sábado, 6 de octubre de 2012

Las inverosímiles cifras de fraude fiscal. (Economía, Política, 923)

Juan Ramón Rallo desgrana en este artículo las falsas cifras que se dan sobre el fraude fiscal desmontando especialmente las cifras y el interés en ellas del Sindicato de Técnicos del Ministerio de Hacienda, Ghesta.

Y es que quién crea que simplemente con la lucha contra el fraude basta para acabar con el déficit, junto con subir impuestos salvajemente como también pretende Ghesta, y así se está produciendo, lo lleva bien claro:
Artículo de su blog:

"Prácticamente todos hemos escuchado en alguna ocasión las sonoras cifras del Sindicato de Técnicos del Ministerio de Hacienda, Gestha, que hablan de un colosal fraude fiscal en España de 89.000 millones de euros. Las conclusiones de semejante estimación son obvias: si tenemos un déficit de unos 100.000 millones de euros y el fraude fiscal son 90.000… ¡podríamos acabar con el déficit sin bajar el gasto y sin subir impuestos!

Dejando de lado el llamativo hecho de que ni al PP ni al PSOE se les haya ocurrido la fantástica idea de limitarse a combatir el fraude fiscal en lugar de desangrarse electoralmente combatiendo el déficit con subidas de impuestos y anuncios de recortes, la cifra sólo suena verosímil para aquellos que quieran voluntaristamente creérsela, ahorrándose la molestia que supone reconocer que somos más pobres. Tan poco verosímil suena que, la verdad, no sé de dónde sale: no he encontrado un solo estudio de Gestha que aplique un método medianamente riguroso para realizar semejante estimación.

Vayamos, por ejemplo, a este “monográfico” del sindicato. Lo que se dice es: diversos estudios reconocen que la economía sumergida en España es del 23%, si consiguiéramos aflorar esa economía sumergida, se podrían recaudar 90.000 millones. Es decir, si consiguiéramos que esos 230.000 millones de euros “ocultos” salieran a la luz y lo hiciéramos tributar a un tipo medio del 40%, recaudaríamos 90.000 millones.

Para afianzar este sólido e indisputable cálculo, los técnicos remiten a un modelo que han creado de correlación entre PIB y presión fiscal que casualmente solo funciona adecuadamente entre 2003 y 2007 (no le pidan más fiabilidad que cinco años). Los resultados de este modelo cifran el desvío con respecto a la recaudación esperada en unos 50.000 millones en 2008 y 2009; cantidad “cuyo destino previsible ha podido ser la economía sumergida”. Nótese la seguridad con la que se afirman las cosas.

Lo relevante, empero, es que si, siguiendo a la propia Gestha, asumimos que la recaudación que se pierde es el 40% del valor de la actividad que se esconde en la economía sumergida, tendríamos que, de golpe y porrazo, la economía sumergida habría aumentado en 100.000 millones de euros, llevándola hasta el 33% del PIB, es decir, a los niveles de Bulgaria. Sucede, sin embargo, que este brutal aumento de la economía sumergida (que además, dado que la estimación de economía sumergida forma parte del PIB, implicaría que durante la crisis en realidad nuestra economía se habría expandido un 10%) no se observa por ningún lado. Por ejemplo, el economista más reputado a la hora de calcular la economía sumergida es Friedrich Schneider –economista al que, por cierto, Gestha cita recurrentemente (mal) como fuente de autoridad– y en sus estudios estima que la economía sumergida apenas creció un punto entre 2007 y 2008 hasta ubicarse por debajo del 20%.

De hecho, más allá de las cifras gruesas dirigidas a proporcionar carnaza a quienes no quieren afrontar la necesidad de adelgazar nuestro Estado sobredimensionado, ni siquiera los técnicos de Gestha se creen, a la hora de la verdad, sus números. En este reciente documento, “Sí hay alternativa”, los técnicos elaboran sus propuestas prácticas para lograr recaudar 63.000 millones de euros (no 90.000 millones). Y de esos 63.000 millones, sólo 38.000 proceden de luchar contra el fraude fiscal: el resto, 25.000 millones, vienen de nuevas y sangrantes subidas de impuestos.

Las tres grandes partidas, cuya verosimilitud voy a analizar, son las siguientes: reducir 10 puntos la economía sumergida hasta equipararla a la media europea (38.000 millones); subir el impuesto de Sociedades al 35% (14.000 millones); e impuesto sobre transacciones financieras (5.000 millones).

