Una interesante reflexión sobre los menores hoy, adultos de mañana:
"Durante la infancia y especialmente en la adolescencia se forja la estructura de la personalidad, como aquello que nos hará únicos e irrepetibles y que debe servir para la adaptación en la vida adulta. Se conforma como el resultante de la interacción del temperamento, como su esqueleto biológico, y el ambiente. Debería ser en el ambiente donde debemos buscar las explicaciones a los cambios que observamos en la sociedad y especialmente, cuando estos afectan a los más jóvenes. Cuando un joven crece en un mundo impermeable a valores como el esfuerzo, la honestidad, la humildad o el respeto, es complicado que los adquiera después en el futuro. Cuando cada día ve cientos de imágenes violentas en la televisión, el cine e incluso en los videojuegos, se produce un progresivo descondicionamiento del natural rechazo que a las conductas violentas debería tener, favoreciendo involucrarse en las mismas en un futuro. Cuando crecen carentes de límites a su comportamiento, creerán que en el futuro lo podrán hacer todo, sin preocuparse por el otro. Cuando no existen figuras de autoridad, ya sea en casa o en la escuela como sus principales áreas de interrelación, más tarde será complicado que las incorporen a su acervo de referencias. Cuando el medio más próximo al joven, su familia, carece de la estructura mínimamente necesaria, se activan los riesgos para una adolescencia desestructurada, dando rienda suelta a cuantas conductas problemáticas podamos imaginar. No debemos olvidar, que los menores de hoy, serán los adultos del mañana."
Artículo de Javier Quintero. Jefe de Psiquiatría. Hospital Infanta Leonor.
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