Artículo de Pilar Rahola en defensa de la mujer y contra el feminismo caduco que se ha intentado imponer durante estos últimos años ante las criticas de paridad que se han producido recientemente, y del que no puedo estar más de acuerdo:
"Feminisimo caducado:
Uno de los deportes recurrentes después de la formación de un nuevo gobierno es pasar el algodón feminista para ver si cumple la cuota.
Zapatero pasó la prueba (y aquí añado que solo al principio como buen propagandista, pues luego no lo cumplió tampoco con la remodelación y crisis de gobierno que realizó), aunque vayan ustedes a saber para qué sirvió, pero ahora los guardianes de la fe violeta han suspendido a Rajoy. "¡No hay paridad!", claman por las esquinas, y el mantra de la derecha malvada que no ama a las mujeres se reproduce como un viejo fantasma. "Estos se cargan la paridad", me comenta una amiga del blanco y negro ideológico. Y así, por arte de matemáticas, suman y restan y no les salen las cuentas: en el flamante Ejecutivo de Rajoy hay más hombres que mujeres. Y ese desequilibrio se carga, él solito, décadas de emancipación femenina. Incluso los hay que aseguran que se carga la ley de la paridad.
Sinceramente, ni sé ni me importa saber con qué precisión exacta don Mariano cumple los requisitos de la ortodoxia surgida del aguerrido ejército del feminismo socialista. Y no me importa porque creo que está muy mal enfocado el tema. ¿No sería hora de superar el concepto de paridad, especialmente en los altos niveles del poder, y empezar a aplaudir a las grandes mujeres que hay en la política? Es cierto que este Consejo de Ministros no presenta el pertinente 50% entre sexos tan reclamado en las viejas consignas, pero tampoco lo necesita. Lo realmente importante es que una mujer valiosa, Soraya Sáenz de Santamaría, será el miembro más poderoso e influyente del Gobierno español y que, gusten poco o mucho, dos mujeres presidirán el poder en Madrid, una alcaldesa y una presidenta de comunidad. Y no sólo eso. La presidenta en cuestión, Esperanza Aguirre, es una de las políticas más importantes de su partido y de todo el país. Ergo, ¿cuál es el problema y dónde está el problema? ¿No era eso lo que buscábamos, la posibilidad de llegar hasta donde nos lleva la categoría profesional, con independencia del sexo? ¿No sería hora de empezar a cambiar los viejos esquemas y reinventar el discurso?
Y la prueba la tienen en las mismas filas que ahora levantan la crítica. Durante años el político más importante del anterior gobierno, después del presidente, fue Teresa Fernández de la Vega, una mujer relevante. Y después llevó la carga de una economía crítica otra mujer, Elena Salgado, cuya valía estaba por encima de la caótica situación que tuvo que lidiar. Ninguna de ellas fue fruto de la paridad, sino de su propia categoría. Otras, en cambio, que llenaron la cuota obligada, fueron una catástrofe, porque si el resultado de la paridad debe ser Leire Pajín, sobran valoraciones. Dejémonos de tonterías. Hace años que en España mandan y mucho algunas mujeres muy notables, y ese es el gran éxito del feminismo: que cuando Rajoy piensa en su hombre fuerte, le sale una mujer. Quizás deberíamos empezar a entender que ya no necesitamos que nos tutelen como si fuéramos párvulos."
Fuente: La Vanguardia
No es la primera vez que Rahola escribe contra este feminismo, criticando también el increible apoyo que se da y la tolerancia que se pide al machismo medieval islámico (empezando por la defensa que hacen del burka), por las mismas personas que levantan la bandera del feminismo.
Acertadamente, comenta que existen razones de todo tipo para prohibir fuera del ámbito privado el uso de esa prenda. Como dice Rahola, «atañe a lo ideológico, y no a lo religioso, y tiene que ver con la voluntad de una ideología totalitaria de vencer a las sociedades democráticas allí donde se instala».
Y enfatiza aún más:
«Prohibir el velo integral, por tanto, es una necesidad legal, no sólo por defensa democrática y por dignidad femenina. También porque es necesario enviar un mensaje claro a estos militantes del integrismo feudal que sueñan con destruir nuestras sociedades: la libertad no ampara su locura fanática».
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