlado en plena crisis. (Economía, Política. 385)

A nadie con dos dedos de frente se le ocurriría discutir la necesidad de limitar el gasto en las cuentas públicas, para que no ocurra lo que estamos viendo hoy: Defaults de Estados y rescates y recortes duros de asumir.
Esto es lo que habría ocurrido en España si esta ley se hubiera establecido antes:

"Si en la última década hubiera existido una regla de gasto como la aprobada en julio, el déficit no habría superado el 3,2% y España no estaría abocada a un ajuste doloroso:



 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Ésta es una de las conclusiones a las que llega el Banco de España en uno de sus últimos informes. El organismo ha hecho un ejercicio estadístico para viajar al pasado, concretamente hasta 1998, y ha calculado cómo habría evolucionado el saldo fiscal (el déficit o el superávit) si hubiera existido un límite al gasto.


Este freno al dispendio público es una novedad que se aprobó el pasado mes de julio y que vinculaba la evolución de la partida de gasto al crecimiento nominal de la economía a medio plazo (una cifra que se calcula como la media de las tasas de crecimiento del PIB real previstas en el Programa de Estabilidad para el ejercicio corriente y los tres ejercicios siguientes y las registradas en los cinco años anteriores, es decir, como una media de las tasas de crecimiento de nueve años).

De momento, este límite del gasto se va a aplicar a la administración central y a la local, aunque el Banco de España considera que es indispensable que también se adopte en las comunidades autónomas. De hecho, en su análisis lo aplica al conjunto de las administraciones. Además, hay partidas como los pagos de intereses o el gasto en prestaciones de desempleo que quedan al margen de estas restricciones.

Gobierno previsor... cuentas saneadas

El resultado del análisis del Banco de España es revelador y la historia reciente de España podría ser otra radicalmente distinta. En primer lugar, el déficit público no hubiera superado el 3,2% del PIB en 2009 y 2010, frente al 11,1% y 9,2% registrado realmente en esos ejercicios, y España, además de cumplir prácticamente con Bruselas (fija el objetivo en el 3%), tendría unas cuentas mucho más equilibradas.

El organismo asegura que "un cumplimiento estricto de la regla habría llevado a una situación mucho más saneada de las finanzas públicas durante la década previa a la crisis económica, facilitando, en particular, el ahorro de los ingresos extraordinarios derivados de la expansión inmobiliaria".

De hecho, el crecimiento del gasto público del período 1998-2007 fue en España significativamente superior al que se deriva de la aplicación de la regla (7% en promedio anual, frente al 4,4%, respectivamente). Por ello, se puede deducir que si la regla de gasto hubiera existido con anterioridad el Gobierno de José Luis Rodríguez hubiera tenido menos margen para lanzar medidas como, por ejemplo, el 'chequebebé' cuando todavía no avistaba la crisis.

Pero al mismo tiempo, si Zapatero hubiera sido más contenido tampoco tendría que haber tomado después medidas tan drásticas como la congelación de las pensiones o la bajada de sueldos de los funcionarios. La entidad calcula que el superávit en la época de auge hubiera sido mucho más elevado con la restricción de gasto. Concretamente, estima que el superávit hubiera alcanzado un pico del 8% del PIB en 2007, una fortaleza fiscal que hubiera permitido encarar la recesión de manera muy diferente. Además, España hubiera tenido superávit seis años antes de lo que fue realmente. Es decir, las cuentas públicas hubieran tenido un saldo positivo ya en 1999 (del 0,5%), en lugar de lograrlo en 2005 (1%).

Además, el organismo asegura que esta estrategia de previsión hubiera permitido en el período de crisis económica, "un crecimiento ligeramente superior al observado".

Este viaje al pasado puede dar pistas de cómo puede ser el futuro si el límite de gasto se aplica estrictamente. El gasto público dejará de estar supeditado a la creatividad política para estar sujeto al crecimiento del PIB. Es decir, obligará a los gobiernos futuros a ser más hormiguitas que cigarras y a guardar reservas para cuando llegue el invierno."

Fuente: Expansión

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