Primero, la media de la economía de la UE-27 no es 10 puntos inferior a la española, sino entre cero y un punto. De hecho, países similares al nuestro (Portugal, Italia o Grecia) tienen una economía sumergida que ya es superior a la española. A medio-largo plazo, podríamos aspirar, como mucho, a reducirla a los niveles de Suecia, es decir, unos cinco puntos, lo que significa que aplicando los cainitas (e irreales) niveles de tributación propuestos por Gestha, el 40% de tipo medio, apenas recaudaríamos 20.000 millones. Si, en cambio, el tipo medio fuera del 30% (algo más realista, aunque probablemente siga siendo demasiado alto), la recaudación sólo sería de 15.000 millones. Por tanto, en el mejor de los supuestos (nos convertimos en Suecia en lo relativo al nivel de cumplimiento de las normas), sólo recaudaríamos entre 15.000 y 20.000 millones por combatir el fraude fiscal (asumiendo que las actividades de la economía sumergida se sigan realizando cuando pasen a ser saqueadas fiscalmente; algo que es mucho suponer), muy lejos de la cifra de 90.000 euros que a tantos les gusta enarbolar y todavía más lejos del déficit de 2011: 100.000 millones. Por cierto, el Gobierno en 2012 ya pronosticaba recaudar unos 10.000 millones de euros luchando contra el fraude fiscal y de momento parece que lo va a lograr, lo que, sin embargo, no le va a permitir ni mucho menos cumplir con los objetivos de déficit para este año.

Como digo, el resto de propuestas de Gestha ya son subidas de impuestos, que sólo machacan más a la economía privada y hunden nuestras posibilidades de recuperación. Pero es que, incluso así, su estimación de recaudación está inflada. La recaudación por Sociedades en 2011 fue de 17.000 millones de euros, estando el tipo en el 30%. ¿De verdad vamos a recaudar 14.000 millones subiéndolo al 35% (nótese que no se tiene en cuenta toda la destrucción de riqueza, empleo y de recaudación derivada de esta subida)? En cuanto a la expectativa de recaudar 5.000 millones del impuesto sobre las transacciones financieras, la referencia que tenemos es la desastrosa de Suecia que es muy parecida a lo que pide Gestha: como mucho se recaudaron 100 millones de coronas frente al cálculo inicial de 1.500 millones. Vamos, que de estas dos rúbricas Gestha espera recaudar otros 20.000 millones que a buen seguro serían menos de 5.000 (especialmente si tenemos en cuenta los efectos negativos sobre otras fuentes de recaudación).

En total, de casi 60.000 millones, apenas llegaríamos a 20.000 o, siendo generosos, 25.000 millones, cuando el déficit son 100.000 millones. Los muy sustanciales recortes del gasto público que Gestha y el Gobierno del PP se oponen a realizar son, por tanto, inexorables. Pero, ¿por qué Gestha insiste tanto en la necesidad de luchar contra el fraude fiscal? Aparte de la ideología de este sindicato, claramente poco amigable con el libre mercado, la lógica de las burocracias nos indica que éstas tienden a tratar de crecer y enriquecer a sus miembros. ¿Es esto aplicable a Gestha? Totalmente. Nos basta con ir a su programa político para descubrir cuál es la primera medida que propone el sindicato para lograr reducir el enorme fraude fiscal de España: “La primera prioridad pasa por corregir las deficiencias organizativas que generan una profunda desproporción salarial y de falta de expectativas profesionales para una mayoría de sus trabajadores, principal causa de desmotivación personal y deterioro del clima laboral”. No es casualidad: la misma obsesión aparece en casi todos sus informes (aquí, en las páginas 22 a 26; o aquí, en la página 9).

El distorsionado mensaje final que llega a la sociedad (y de ella, a los políticos) es que si España quiere reducir el déficit de su sector público sin necesidad de bajar el gasto o subir impuestos… sólo tiene que subirles el sueldo a los técnicos del Ministerio de Hacienda (cuyos intereses, vaya por dónde, Gestha defiende). Vamos, un lobby como cualquier otro cabildeando a los gobernantes inflando las cifras que manejan y haciendo creer a la ciudadanía que los intereses del lobby son los mismos que los de la sociedad. Luego, a la hora de la verdad descubrimos que la recaudación adicional por lucha contra el fraude apenas asciende a una diminuta fracción del déficit total y que el resto de recaudación ha de venir de salvajes subidas impositivas. Para este viaje no hacían falta tantas alforjas: es justo lo que está haciendo y manifestando el Gobierno del PP con nulos resultados."

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